(de La Razón)
A los Caballos del Vino se les forra literalmente de cutres arabescos y fotografías, sofocándoles su sudor natural (fatal para un caballo) y en toda su respiración. Luego se les lanza a una carrera, tirando a su vez de “imitamozos” que lastran sus laterales.
Llegan pifiando, y algunos con las rodillas lisiadas y sangrando… Pero aquí no hay maltrato animal. El equino disfruta como un cochino. No sufre, no se le fuerza…
Y al que se le ocurra decir lo contrario se le cuelga la doble cruz de plomo por falso y por blasfemo. Y se le echa encima toda Caravaca a modo de ¡nene, caca..!
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – info@escriburgo.com