LOS MALOS DEL CUENTO

Pido mil perdones. Si bien esta última Semana Santa me la propuse a mí mismo como prolongación cuaresmal de no convertir la tinta de mi pluma en sangre, algunos/unas se quieren seguir sintiendo ofendidos (y así mismo me lo expresan) por alguna opinión escapada en algún brevete de los que igual escribo… Esos que se me escurren y que son como garbanzos negros. Nada en absoluto. Pero bueno, en fin, como en estas flores no se respeta presunción de inocencia alguna, pues me confieso culpable por si algunos álguienes hayan podido sentirse señalados, aunque esté convencido que son ellos solos los que se señalan a sí mismo en el fondo, y luego me señalan a mí como excusa.

Del otro lado de las aguas atlánticas, un grupo de Tucumán, de aquellos que me brindaron la mención especial y especiada, como consuelo de la última navidad mal-pasada, me preguntan en qué y cómo empleaba yo aquesta Semana Santa en aquellos prodigiosos años sesenta del entero mundo… Pues, la verdad, como casi todos en edad joven, en intentar “ligar”, en lo de (no) “comerse una rosca”… Para los que no lo sepan, eso viene de las chulapas fiestas madrileñas. Cuando un “Pichi que camina del Portillo a la Argüancela…”, como canta el chotis, le ofrecía una rosquilla, como petición del tal baile, si la aceptaba, entonces se la comían a medias, y si no era aceptada, se la zampaba él solo, pero como si no se la comiera.

Así que, los de mi más próximo petardo, nos acercábamos a Cartagena en días de procesionaria, a darnos una vuelta, ¡cuán tontos e infelices!, por el Molinete, conocido lugar de triste lupanar y condenación eterna. Así que esas santas y santificadas fechas, las usábamos para hacer oposiciones al más severo infierno… Había que ser gilipuás totales, para, luego, en el pueblo, dárnoslas de vividores cosmopolitas, cuando solo éramos unos margaritas. Aquí, a este lado de Missouri también se los llamaba “pringaos”. Íbamos de fotofija más tiesos que el bacalao. Hoy a esos se les llama “pagafantas”.

Y todo ello, arrastrando unos imberbes 16/17 años, y arrostrando el enorme riesgo de que Dios hiciera de nosotros unas estatuas de sal como escarmiento y sarmiento; y mandara nuestras almas directamente y sin pasar por taquilla a “donde todo es lamento, condenación y crujir de dientes”… y sin pasar tampoco por un buen cura que nos aviara el pasaporte; una especie de absolución de urgencias; una suerte de tirita sacramental, no sé… Aún teníamos fresco en el ánima lo de Sodoma y Gomorra, donde, por empecinados y maleducados, les calló una lluvia de fuego que ni lo de Nagasaky.

Así, tal cual, eran las cosas hace más de medio siglo, amigos míos… Entonces, las admoniciones, anatemas, condenaciones y pecatus-tuus, nos venían de los representantes sacros y políticos, además de tus más encendidos prójimos, próximos a la cristiana perfección; pero hoy, si bien que con la falsa etiqueta liberalista oportunista, y presumiendo de tolerancia, te asaetean desde las llamadas Redes por cualquier tontez… Ayer, los pescozones te venían dados por el nacionalcatolicismo imperante; y hoy por la peor incultura fundamentalista reinante. Y no sé lo que es peor… Si entonces te jugabas tu reputación y otras cosas peores, ahora puede que no, pero que casi también…

Sin embargo, me sigue llamando la atención que, en nombre de cualquier fe, creencia o religión, puedan empapelarte por “sentirse ofendidos” si tu opinión difiere de la de ellos… Esto es: tú no puedes decir, por ejemplo, que la procesión, con o sin salto de reja, es una idolatría manifiesta, pues dicen que delinques; pero ellos sí que pueden tratarte como satánico y mentarte a tu santa madre, pues se sienten en su santo derecho a hacerlo. Incluso han formado una especie de guardia de corps, como un ente oscuro, como un somatén jurídico: unos autollamados Asociación de Abogados Cristianos, de un fanatismo atroz, que apunta a todo lo que se menea en tal sentido.

Hemos llegado a extremos que hasta el propio sentido del humor es condenado por estos ulemas de muy dudosa cristiandad… Confunden deliberadamente, claro, chistes aún de dudoso gusto, con ataques a la dignidad católica, de una fe bastante inmadura. No saben defenderse con razones, sino con malas acciones.. Eso, unido al correctivo y buenrollismo político imperante, ha logrado una sociedad timorata, bajo una soez neocensura, donde ya no se puede exponer nada en libertad… Pase solo lo políticamente correcto, please.

Según tales cánones. A mí se me puede considerar entre los malos de la película, de ahí el empezar santiguándome y pidiendo a los buenos perdón por los “porsiacasos” que se me puedan ocurrir… aunque quisiera seguir teniendo la oportunidad de seguir diciendo. Lo que, en tales festejos, ellos tienen por santificar, para mí es hacer burla ignorante y falsificar. Pero opinar lo contrario no es insultar, ni ofender, ni injuriar, tan solo es no estar de acuerdo. Nada más que eso. Y si tengo que coletillear en toda ocasión el “con todos mis respetos”, pues lo hago y ya está… Pero no me coman más la oreja, anden, porfi…

        Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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