EL PROBLEMA DE LA CASA

PARA MURCIAECONOMÍA

A mí me nacieron de alquiler. En una casa de planta baja a cincuenta metros de lo que le decían playa (hoy hubiera sido un piso de los llamados turísticos a buen rendimiento). Una lotería para el propietario… Pero aquella época solo daba casas de supervivencia: para vivir en ellas o para vivir de ellas. Era así de simple, y se acomodaba perfectamente lo que podía pagarse con lo que debía cobrarse. En eso primaba más honestidad y mejor sentido que hoy.

Después acabamos viviendo en una propiedad familiar, donde acomodábamos vivir y dequevivir en una casa-tienda, que era todo lo segundo y nada de lo primero, pero que ayudaba a provisionar la olla de garbanzos, aún a costa de tenerla 16 horas abierta al día, y la que, en los veranos, habíamos de abandonar su “confortabilidad” para optimizar las rentas con veraneantes alquilantes de habitación con derecho a cocina y retrete; y donde nosotros nos exilábamos a una caseta de feria donde poder vender nuestro quiosquerío de papel en una diferente disposición, aún cambiando piedras por cantos…

Como una primahermana que compartía verano con nosotros me decía no hace mucho: “que tú y yo hemos cagado juntos en rincones ajenos”. Tan fue así, que llamar entonces a eso un “problema de vivienda”, parece hoy un irónico, doloroso, indecoroso, flagrante y sangrante sarcasmo… Era lo que había, como también era lo que no había. Eso sí, a diferencia con en el extranjero, allí preferían vivir de alquiler con un digno nivel de vida, mientras aquí mandábamos al carajo nuestro posible (o imposible) nivel de vida, por tener un techo en titularidad. Y tal concepto duró muchas décadas de dictadura y muchas décadas de democracia.

Tan la cosa de la casa era así, que, tras ennoviar y discurrir en casarme una vez cumplido el Servicio Militar Obligatorio, y con mi destino de supervivencia ya prefijado en un aventurado (de aventura), que no venturoso, negocio que mi padre intentaba en el vecino pueblo, una entonces Caja de Ahorros de un Mediterráneo más de nombre rimbombante que de hechos, predicaba una gran oportunidad para los que ninguna teníamos: Préstamo Ahorro Vivienda, se llamaba… El invento era amoquinar una cantidad determinada en X años, para, al final, la entidad prestaba el porcentaje faltante para juntar el total necesitante. El negocio le era redondo: tú le adelantabas al banco un dinero por el que no te pagaba un chavo de intereses, para luego devolverte lo tuyo y el diferencial y cobrarte los pistilos por el favor que te hacía… Pero no había qué ni dónde elegir. O lo tomabas o tomabas el aire donde las puñetas se mecían por peteneras.

El gran cuento chino del ayer con respecto al de hoy era hacerse con una casa familiar y quizá alguna más para que a nuestra descendencia no le faltasen nidales donde criar… Loable objetivo para los incautos. Hoy, el problema se traslada a la hora de heredar esas tales viviendas, que no se pueden pagar sus impuestos de herencia. Tampoco los de tenencia: Ibi, Patrimonio, etc… La casa, la vivienda, desde nuestra tontuna a la avidez fiscal de nuestros estados, gobiernos, comunidades, municipios y prefecturas varias, lo hemos convertido en el problema que es en la actualidad, donde tal “derecho” lo recoge la Constitución, pero como si estuviera escrito en Babia.

Mientras en Francia, Países Bajos, Alemania, etc. las leyes obligan a reservar un 19%, un 32%, o un 24%, respectivamente y por ejemplo, para invertir en vivienda pública y/o social, aquí, en España, apenas llega a un miserable 8%… La razón es sencilla: en este país nuestro, la especulación llena las arcas tanto de las fiscalías como de las medianías, pasando por los conocidos por “promotores”. Un solo dato: España es el primer país del mundo en inversión de los llamados “Fondos Buitre”, en consorcio estrecho y directo con la Banca y con las propias Administraciones.

Además, nos hemos lanzado en brazos del Turismo depredador. Preferimos declarar nuestro parque de casas como “viviendas turísticas” a alquilarlas a nuestros conciudadanos que nos prestan los cada vez más precarios y menguados servicios públicos y privados… Existe mogollón de funcionarios a los que no les dá su nómina para pagarse el alquiler en su destino (imagínense los demás que no tienen la suerte de serlo). Si esto no es un desastrado desbarajuste, aparte de una enorme injusticia social, que vengan los Lares y los Penates y lo vean…

Tanto Psoe como PP, cada cual en su papel y rol – gobierno y oposición (yo diría deposición) – lanzan sus oportunistas y partidistas soluciones, a tope demagógicas, a la vez que se zancadillean mutuamente para llevarse un gato a un agua, donde ya no hay gato ni queda agua… Todo es postureaje y forraje para el paisanaje, pero todo está sujeto a la misma y gigantesca mentira creada en torno a un país de cambistas, tahúres y oportunistas.

Dice un antiguo refrán español que “casa con dos puertas, mala es de guardar”. Nuestras casas tan solo disponen de ese par de puertas para sus normales propietarios: o se ven obligados a explotarlas si no las habitan, o les son explotadas por los fiscos locales, autonómicos y nacionales hasta que les supongan su completa ruina… o se la vende a quién quiera comprársela porque pueda mantenerla… ¿Hasta cuándo?, de momento, hasta que las ranas críen pelo… El resto es un embuste muy bien diseñado para ser mejor ordeñado.

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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