¿SEGURO QUE ES ASÍ?

PARA MURCIAECONOMÍA

Se da por hecho el que un político se debe a su partido; un socio a su club; una persona a su sociedad; un ciudadano a su ciudad; un ser humano a su patria… Sin embargo, ¿qué fue primero, el individuo o el partido?. El individuo fue antes que la sociedad, la ciudad, e incluso la patria. El individuo fue antes que la colectividad. Todo sentido de lógica indica que el partido, la sociedad, la ciudad, la patria, es lo que debe estar al servicio del ser humano, y no al revés. Hemos montado el artilugio al contrario, y así nos va… Hemos confundido herramienta con sujeto, la hemos hecho un ídolo, un tótem, y lo admitimos como correcto, cuando no creo que lo sea.

El ser fue creado (o aparecido, si quieren) como individual… como un valor en sí mismo, como humano de conciencia propia e irrenunciable. Si se reunieron en tribus, en grupos étnicos, fue por su propia necesidad de protección; vieron que se guardaban mejor juntos que por separado; pero su intención primordial era que la tribu le brindaba entidad y guarida a él, no él a la tribu. La socialización fue para obtener entre todos un servicio mayor y mejor para los integrantes de ese todo. Tal fue la genuina intención de las personas.

La inversión primordial de tales valores fue llegando poco a poco a las sociedades humanas cuando fueron surgiendo líderes, tanto en lo social como en lo religioso (fue a la vez) y éstos vieron la oportunidad de maniobrar para subvertir el orden original y primitivo: que los que formaban la tribu sirvieran a la idea colectiva entronizada en un símbolo totémico apoyado, claro está, en una dinastía gobernante… Para terminar de rizar el rizo solo quedaba unir ambos poderes de influencia en uno solo: que los sacerdotes coronaran y bendijeran a los reyes como ungidos por Dios de lo que ellos eran sus legítimos administradores (propietarios). Y así se hizo. Y así se nos educó en todos los países del mundo a todos los ciudadanos del mundo. Y eso es lo que hay con ligeras variaciones dentro de la normal evolución de la historia.

Y nadie duda que nacemos en tal o cual sitio, como tales y cuáles, para servir a la tal concreción y morir por la cual sagrada idea… Y se vive para que unas patrias luchen contra otras patrias con el baratísimo combustible que es la sangre de sus “caídos”. Cada bandera los suyos, naturalmente. Incluso dentro de cada bandera existen sus banderías, que son los partidos con sus ideologías: fascistas, comunistas, liberales, conservadores, derechas, izquierdas, galgos, podencos, y sus extremistas filiales. La verdad es que toda esta diversidad de fauna se consiguió precisamente enarbolando el pendón de la libertad original perdida y hallada en los templos de las ideologías. Fue la explosión del liberalismo y de los derechos individuales a pensar como quiera, etc., etc., etc.

Y tal derecho es cierto, claro, pero el subterfugio de la élite es el mismo utilizado por cualquier absolutismo: tú te debes a la idea (partido) a la que te entregarás y sacrificarás si preciso fuera. El partido te bendecirá y beneficiará con puestos de satrapía, en tanto y cuanto por tu mediación se consigan más y mayores adhesiones a la causa, de urna y vasallaje… Y suma y sigue rotando la misma vuelta de rueda que en su origen: la inversión del sentido de esa rodada. La realidad es que el hombre ha hecho un ídolo de su propia herramienta de trabajo; lo cierto es que nos seguimos construyendo con nuestras propias manos nuestros propios becerros de oro para luego postrarnos en adoración y dominación.

La estrategia nace de la idea aristocrática según la cual “el hombre es un animal político que nace en un grupo social…” pero silenciando y anulando una verdad evidente: que antes el hombre nació sin grupo social definido, que sí en un grupo natural, y que él inventó, por necesidad, el tal grupo social. De la media verdad de Aristóteles parece deducirse que el todo es anterior a las partes, cuando lo cierto es lo contrario: que las partes son anteriores al todo… Lo que ocurre es que esta “disociedad” artificiosa que venden como natural, las aceptan y dan por buena tirios y troyanos, porque les viene muy bien a sus intereses de cueva y caverna, y por eso ambos la bendicen.

Por lo tanto, nos hemos hecho un constructo social, reforzado encima por hinchadas nacionales de panecircenses, maridados a cualquier trasunto de patrioterismo, que es lo que nos rige y dirige; lo que nos manda y nos demanda; y también nos desmanda; a lo que nos debemos y a lo que nos esclavizamos como seres… ¿libres?.. ¡ja, ja, libres!.. Fíjense bien: la finalidad de las instituciones es concedernos nuestros mezquinos deseos egoístas con el fin de que no interfiramos en la consecución de sus enormes ansias de dominación a través de las oligarquías que mandan y ordenan. Hasta los gobiernos son meras correas de transmisión adquiridas al mejor postor y vendidas al mayor pastor.

De ahí que lo de “pluralismo” no sea otra cosa que un eufemismo. Un eufemismo que ellos, los políticos, los disgregadores profesionales de conciencias, han convertido hábilmente en polarización ciudadana… Polarización que solo sirve a sus intereses de partido y personales, claro. Ellos utilizan al ciudadano/individuo para que les ayude a librar sus batallas callejeras y ganarlas en el terreno

de la confrontación, y nosotros así lo hacemos estúpidamente, repitiendo sus tams-tams según la tribu de cada según qué cual señor Pascual.

Y, aunque no lo crean, esto no es un escrito revolucionario, pues revolucionario puede ser lo nuevo, y esto es más viejo que el huevo… Esto es tan solo hacerles recordar lo que hemos ido cediendo por el camino. Un camino que debíamos andar nosotros, y lo hemos entregado a los que nos han hecho esclavos de ellos, y a los que ahora cargamos sobre nuestros hombros de perfectos subordinados; un andariaje que teníamos que andar juntos y por nosotros mismos, y lo estamos haciendo sometidos por voluntad ajena que hacemos propia… Una senda de evolución humana que hemos vendido por un dudoso plato de dudosas lentejas. Es cierto que tengamos que servirnos a nosotros mismos y entre nosotros mismos, pero es falso que tengamos que servir siempre a los mismos.

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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