Un viejo cuento sufí habla de aquél fiel que muere, va al paraíso, y ve a su anciano imam, que le había precedido, en brazos de una bella y hermosa hurí… “Humm, me alegro por el premio que has merecido”, le dijo con cierta envidia… “No te equivoques, amigo mío – le contestó el venerable – yo soy el castigo que ha merecido ella”… Una misma moneda siempre se compone de dos caras opuestas. Y no se puede aceptar ningún pago que no lleve un débito consigo. Tal es la enseñanza.
Pero lo cierto es que esa historia encierra más de una enseñanza. Es una especie de parábola, como las que utilizaba el maestro galileo Jesús, para abrir la mente de los escuchantes. Algo así como las fábulas de Samaniego que antes se enseñaban en las escuelas, en un intento a la par de educación moral e intelectual; algo cuya balanza hoy ha perdido el primer plato, ya que se imparte instrucción pero no educación… Pero si nadie ya educa a nadie, entonces, al final, ¿quién educa a quiénes y de qué se educa?..
Lo primero que muestra es la ley de los opuestos que rige el mundo y sus aledaños universales… Luz y oscuridad, frío y calor, belleza y fealdad, bien y mal, premio y castigo… como es el caso de ese mismo cuento. Son los dos polos de una misma fuerza; el equilibrio, la estabilidad, la serenidad, la ecuanimidad, el eje de la balanza, el punto central de la mecánica cósmica. Para lo que a uno parece suponer un premio, para otro puede suponer un castigo. Ambos extremos existen juntos en uno solo.
El principio principal – valga la redundancia – de todo, que también será el final de ese mismo todo… ¿Cuándo?, solo cuándo ese Todo vuelva a ser Uno… “Solo el Padre conoce el día y la hora”, soltó el nazareno aquél a los preguntones. De momento, según lo que conocemos, los opuestos se complementan; pero según la física quántica afirma, los opuestos nacen de una unidad, y tienden a fundirse en esa misma unidad. O sea: cualquier parecido con la realidad NO es pura coincidencia.
Lo que pasa es lo que uno, al fin, llega a preguntarse: ¿y entretanto?.. ¿en medio de todo eso?.. Pues, mientras tanto, se desarrolla la Evolución, que es el fundamento y el objetivo de todo desde su principio. Al fin y al cabo, es el cabo de ese cabo. La sagrada y puñetera misión de la existencia, individual y colectiva, de todo el jodido género humano. Se podrá creer, o no, eso importa una soberana castaña, pero es lo único fijo e inmutable. La humanidad es la manejadora de la vara, pero los polos de la misma no están en sus manos.
Otra enseñanza oculta del tal cuento oriental, es que nos movemos en una especie de escuela única para todos los niveles de alumnos, donde lo mismo se encuentra un tarugo con un maestro; un pecador con un virtuoso; una mala bestia con un santo; una bella hurí con un achacoso viejo… Donde se nos pone y se nos opone, y donde se nos enfrenta y confronta, para que cada extremo aprenda su propia lección. “Nada es ajeno a nada”, se cita en el mismo Kybalión de Hermes Trimegisto, como también “igual que es arriba, así es abajo”.
Si nos fijamos bien fijados, es el sistema contrario a nuestros propios sistemas educativos humanos, donde clasificamos a los alumnos por niveles de edad y de entendederas, según altura, o bajura, de conocimientos, a fin de que los de “abajo” no retrasen a los de “arriba”; y sostenemos que lo opuesto sería un dislate y una auténtica barbaridad… Sin embargo, El que haya dispuesto la existencia de los seres humanos sobre la tierra, o no sabe lo que hace, o puede que sepa algo más que nosotros. Pensémoslo.
Si su propósito (a un suponer, claro) es que nos graduemos toda la tropa, está “sacrificando” un tiempo que para Él, sea lo que sea Él, no existe, en cumplimiento de su Plan, que, desde luego, no se parece al nuestro ni en el blanco de los ojos, al menos aparentemente… La supuesta “gratuidad” de la oferta, sin embargo, no está reñida lo más mínimo con el esfuerzo personal de cada estudiante de tal única clase y áula. Una de las asignaturas comunes debe ser la solidaridad: el echar una mano los grandes a los chicos.
Tenemos más o menos asegurado un “cuasi” aprobado general, pero no a todos a la vez ni en el mismo tiempo. Aquí hay sus plazos previos antes del examen final. Tampoco existen gateras ni subterfugios… Quizá nuestros profesores deberían “echar un ojo” a tan antiguo pero avanzado sistema, no sé, y dedicarle una buena pensada, o un par, o tres… Lo importante no es que el anciano imam del cuento crea que se merece el “beneficiarse” a la hurí, sino que sepa que, con su premio está haciendo sufrir a su eventual emparejada, o aparejada, o lo que fuera que fuese eso.
Nos batimos el cobre en una ambivalencia que suele extraviar a nuestras cabezas de los caminos que deberíamos andar… Y es curioso, pero jamás nos han puesto tantas luces y balizas titilantes en un mundo de mayor oscuridad como el que tenemos hoy. El mismo maestro que aquí he citado un par de veces, dejó dicho que ninguna luz existe fuera, por brillante que pueda parecer. “Buscad dentro de vosotros mismos, no en templo alguno”… pero buscadlas, puñeteros!..