GARRAFALLOS

MURCIAECONOMÍA

Lo del asesinato de la educadora social de 35 años, Belén Cortés, por tres menores a su cargo en una vivienda tutelada, ha pasado, sino de tapadillo, sí de tapabocas, no digamos de tapaconciencias… Es un hecho que debería interpelar, no solo a la ciudadanía, sino también a los entresijos de una administración más preocupada de los votos que les procuran sus negocietes, que el bien de la sociedad a la que se debe. A los ciudadanos se nos alimenta de creencias (falsas) y de prejuicios manufacturados según la factoría ideológica que los suministra, y nos limitamos a repetirlos como eructos.

Por ejemplo: si esos menores, al igual que los que también han matado a Samuel Luz en Galicia, y otros después en León a alguien por homosexual, hubieran sido “pateritos”, inmigrantes de Centros de Acogida, los malconocidos por Menas, o simplemente extranjeros, la derecha y ultraderecha de este país (cada vez se parecen más) hubieran movido una escandalera de medios de muchísimo cuidado; hubieran organizado un auto de fé donde habrían exhibido todos los bulos, embustes, odios y mentiras a discreción que siempre tienen en batería… Pero no, en los tres casos se trata de españolitos de crianza propia. Los de la cuidadora, hasta de buenas familias de Badajoz. Así que mutis por el foro y a mirar para otro lado… Mejor así, pues la xenofobia y el racismo se hubieran disparado por las calles y mentideros de España a cotas de persecución en este país voxéfilo.

Así que, aguantado el dolor que los padres, hermanos y familiares de los hijos asesinados, como también los de los hijos asesinos, que tampoco debe ser poco, hacemos como los cánidos cuando defecan: cavamos la tierra con las patas traseras para tapar nuestras mierdas, y seguimos nuestro camino en busca de otros huesos que roer… Y tendemos a olvidar lo que no deberíamos olvidar, pero debería interesarnos reconocer, que es, por ejemplo, la responsabilidad culpable de nuestra Administración, la nuestra, la que tenemos, en ello…

Esos tres chavales – dos críos y una cría – tenían un historial delictivo más largo que Bonny & Clyde… Se habían escapado un montón de veces del piso tutelado; habían cometido robos, atracos y todo tipo de violencias; se habían dado al consumo y “pasote” de drogas, y a todo desmadre… Trabajadores del centro habían advertido repetidamente sobre la peligrosidad de tales hechos, con el familiar resultado de “fallo en la cadena de mando” como en el régimen stalineano, con que se sacude uno el muerto… En una ocasión, tras encontrarlos la Guardia Civil en una de sus múltiples fechorías, no hicieron otra cosa que devolverlos al centro sin pasarlos por el Juzgado de Guardia (¿?).

Motivo – avergoncémonos todos, por favor – porque resulta que no había un Fiscal de Menores de guardia, al ser fin de semana… Pero es que la empresa encargada de prestar el servicio (porque delegamos el tal servicio de tutela encima) tampoco prevé en su contrato ni turno de guardia, ni de refuerzo, ni de nada, en el personal destinado a la guía y vigilancia de estos menores problemáticos…Porque resulta, señoras y señores, que estos menesteres, como tantos otros de primera importancia que no debieran, los tenemos externalizados a empresas por cuatro chavos, que se traduce en una ausencia de recursos que lastran la atención a las personas a las que va destinada… Algo así parecido, dicho sea porque viene al caso y al paso, que con la sanidad madrileña de la ínclita señora Ayuso en Madrid.

Y esto, por no pensar en negocios entre compadres, tipo compraventa de mascarillas en tiempos de Cóvid y pandemia, de lo que aún salen secuelas apestosas… Y aquí no hay siglas, aquí hay mangoneo y manga ancha por ambas partes y partidos. Por eso mismo que hay que hacérselo mirar: la externalización de los servicios públicos de riesgo; la privatización de áreas que corresponden al Estado, no pueden, ni deben, obedecer a criterios de rentabilidad empresarial, que nada tiene que ver con el fín último que ese mismo Estado debiera prestar… De ahí la precariedad manifiesta: porque hay muchos intereses en el pesebre.

Eso está establecido en muchas facetas del servicio público. En algunas tan solo supone dinero; pasta a repartir entre socios de viaje: empresarios, políticos, hermanos, cuñados y demás influencers de las comisiones y el tomydaca institucionalizado… Pero en otras se implican a vidas humanas, como es el caso que nos ocupa – o que nos ocupó hace cuatro días – y hoy se me ocurre tratarlo aquí…Y yo no veo que tampoco se haga nada al respecto; ni siquiera que implique a la conciencia ciudadana (suprímase un paso semanasantero, por ejemplo, y vean qué ocurre), y si es que tal conciencia ciudadana existe, claro.

González-Harbour, un certero columnista que comenta este hecho y caso concreto, termina su artículo con una flecha envenenada, pero tan certera como acertada: “Hay un debate que abrir: el de la externalización de servicios tan sensibles que pueden causar toneladas de dolor. Al luto de los padres de las víctimas y al de los de los verdugos, sumemos aquí también el luto por todo lo público”…

Pero como yo soy más malévolo que él certero, me atrevo a preguntar: ¿de qué luto habla?.. ¿es el expresado, por ejemplo, por el pueblo valenciano en sus incontenidas fallas apenas un mes de la tragedia por la Dana?.. ¿es el expresado en nuestra catolicristiana Cuaresma con signo de ceniza, trufada de jolgorios y carnavales?.. Antes, al menos, se disimulaba, aún farisaicamente por supuesto, pero ahora ni nos molestamos en ocultar la farsa. Manipulamos la también falsa tradición a nuestro interés. A tomar por saco el significado de las cosas y el porqué de los casos…

Así que lo del luto es otra mentira más; un recurso para quedar bien obrando mal; un prostituido sentimiento; un pésame plastificado… Si estas muertes se hubieran producido por “menas”, ya lo he dicho antes, hablaríamos de dolor cuando solo sería odio, esto es: rabia inducida… No. Nos mentimos a nosotros mismos y nos creemos nuestros propios embustes, pero no queremos ver la puñetera y jodida verdad…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escribirgo.com / miguel@galindofi.com

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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