¿SÁBANA O LIENZOS?

Si existe algo curioso en los Evangelios, es en el conocido por “entierro” de Jesús… De los cuatro evangelistas, tres de ellos son tan calcados que más parecen lo que son: que se han copypegado los unos de los otros (Marcos, Mateo y Lucas). Y es normal, si vemos que han sido escritos a lo largo de los dos primeros siglos. El primero, de Marcos,15-46, dice: “comprando una sábana y bajándolo de la cruz, José lo envolvió en la sábana y lo puso en el sepulcro que había cavado en una peña”… El siguiente, de Mateo 27-59, suelta: “José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había labrado en la peña”… Y el tercero, Lucas 23-53, escribe: “Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana de lino, y lo puso en un sepulcro cavado en una peña, en el cual nadie había sido puesto todavía”…

Sin embargo, el más detallado, explícito y extraño, el de Juan, 19.38-40, deja caer lo siguiente: “Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le permitiera quitar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo permitió. Por lo tanto, él fue y llevó su cuerpo. También Nicodemo, que al principio había venido a Jesús de noche, fué llevando un compuesto de mirra y áloes, como cien libras. Tomaron pues el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con las especias, de acuerdo con la costumbre judía de sepultar” (en realidad, “tiras” de lienzo).

Parece como que se están contando cosas distintas para diferentes épocas. Lo primero es el hincapié que se hace en una sábana que se usa(ba) para amortajar, y sobre unos lienzos que se utiliza(ban) para curar… Aparte de una nada despreciable cantidad de cien libras de mirra y aloes, que eran usados normalmente para desinfectar y cicatrizar. Lo último “de acuerdo con la costumbre judía de sepultar” tiene un sabor a añadido que no encaja con las costumbres judías de sepultar de la época, sino de regalar: la mirra, al ejemplo de los Reyes Magos, o de agasajar, como el áloe, al ejemplo de la Magdalena, que deja colgando una más que razonable duda en el aire…

Pero luego existe un hecho que atañe más a la Historia que a la propia religión, y es que la Síndone (Sábana) que luego apareció misteriosamente en Turín, como probatorio de la Resurrección milagrosa de Jesús, fue llevada de Jerusalén a Edesa, ciudad entonces en la frontera de lo que, posteriormente fue conocido por el Cisma de Oriente… En román paladino: por donde entró el catolicismo a través de Constantino, y de su madre, Santa Elena, que anduvo buscando Lignum Crucis – a mogollón aparecieron – y otras pruebas, por cierto, de la resurrección corporal del Maestro… Demasiadas coincidencias como para “trabajarse” por anticipado una Sábana Santa que luego dió mucho que hablar, y de la que aún queda mucho que decir… Sobre todo de cómo pasó a manos de la Iglesia de Roma perdiendo propiedad tan valiosa la Ortodoxa. Documentos históricos indican que antes de las Cruzadas ya se conocía y reconocía su estancia en la oriental Edesa.

¿Cómo cambió de dueños la tal Sábana?.. Los hechos históricos especulan que bien pudo cambiar de manos en una visita previa de las fuerzas cruzadas, que, para “protegerla” del siempre amenazante ejército persa, decidieron secuestrarla en beneficio de la Iglesia de Roma. El mayor símbolo de la cristiandad: el sudario con que se amortajó a Jesucristo, y con el que llegó a resucitar, demostrando la Nasa la radiación de su cuerpo glorioso… Una jugada de una tacada a siglos vista. Lo que pasa es que el tiempo no para, y hace que las cosas no queden como quieren parecer, o aparecer.

A la famosa síndone, ya en los actuales años sesenta, se le sometió al archiconocido análisis del Carbono-14, dándose a conocer el resultado de una hábil falsificación de unas hacendosas monjas de la edad media… Pero no crean que el invento se le vino abajo a la Iglesia. A pesar de demostrarse científicamente como falsa, los creyentes y practicantes siguieron adorándola y venerándola como si de verdadera se tratara… Son como los tres Reyes Magos que “descansan” en la catedral de Colonia, que ni son reyes, ni magos, ni quizá hasta humanos, pero, ¿qué más dá si queremos creer lo contrario?.. ¿Igual que en Santiago de Compostela sin Santiago, porque éste fue decapitado por los romanos y enterrado en Jerusalén, pero donde la mentira pesa más que la verdad?..

Sin embargo, ¿qué más dá si aún no se ha dicho la última palabra?.. Porque, resulta extremadamente curioso que un investigador actual diga que, en esa precisa edad media, la sábana sufriera un incendio y fuera remendado el estropicio con el mejor esmero posible de unas monjiles y primorosas manos, y que, de ahí precisamente, el error del Carnono.14, al escarbar en el lugar equivocado… Enfin, que las espadas aún estarán en alto hasta un más pormenorizado examen, si es que la católica lo permite, claro, y quiere arriesgar, dado que a la grey le da igual la verdad o la mentira, el discernir lo cierto de lo falso.

Sea como fuere, aún quedaría bajo sospecha lo del misterioso Evangelio de San Juan enfrentado a los otros tres “homologados” hasta la repetición exacta entre los mismos… Sabido es cómo lograron los concilios de Elvira y Nicea la “canonicidad” de tales Evangelios, y de qué manera se suprimieron unos y se modificaron otros, y se superpusieron entre ellos, en interés del Dogma, que no en el de la Historia precisamente. Y aquí, en tal punto, solo caben dos posibilidades: o mienten en parte tres de los evangelistas en una unicidad harto sospechosa, o miente el cuarto de ellos, que enfrenta unos LIENZOS a una SÁBANA, posteriormente admitida como garantía de una corporal resurrección.

Que esa es otra: yo siempre he creído que lo verdaderamente importante de todo esto es la resurrección del alma, no del cuerpo precisamente, que “del polvo venimos y en polvo nos convertiremos”… O sea, la descomposición de la materia; o lo que es lo mismo, el principio de la energía; o lo que es igual, la ley de entropía universal. Algo que no encaja aquí con la ciencia, y puede que hasta con la conciencia… Vamos, digo yo, claro…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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