Por el de hace unas semanas en esta misma cabecera, ¿No es Racismo?.. me llovió de todo, muy rico en epítetos, desde “amigo de los moros” hasta “antipatriota”, pasando por “ser un vendido”… Si quieren que les sea sincero, tampoco esperaba otra cosa. En estos casos, los que están de acuerdo, no opinan y actúan según el conocido principio de “quién calla otorga”, y solo la furibundez de los que están en desacuerdo es lo que suele ser normal que se manifieste en contra. Eso pasa. El intentar mirar estos fenómenos con ecuanimidad, esto es: viendo el problema completo, y no tan solo que la mitad interesada en exponer mientras se oculta la otra mitad que no interesa reconocer, si es que se da, no se conoce, y mucho menos se reconoce. Pero es una ceguera impostada en la que no me voy a permitir participar.
Sirva aquí pues, también, la respuesta dada a los que me han parado por la calle para mostrarme su punto de vista contrario, al que, por supuesto, están en todo su derecho de manifestarse. Y es la siguiente pregunta: ¿en todo ese artículo vierto alguna afirmación que falte a la verdad comprobada?.. Nadie me ha dicho que sí, hasta el momento, ni me ha concretado en qué. Pues bien, entonces, si no miento, al menos tengo el derecho a que a tales dudas razonables se les eche al menos una pensadica, ¿o tampoco eso?.. Lo único que se me confirma es la existencia generalizada (porque así se ha interesado que sea) de un par de tendencias entremezcladas en este fenómeno social: en las que se impone la ignorancia y manda la cerrilidad.
No voy a usar éste de hoy ni para rebatir algo que la razón no puede ganar, ni para debatir algo que tampoco se quiere escuchar… Y eso a pesar de que, en el entorno en que vivo, se ha empezado a sufrir delitos de supuestos “menas” que, lo reconozco, rebaten mi defensa. No obstante, me pregunto si a ese menor que roba se le hubiera ofrecido un curso en la Fremm de mi amigo Alfonso, por ejemplo, para cubrir una plaza de los muchísimos soldadores que faltan, si estaría delinquiendo… Así que tan solo lo haré para decir simplemente eso, y plantar la exposición de otro hecho real, palpable y demostrable, sin otro juicio que el que se desprenda de su propio relato, sin pretender ir más allá ni más acá de la enseñanza que cada cual pueda sacar en su propio y honrado razonamiento. Nada más que eso. Permítanmelo:
A pie de la Sierra de Güdar, Teruel, ya en territorio de esa “España Vaciada”, existe un pueblo que supone la excepción de la regla, ya que tiene 1.500 habitantes… Mora de Rubielos, se llama. Hace unos meses les enviaron a 120 inmigrantes malienses – todos Menas – procedentes de los de Canarias (esa misma cantidad ha puesto a Cartagena, con 150.000 habitantes, en pie de guerra). Entre el Gobierno Regional y una Ong fueron establecidos en un alojamiento hostelero cerrado del pueblo… De golpe y porrazo, un pueblo pequeño castellano puro se vio aumentado con un 10% de extranjeros africanos… Vox incendió el gobierno de la comunidad; convocó concentraciones apocalípticas en contra; proclamó que “una octogenaria del lugar podría ser asaltada, robada, violada y muerta a machetazos”, así, literalmente; puso a todas sus camisas pardas a vociferar y añadir sus acostumbrados inventos amenazantes; en fin… utilizó toda la infantería y artillería a disposición de tales fuerzas claramente desestabilizadoras…
La gran, enorme, lección, la ha dado ese pueblo de Mora de Rubielos con su serenidad, saber estar y mejor hacer… Despachados los periodistas de diferentes cabeceras que revoloteaban como cuervos alrededor de la carroña, en busca de un adivinable (y ya preinstaurado) progromo nazistaliniano, se encontraron con una convivencia serena y una estabilidad ejemplar; con la absoluta ausencia del más mínimo problema; y lo que es más loable y notorio: la tranquilidad, paz y comprensión de todos sus ciudadanos, que no han caído en la trampa del miedo y de una provocada inestabilidad. Se han aceptado, e incluso se ayudan mutuamente… Uno de los reporteros aún llama al alcalde: “¿qué tal las cosas por allí?”.., y el edil responde, “¿aquí muy bien, ¿y usted?”, no sin cierta retranca; y le aclara con detalle: “los vecinos los han aceptado estupendamente; hablan entre ellos; los mayores siguen echándose sus tutes en el bar; los niños van y vuelven solos del colegio; la gente está en sus labores, e incluso a veces se hacen ayudar por estos jóvenes que tenemos aquí… en fin, todo normal”…
Cuando los gacetillas pululaban por el pueblo en busca de carnaza, azuzaban a los abuelos que tomaban el sol en la plaza (EP-11/9), y éstos respondían: “también nosotros fuimos emigrantes en el extranjero. Hay que echarles un capote a estos muchachos que vienen a ganarse la vida. Son buenos chicos”… A los turolenses precisamente nadie les va a dar lecciones de emigración. Lo que entonces aprendieron hoy lo imparten, reparten y comparten con los que hoy están en la misma situación que ellos estuvieron. Y precisamente este “estatus quo”, que en absoluto hemos de clasificarlo como raro y extraño, porque no lo es, hace decir al columnista Sergio del Molino, que “la anormalidad de Mora de Rubielos es la absoluta normalidad”.
Y esto es dar en el clavo. Nuestra clase política, con sus rifirrafes demagógicos creados de cualquier cosa y por lo que sea, ha trasladado a la ciudadanía la sensación de miedo, prevención, desprecio y odio como situación general permanente… O sea: la anormalidad; y lo que debiera ser una circunstancia normal la declaramos como de alto riesgo, y la encajamos como enemiga de nuestra seguridad y bienestar… En este pueblo de Teruel no han caído en esa trampa saducea política, y hoy es un modelo para quién lo quiera ver, claro… Con la razón en la mano se pueden rebatir una por una todas las falsedades que circulan como verdades absolutas; sin dejar de reconocer, por supuesto, del riesgo que significa la falta de un lógico control de puro sentido común.
El problema no reside en razonar todos y cada uno de esos falsos bulos que se dan (yo diría que se quieren dar) como ciertos… El problema es que el razonamiento sereno y veraz es una facultad que se ha perdido en este naufragio. La cuestión es que casi ningún ciudadano quiere razonar nada en tranquilo debate, sino dar por bueno precisamente lo que es más dudoso… El drama es que la gente, el personal de la calle, rehúsa a utilizar su cabeza de pensar, pero se imponen unos sentimientos nacidos de las tripas, no del razonamiento… De ahí mismo y por eso mismo que estos artículos que incitan al diálogo y al cambio de impresiones serenamente, se usen para odiar e incitar al odio… Es mi muy humilde, pero no menos honesta, opinión, naturalmente.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com