FELIZ NAVIDAD

Se habla de un hombre del reinado de Augusto de nacimiento milagroso. Había una mujer que, una vez empezó a hinchársele el vientre, se le apareció un ser de luz que le anunció que pariría a un Dios en nuestro mundo… La noche de su alumbramiento, en un humilde aprisco, en vez de una señal del cielo a la tierra, salió un rayo de la tierra que se elevó perdiéndose en los cielos… Llegado a su edad adulta, atraía a las gentes para escuchar lo que hablaba. Era hermoso, de largo pelo, vestía pobremente, e iba descalzo. Acudían muchos a que los curara, para expulsar sus demonios, o incluso para resucitar alguna hija, algún siervo, algún hermano…

Un día cuentan que, en Roma, vió pasar un cortejo nupcial que llevaban la novia a desposarse. Pero antes de llegar al lugar, enfermó repetidamente y murió, trocando la alegría en llanto… “Posad las andas en el suelo, pues os haré cesar el dolor por la muchacha”, les dijo, preguntando el nombre de la joven, “y sin más tocarla y decirle algo al oído, la despertó de su muerte. La joven revivió al momento, recobró el habla, y volvió a la casa de su padre”… La gente sugería que era uno de los dioses, a lo que contestaba: “no soy mortal”. Su historia se propagó por todo el imperio romano, se hizo muy popular, y se cuenta que hasta la familia del emperador empezó a rendirle culto. Hablando con un discípulo que preguntó sobre su muerte, le dijo: “yo sabré que no he muerto; pero tú creerás que habré resucitado”…

El tal personaje, casi contemporáneo de Jesús, se llamaba Apolonio de Tiana (del 15 al 98 d.C.), griego, de buena familia, místico, filósofo y matemático… Según Filóstrato, sofista e historiador ateniense, luchó contra la tiranía; sabía todos los idiomas sin haberlos estudiado; entendía el lenguaje de los animales y hasta de los pájaros; y también leía el pensamiento de las personas que se acercaban a él… Lo verdaderamente curioso del caso, es que los cristianos de las primeras épocas, aludían a él como “El Anticristo”.

Se ve que lo tomaron como una competencia directa… Y lo cierto es que era una época que abundaba en personajes históricos que se manifestaban y conocían como dioses nacidos de una Virgen: Asclepio, Pitágoras, Alejandro Magno; antes Ahura Mazda, Osiris incluso…  También Vespasiano, del que igual se dice que curaba a los cojos y daba vista a los ciegos. De hecho, el cristianismo tuvo que ir reinventándose a marchas forzadas, e inventando e incorporando dogmas que lo reforzaran como religión, y a la vez y al mismo tiempo, lo diferenciaran todo lo posible del resto de creencias similares, cuando no copiadas, en todo o en parte, unas de otras… Al fin y al cabo se trataba de fundar nada menos que toda una religión, nada de seguidores de ideologías espurias que solo duraban la membresía. De hecho, hoy es una de las tres más grandes del mundo.

Pero yo no voy a entrar en lucha religiosa alguna, con o sin el permiso de todos ustedes… Desde la distancia y con todos mis respetos hacia los que no compartan mi opinión, veo un espantoso contrasentido que se establezcan guerras, cruzadas, matanzas y persecuciones entre los posibles distintos, o parecidos, “Hijos de Dios”… Mejor dicho, entre los seguidores de los tales Hijos de Dios (el mío no es más Hijo de Dios que el tuyo, y yo no te debo masacrar)… Me barrunto que Dios puede destacar a cuantos hijos suyos quiera y le de la real gana, e incluso establecer los niveles que considere oportuno; es más: el propio Jesucristo dijo muy claramente que todos lo somos, que nadie está por encima de nadie, y que él era el último servidor de todos… Dijo más: que nadie morimos realmente. Otra cuestión es que convenga “vendernos” otra cosa.

Pero, una vez aclarado tal punto, el énfasis que deseo poner en éste, mi artículo de hoy, es que, actualmente, nosotros no honramos, ni celebramos, nacimiento alguno de ninguno de los Hijos de Hombre y/o de Dios que haya podido haber; ni Jesús de Nazaret ni Apolonios de Tiana ningunos… Al dios que adoramos cerrada, directa y enfáticamente es el dios Mammón; el dios del consumo y del dispendio; el ídolo hedonista del desparrame; al despiporre del narcisismo; exactamente a todo lo contrario a lo que debería representar. Adoramos, éste sí que sí, al auténtico anticristo, entronizado en los altares de los santos mercados y de todo despropósito, no por ningún principio religioso que no sea el de epatar en vez de rezar… Da lo mismo el Cristo que sea, o como se llame. Los hemos traicionado a todos.

Por eso éstos mis christmas navideños de cada almanaque (ya me quedan pocos, no se preocupen) suelen despegarse de todo folklore pseudoreligioso y pomposo, y de cuánto tópico típico se revisten para disfrazarse del mejor paganismo; de ese “vuelveacasa” que no valen ni sus palabras refritas… Nada de lo que celebramos es genuino, ni auténtico, ni verdadero. Por no ser, ni siquiera es histórico con respecto a sus fechas, que son de una total manipulación. Tan solo los nombres de los personajes se mantienen apenas en una cartelera de la que se ha perdido todo significado.

Así que se engaña quién quiere hacerlo, que adeptos y justificadores son legión… Yo me niego a admitirlo, y me seguiré negando. Nunca lo utilizaré como excusa por una “tradición” a la que usamos y de la que abusamos, como falso cebo para un falso anzuelo en el que picamos cada año encantados de habernos conocido. Sin el más mínimo pudor ni rigor, ni escrúpulos algunos.

Por lo tanto, como todo carnaval de por estas fechas (las Saturnales romanas, en realidad / 25 diciembre = fiesta del Sol Invictus) un servidor de las monjas y de todos ustedes, les repite, como el ritual que es, y porque no se llamen a engaño, mi poco entusiasta pero muy iconoclasta, feliz Navity.- Y que aproveche.

Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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