Hace unas pocas semanas les hablaba en esta misma tribuna de un destacado economista británico, Garry Steven, que desertó horrorizado de la economía-fascismo que está surgiendo de modo imparable (vean mi art. Economía Xenófoba)… Hoy se suma una no menos destacada politóloga, escritora, igual diplomada en física, argentina, Antonella Marty, con importantes libros en su haber, como “El Manual Liberal”, “Ideologías”, etc., que lo mismo ha abandonado asqueada las más altas filas liberales, porque, denuncia, se han convertido en una “secta de carácter mundial”, añadiendo que “hay un fundamentalismo de todo, menos de libertad”. Y eso lo proclama vox et pópuli a todo el/la que quiera escucharla..
Denuncia (EP,17/6) que forma una red de fundaciones, cuyos principales patrones son de la derecha trumpista norteamericana… “De ahí se deriva lo que hay en Vox, en la Fundación Disenso, la Carta de Madrid, muchas fundaciones liberales que hoy están en una especie de nacionalismo cristiano (católico) que intenta unir a la religión con el poder a través del capital otra vez”. Un club restringido, detalla la autora, donde se condena el feminismo, la inmigración, la legalización de drogas, y todas las libertades y derechos que no sean los suyos exclusivos, y, por supuesto, donde se equipara el movimiento Lgtby al marxismo cultural… En fin, una especie de catolicapitalismo al asalto del poder absoluto.
Nos ilustra, con datos abrumadores, que la idea es de un añorado pasado en los tiempos previos a la Ilustración, y a lo que se desea volver. La nostalgia de un Occidente que no es el que la UE (por eso su deseo de destruirla desde dentro financiando la ultraderecha) y que se parece más a un carlomagnismo de sacro imperátor que a una comunidad de naciones libres y democráticas. Solo han tenido que poner al capitalismo de su parte a través de un liberalismo ciego y descontrolado, y ese capítulo ya lo consideran conseguido… La otra maniobra es infestar la idea izquierdo/comunista de los mismos, u otros, principios disolventes, y por eso existen los que, como Maduro, persiguen los mismos fines desde aparentemente opuestas ideologías…
En su análisis proclama que la derecha tradicional y supuestamente democrática está siendo fagocitada lentamente por esta especia de “última y definitiva cruzada del liberalismo ortodoxo”, como en una especie de política de tierra quemada, para ser convertida en tierra de nadie, y dominar el mundo desde los dos extremos aparentes de una misma cosa, pero con un solo y único objetivo… Lo cierto y real es que antes se podía distinguir capitalismo y comunismo, y hoy existe un caos de marcaje, etiquetaje y camuflaje, donde todo está desordenado y descatalogado, y ya nadie sabe (salvo los pocos clásicos supervivientes) quiénes practican lo uno o lo otro. La realidad es que todo está contaminado de todo… ¿Qué es Putin?.. ¿y Netanyahu?.. lo que sí es cierto es que ambos encarnan y profesan los mismos fines de dominio y de secuestro del poder, y dar jaque mate a la democracia. Igual que los Miley, Erdogan, Urban, y muchos otros que persiguen lo mismo.
Lo cierto y verdad es que, a finales del siglo XX, se escribió y habló mucho sobre el fin de las ideologías, y hasta del fin de la Historia, en una exageración a mi entender… La Historia no se acaba porque terminen las ideologías. Y las ideologías no es que hayan terminado en puridad, más bien parece que esté siendo compradas por un mismo patrón: el dinero. Es una especie “compremos las sedes, pero conservemos las banderas”, mientras sirvan y nos sirvan, naturalmente…
En este punto, un servidor viene predicando y jorobando (desde ambos lados me atacan) con que las ideologías cada vez son más cajas vacías… Los partidos mantienen las siglas en sus balcones para la caza de sus bobalicones – solo lo pongo por rimar, ojo – pero con contenidos cada vez más diluidos, pero más contaminados. Y más sesgados… Y que los políticos que las sirven ya solo se sirven a sí mismos; y el acaparamiento del poder es su única meta, y lo único que cotiza en las tapadas (cada vez menos tapadas) oligarquías que están detrás, y que, en realidad, son las que los financian. Y es que ya solo venden postureaje como forraje, y muy mal potaje, mientras encandilan al ciudadanaje.
La cuestión residual es esa ciudadanía, precisamente… ¿De qué sirven las votaciones en Rusia, por ejemplo?.. ¿y en Turquía, o en Hungría?.. ¿y cuántas naciones de nuestro entorno las mantienen como una falsa, y ajada, imagen, mientras las socavan por dentro?.. Sus líderes han destruido la libertad en nombre de esa misma libertad (Miley es el abanderado), y otros estudian adherirse y copiar el método subvirtiendo sus propias democracias ; y se están haciendo los amos del cotarro. En el resto de los países, “aún libres” de occidente, se nos ha inoculado el virus de la ortodoxia ultra para que vaya haciendo su labor interna desde el propio, y cada vez más propicio, sistema. Y nosotros, los ciudadanos, somos los que los estamos aupando al poder… ¿Cómo?, con el truco más viejo del mundo: prometiéndonos lo que queremos oír.
El caso es que la cosa encaja… o así me lo parece a mí. Las declaraciones abiertas de los eminentes Stevenson y Marty desde sus alejadas geografías del mapa, y desde sus distintas pero avanzadas disciplinas profesionales, vienen a decir lo mismo con diferentes lenguajes… Podríamos afirmar (o al menos suponerse) que el futuro cognoscible no apunta a nada bueno que digamos. Y eso es así, porque somos los propios ciudadanos los que estamos sancionando por las urnas tal estado de cosas, y, ya de paso, el ocaso de la democracia como la mejor forma de gobierno posible, tal y como se conocía el axioma (véase en mi artículo anterior, aquí mismo, el resultado de una de las últimas encuestas de opinión).
Y la incultura, la ignorancia, inyectadas desde los planes de estudios de los gobiernos implicados, va haciendo su efecto de anulación y vacío en la gente, donde se sustituye por el nihilismo, el consumismo, el panycirquismo, el consumismo y el hedonismo. Es el proceso de gentificación puesto en marcha, el que va haciendo su trabajo con miras al objetivo… Vías de escape, y resquicios proclives a la esperanza, yo veo pocos, casi ninguno, pero igual también estoy perdiendo la vista, al igual que perdí el oído… El día que pierda el remanente de libertad que aún me permite escribir esto – que no sé si ya usted leerá, o no – lo habré, se habrá, perdido todo.