CHAPEAU

Hay un muy buen columnista y escritor, Juan Manuel de Prada, honesto creyente y de extracción católica – como a sí mismo se confiesa en sus escritos – al que no me duelen prendas de aplaudir en muchos de ellos, a pesar de mi reconocida acidez religiosa; y es por su honestidad en plantear y reconocer casos y cosas, que, aquellos/aquellas que hacen dogma de su pensamiento, son incapaces ni siquiera de plantearse la más mínima posibilidad de tal reconocimiento por la rigidez de su planteamiento… Y hablo tanto del terreno religioso como del político, y con el mayor de mis respetos, claro…

Uno de sus últimos, por ejemplo, es en el que se reconoce atraído por la lectura de los llamados Evangelios Apócrifos; tanto por su interés histórico como por su texto y/o belleza sintáctica y didáctica, y, sobre todo, el respeto que muestra hacia sus contenidos, al margen de la práxis de la Iglesia y de la opinión de sus exégetas… En su artículo “El Cielo Inmóvil” así se muestra, y así mismo lo demuestra. Y eso le honra. Confiesa el hombre que no los había leído, “imperdonablemente” dice, hasta hoy, y se muestra con ellos tan considerado como educado, valores éstos, por cierto, que no deberían faltar nunca, se tenga la creencia que se tenga quién la tenga.

“Apócrifo” viene de raíz griega, y significa “apartados”… Y, efectivamente, dice bien, es más exacta tal definición, y justa, que la de “falsos”, como se ha querido siempre dar a entender, e interpretar malamente, en oposición a “verdaderos”. El Concilio de Trento los “apartó” de los “canónicos” (de Cánon) por considerarlos no homologables con el Dogma; y, al menos que yo sepa, el tal Dogma, o dogmas, son inventos interesados interpretados por humanos, no son divinos… El decir que los llamados Canónicos son “escritos revelados” no es más que un eufemismo ignorante: ¿revelados por quién?; ¿cuándo, dónde y cómo se produjo tal “revelación”?.. Contestémonos, por favor, con el mayor de los respetos, pero con la mayor sinceridad, lógica y sentido común también en el lote.

La estrategia segunda es sencillísima, y se traza en tres pasos: primero, se establece el mensaje y el guion a seguir; segundo, se apartan y/o eliminan todos los que no cumplan la norma establecida; y tercero, se obliga al personal creyente-practicante a, por tal norma y dogma, convertir el mito en rito. Esa es toda la estructura en que se sustenta la base de toda religión… Al margen de todo esto, y prescindiendo de personales y particulares valoraciones, el leer el Evangelio de la Infancia de Tomás; o el conocido por Protoevangelio de Santiago; o el llamado Mocedades de la Virgen, o tantos otros, son de un gozo liberador; algunos bellísimos en su exposición y estructura; y otros la mar de interesantes… Siempre, claro, con la cautela de una buena base cultural, y la salvaguarda del librepensamiento, sin lo nocivo del catecismo dirigido, a ser posible.

Por eso mi querencia de hoy el incidir en el ejemplo del autor que cito al principio. Es sano y refrescante encontrarse con personas libres de prejuicios, independiente de sus creencias y excrecencias. No es lo que abunda, precisamente, y por eso me complazco en ello… Tengo interlocutores, a los que aprecio sin reticencia alguna, y que se empeñan en etiquetarme desde sus respectivas etiquetas. Ven solo lo que quieren ver, e ignoran lo que quieren ignorar. Y me acusan de lo uno y de su contrario por la misma razón y hecho concreto, según el lado del River donde tengan levantado su campamento.

Por supuesto que, en mayor o menor medida, nadie, absolutamente nadie, está libre de sus querencias y tendencias. Yo tampoco, y, a veces, hasta ignoro en qué medida. Humanus est… Pero de lo que estoy total y absolutamente seguro es que no puedo ser cara y cruz a la vez y al mismo tiempo. Yo sigo pensando, a pesar de lo que me achaquen, que la intención reside más, mucho más, en lo que se interpreta que en lo que se dice. Como igual estoy convencido que la subjetividad del opinante es más marcada que la del opinador, por mucho que ambos se esfuercen en que no sea así.

El poner al ser humano por encima de la ideología, y, sobre todo, por encima de la política y de todo partidismo, es una lección aprendida (es mi intento, al menos) de la figura de mi padre. Él perdió dos guerras, fue machacado, hundido y humillado, le obligaron a una existencia que nunca quiso y lo privaron de la única ilusión de su vida, sin haber sido nunca culpable de nada. Y, sin embargo, jamás guardó un solo átomo de rencor, ni de animadversión, ni de revancha, ni de resentimiento, hacia nadie ni por nada… De él aprendimos a SER antes que SENTIR, y a valorar la dignidad por encima de la adversidad, pero, sobre todo, a no señalar culpables… Y todo eso es imposible sin una dosis de equidad. He llegado a encontrarme con personas que juzgan el libro de su odisea (El Teniente Galindo) y, de paso nos juzga a sus hijos por escribirlo… ¡sin haberlo leído!.

¿Cómo se puede opinar sin conocer?.. Es fácil: porque creen que saben, solo porque están condicionados por un pensamiento imbuido, no adquirido. No necesitan más. Son personas que lo que sí necesitan es justificarse a sí mismas porque creen que son juzgadas por los que no piensan como ellas. Y no es así… o no debiera ser así. Yo lo intento – no sé si lo logro – y lo tengo siempre presente. Es la herencia (la única preciada) de mi padre; la que nos legó a mi hermano y a mí, y quizá que la que más apreciamos ambos. Por eso abomino de la etiquetósis de origen que hoy abundan tanto, y se encasqueta con tan torpe impunidad.

Y tampoco es que me queje… El escribir, pensar y opinar con cierta libertad, trae una diana colgada a la espalda. Siempre. Si te mueves a un lado, te llevas tiros del otro lado, y si te mueves de ambos lados, te los llevas por los dos lados. Pero nadie te reconocerá el llamado por conocido “fuego amigo”, si es que éste existe. Ese es un riesgo libremente elegido por ti mismo… Y si procuras no estar con nadie, es cuando te colocan contra todo y contra todos. Cuanto antes se nos meta en la cabeza, antes lo aceptaremos, y mejor para los que así sabemos, si es que alguna vez así lo sentimos, y así lo aprendemos

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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