Hace tiempo, escribí un artículo (El otro Islam, creo) sobre Kahína Bahloul, la primer mujer Imam en Francia, por un artículo aparecido sobre ella en El País que me fascinó… Preside y dirige la Mezquita de Fátima, en la que desarrolla un islam progresista donde pueden acudir hombres y mujeres juntos, y éstas con velo o sin velo, según su voluntad, incluso en vaqueros, y donde acuden personas independientes a su fé, sin condiciones ni coerciones religiosas o sociales previas. Y recibe, claro, amenazas de muerte por ello: por predicar el auténtico, genuino y verdadero Islam… un islam que me retrotrae a mis viajes a los campos de refugiados saharauis, en Tinduf, departiendo con el Gaadí de la wilaya, con la Biblia y el Corán por testigos, y entre un rosario interminable de vasos de tés, arropados en una liberalidad, tolerancia y confianza que aún me resultan increíbles. No se nos olvide que la palabra “islam”, precisamente, significa “paz”.
Kahína es hija de árabes, y nieta de cristianos y judíos. Las tres religiones llamadas “del Libro”. No resulta extraño pues, que en sus estudios superiores de religiones comparadas haya logrado un sincretismo que avanza en el camino de la paz y del entendimiento, esto es, la antítesis del islamismo radical, que es lo único que “se nos vende”, y se nos inocula a unos y a otros, tanto a sus seguidores como a sus contrarios; tanto a los que lo profesan como a los que los combaten y condenan… Y no deja de ser una anomalía que a sus “competidores” nos hagan llegar tan solo esa parte dogmática y violenta, silenciando lo contrario, para así poder justificar mejor ambos nuestras sendas “guerras santas”.
Esta mujer no lleva velo, no cree en el ritual de que la oración sea la esencia de la fe, no segrega por sexos en su mezquita, y proclama, aún a costa de su vida, una percepción igualitaria, compartitaria y humanista, en el seno de la comunidad musulmana francesa y la del resto del mundo. Una mujer que quiere devolver la espiritualidad, la mística y el ecumenismo al seno y centro de la vivencia religiosa… No resulta nada extraño, ya que es una persona versada en el sufismo, lejos de la transgresión fanática y fundamentalista, y, curioso, cuyo padre intelectual es nuestro cercano Ibn Arabí (tan lejos su conocimiento de las gentes de estas tierras, por cierto).
“He elegido ser musulmana tras haberme concedido permiso a mí misma para dudar y cuestionarlo todo”, dice… Y añade: “la fé no se hereda, se adquiere, se abraza de buen grado, por un profundo sentimiento del corazón”. Algo demasiado parecido a lo que yo – me he – y he repetido cansinamente a todo el mundo a través de éstos, mis pobres y humildes escritos, de que la fé no se hereda, ni se transmite, ni se impone (eso es catequizar); que la fé hay que buscarla para poder encontrarla. Por eso me identifico plenamente con ella.
Esta Imam también es jurista e ismalóloga, que no islamista, ni ismalófoga, claro. Y decidió tirarse al ruedo tras los atentados en Paris de 2015… Ya he dicho que se juega el pellejo, pero lo ha decidido libremente y asumiendo plena conciencia de lo que hace, entendiéndolo como una cruzada. Una cruzada de doble sentido, como una carretera de dos direcciones: por un lado, intentar darlo a conocer a los suyos, y luego al resto de gente occidental, para que dejemos de considerarnos como sanguinarios rivales.
Es que resulta muy, muy curioso, es que esas tres llamadas “religiones del Libro” a las que he aludido anteriormente, tengan un mismo, solo y único origen: Abraham, el también llamado padre de todos los creyentes, y que, sin embargo, esas tres religiones (judía, cristiana y musulmana) siendo hermanas como son, sean también las mayores conjuradas enemigas entre sí mismas… Y lo que es peor, mucho peor, aún con los miles de años de andadura, tan solo hayamos adoptado la parte más manipulada, torcida, prostituída y falsaria de esas mismas creencias: aquella que nos obliga a aplicar el odio, la parte más fratricida del ser humano.
Mientras sigamos así, y no queramos darnos cuenta, ni ellos adoran el islam, ni los otros el judaísmo, ni nosotros el cristianismo, si no que todos adoramos el cainismo. La mentira de las religiones, no la verdad universal. Porque solo seguimos y escuchamos a bárbaros ayatolhás y profetas de uno y otro lado que nos empujan al rechazo y al asesinato del que no profesa como nosotros. Por eso mismo nuestras fes son falsas, porque no pro-fé-sa, si no que contra-fé-sa.
Así que, permítanme y perdónenme, yo voy a seguir voceando a estos inauditos seres humanos que se salen del camino trazado y torcido, para encarar el recto. Como esta valiente mujer, Kahína Bahloul, que ha asumido la arriesgada tarea de enfrentarse a los poderes ocultos de las tinieblas en las que nos empeñamos en revolcarnos todos, para traer la luz a quiénes quieran verla… He encontrado su libro: “Mi Islam, mi libertad” se llama, y está editado aquí, en España, por La Llave, y merece la pena leerlo, se lo aconsejo a ustedes. En él se cuenta cómo se “deconstruyó” el verdadero Islam para reconstruir el falso y sanguinario actual.
Déjenme recomendárselo, si quieren saber lo que vale un peine. Y si no quieren saberlo, porque a lo mejor, o a lo peor, les cambia la manera de ver las cosas de forma honesta y honrada en ciertos casos importantes, y eso es una responsabilidad moral y personal un tanto incómoda, pues, simplemente, miren para otro lado.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com