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para murciaeconomía
Una tarde llegué antes de tiempo al Telediario del mediodía (es uno de mis vicios confesos). Me encontré con un programa de pura y dura casquería – perdonen que no recuerde el marchamo, pero aún se mantiene – en que una presentadora asistida por un re-presentador cachas, pegado y pagado de su cuerpo, con la ayuda de dos “expertas” más en los temas que casqueaban, ilustraba al personal de su lustroso nivel… Es de las veces en que he sentido auténtica vergüenza ajena, y a lo que, por cierto, ya debería estar acostumbrado, dado lo que hoy hay.
En el caso del asesinato a puñaladas de un taxista madrileño por parte de un zagal de 16 años, la conductora del programa preguntaba a una de las “expertas” algo sobre el papel de la madre del puñetero crío, y la gran sabedora contestaba que “debía de haberle enseñado responsabilidades al chiquillo”, ¡cuán gran saber el suyo!.. En otro caso del repertorio preparado, en que una pobre mujer de 78 años malvive en una casa que se le cae encima, le llueve, y por cuyas ruinas se le cuelan ratas y toda clase de bichos, la directora del engendro, ¡válgame el cielo!, requería de la segunda experta convocada, si una mujer octogenaria y sola podía vivir en semejante antro (ustedes, que no son expertos, contestarán que ni una mujer, ni un hombre, de 60, 70, ni 80 años), así que la “Experta” contestó que no, que niet, que non, que “así no se puede vivir”… Otro “micrófoman” de estos – y de estas – desplazados para que hablara del partido de tenis Nadal-Alcaraz, que se celebró por el cazo petro/árabe, tras etiquetarlo de “Histórico”, qué nivel el suyo, soltó que era “el presente y el futuro de nuestro tenis”, cuando Rafa se despedía precisamente con tal partido.
Y así todo el programa. Yo me preguntaba, primero, si todos esos mediocres especímenes profesionales, cuando no grotescos expertos en lo suyo, cobran por lo que dicen; y luego, si lo que dicen es cuánto saben… Y segundo, si los consumidores de semejante bazofia no nos damos cuenta de la bajeza de calidad, rayana en la más supina ignorancia, que reparte y se destila desde un espacio pagado con dinero público, como es el de TVE. Pero, claro, son preguntas que se quedan sin respuestas.. En este país todo vale, todo sirve, todo cuela por unas tragaderas hechas para trasegar incultura de la que nadie parece querer percatarse… Entiéndanme, no estoy hablando de cuya temática me guste más o menos, no, no es eso, estoy tratando del ínfimo y patético nivel que deslizan una gran parte de esos programas, sin duda que paridos para aborregar al personal con lo peor.
Así que, si tenemos lo que somos, ya que, al fin y al cabo, somos lo que tenemos, entonces no es de extrañar, y se explica razonablemente el maquiavelismo con que son expuestos y tratados los programas “informativos”, repartidos sus tiempos entre desgracias y panicirquismo de mala calidad y de peor cualidad… El otro día, como otro ejemplo de parcialidad, más de la tercera parte de un TeleDiario fue empleada en una entrevista a Pedro Almodóvar, por el premio obtenido en el Festival de Cine de San Sebastián, cuando, desde cuatro días antes, se nos viene machacando a tiempo completo y jornada completa con la misma mención al mismo personaje desde el mismo festival… Es tan solo que un ejemplo, por reciente, pero de estos hay decenas de docenas. Pero ni nos damos cuenta. Son como supositorios, que ni nos preguntamos, ni nos cuestionamos, ni nos resistimos.
Así, de tal manera, los políticos están construyendo, junto a las oligarquías económicas, una sociedad ignorante, inculta, y, sobre todo, polarizada a sus intereses… Por ejemplo, se supone que dentro de esa sociedad, el estamento universitario debería estar entre los más formados y educados, ¿no?.. sin embargo los de la Universidad de Navarra arremetieron contra el ministro Marlaska a gritos de “maricón”, y con un violento carácter ofensivo y homófobo. Yo no digo que esta persona no haya cometido errores en su función política, que claro que sí, pero no es la forma ni la manera de encararlo. Y esto vino de jóvenes estudiantes universitarios, a los que se supone una formación privilegiada.
Hay infinidad de ejemplos todos los días… En el rifirrafe montado entre gobierno y oposición por lo del ataque al Fiscal General del Estado, Ayuso reclama su dimisión, y la de Sánchez por la supuesta implicación de su esposa en casos de corrupción; y Sánchez, por su parte, exige al PP la dimisión de Ayuso, como pareja y connivencia con un delincuente fiscal, convicto y confeso… Ambos se acusan de lo mismo, pero ninguno tiene la honradez de ver la paja en el propio ojo, pero sí apreciar la viga en el ajeno… Ambos pueden llevar razón, pero los dos la pierden. Los dos son reos del mismo delito, pero ambos lo proyectan en el contrario.
Podría seguir poniendo casos y cosas que demuestran el país que formamos y en el que vivimos (lo segundo se da por lo primero) pero me faltaría espacio, y el objetivo del presente no es otro que mostrar el efecto de tales causas… Y el efecto es, ni más ni menos, que lo que reseñaba al principio de este artículo: el nivel informativo, en consonancia con el formativo, viene a ser desinformativo. Esto es, lo emisor en consonancia con el nivel receptor. O sea, los que formamos el companaje de ciudadanaje por término medio… Y aún dentro de tal nivel (bajísimo) existen un par de indicadores: la calidad de la información, y la calidad de la comunicación de esa misma información… Ustedes mismos.
Dentro de ese caleidoscopio también entra una no despreciable cantidad de personas que pasan hasta de los informativos – sean escritos o parloteados – y solo brujulean su existencia entre los partidos de la selección nacional; los partidos/partidarios de su selección; el calendario de fiestas, puentes y salidas; los Black Friday y navidades mil; y las cienmovidas del Inserso… Y su posición, opinión, o compromiso social, lo basan en lo que les llegue manipulado y adaptado o adoptado a lo que sus orejas quieren escuchar. Es una ciudadanía adepta y adicta a unas orejeras pre-determinadas, cuyas opiniones son tas típicas y tópicas que forman una serie monótona y desmatizada, a pesar de cuanto dato contrastado la contradiga…
Por ejemplo, el otro día, el Director Nacional de la Policía, en una intervención pública en las cámaras legislativas, dijo que “en modo alguno, la inseguridad tiene que ver en incidencia con la inmigración, ni está relacionada en absoluto en todo lo que se dice y se le achaca”. Pero la calle quiere “orejear” lo contrario; la gente prefiere creer la mentira a creer la verdad; opta por encadenarse a la propagación de bulos, en vez de combatir el embuste… Y nos convertimos en lo que no deberíamos ser; pero lo hacemos porque queremos serlo.