En plena canícula veraniega, tras la programada ruptura de PP y VOX, en la regional murciana 7, oí a J. A. Antelo la hiper-repetida cantinela de asociar a los “menas” con la delincuencia. Y van… Acusa, de manera indefinida, claro, de que si un comerciante ha dicho algo sobre un intento de robo; que si un padre le cuenta que su hija ya no puede coger el transporte público porque la molestan (¿o le molestan?); pero nada en concreto, salvo cifras gratuitas inventadas. Recuerdo que aún mantengo un amigo en esas Fuerzas de Seguridad del Estado, de cuando mis tiempos, y no se me ocurre otra cosa que llamarlo a fin de saludarlo y contrastar lo que le he escuchado al alto capitoste voxiano.
“Es todo mentira”, me ilustra. “Todas esas denuncias no existen, son embustes flagrantes en la inmensa mayoría de los casos”. Y me cuenta un poco sobre números, cifras, estadística, etc… que nada tienen que ver con lo que se viene contando por ahí. ¿Cómo es posible que no desmintáis cuánto de falso se dice?, le pregunto inocentemente… “Lo hacemos”, contesta tajante, “pero la gente prefiere creer sus bulos a creer nuestras verdades”. Y me ruega que así mismo lo diga en mis escribanías, aunque, por pura lógica de buenos entendedores, me prohíba citar su nombre.
Y así mismo lo hago aquí y ahora. Pero esa última frase es como un piolet clavado en mis sienes, que no me puedo quitar de la cabeza por lo que ella significa: le gente prefiere creer la mentira de políticos xenófobos y racistas a la estricta verdad de la propia policía… Y esto es un fenómeno que se está dando hoy en día en nuestra sociedad generalmente, y sin la menor constatación de los hechos que falsos rumores inconcretos y ecos esparcidos por las redes, a veces construidos y manipulados a propósito, pero todos sin contraste con la realidad. Como me confesó mi amigo: “la gente cree lo que quiere creer aunque no sea cierto”.
Y eso es terrible, pues está cercano a ser manipulación mental lo que se está dispuesto a creer voluntariamente sobre toda razonabilidad. Esos políticos indecentes se limitan a sembrar los embustes que el personal les está pidiendo que esparzan en su ya envenenado roal, pues es lo que quieren oír… Que tal situación se está dando hoy en nuestras comunidades humanas no obedece, precisamente, a que reine la cultura, sino más bien la ignorancia; y que esté ocurriendo ahora se debe, sin lugar a dudas, a la decadencia y falta de valores éticos que se está abriendo camino en un nuevo paradigma… En lo del asesinato en Cardyff de unas niñas, ha pesar de saberse su autoría, confesa y probada, se están desarrollando graves disturbio callejeros por un burdo montaje (y falso) de que es un inmigrante negro. Nadie quiere oír la verdad. Ni siquiera se escucha a estos respectos a Unicef, ni a Shave The Children, ni a A.I., ni…
Ya Hanna Ahrendt lo dejó muy bien descrito en su “Banalidad del Mal”, que jugó decisivamente en la ciudadanía alemana para abrazar el nazismo destructor y disolvente que machacó a Europa… Hoy nos viene de perlas tener a los jóvenes inmigrantes como culpables de nuestras propias incapacidades y limitaciones. Son los chivos expiatorios más a mano. Tan solo nos faltaba unas S.S. o un Ku-Klux-Klan que nos lo contara y cantara al oído, para así poder decir lo del “eso ya lo sabía yo” aún sabiendo que no sabemos nada porque no queremos saber… En España tenemos a Vox como en otros países de nuestro entorno tienen a sus propios Göebbels para hacer lo mismo.
Por eso quizá, mi tendencia es denunciar cada vez más a la parte sociológica que a la parte política de estos extremos. Hasta que el organismo no empieza a pudrirse no aparece la gusanera, supongo que me entienden ustedes lo que quiero decir… Los gusanos han aparecido en las sociedades occidentales porque éstas presentan principios de descomposición moral. No al revés. Las cosas no suceden al contrario que su proceso natural, lo que pasa es que también somos lerdos en mirar atrás y ver nuestra propia Historia. Pero en los momentos de crisis social y ética, y de valores, siempre parecen estos salvapatrias facciosos que dicen lo que la gente quiere escuchar. Y les buscan a los culpables, sean judíos o africanos, a los que colgar de los árboles.
Y entiendo que la mayoría no me va a (querer) comprender… Existe un rechazo frontal a todo lo que signifique inmigración de piel oscura, porque cuando acogimos a 64.000 ucranianos de piel clara de una tacada lo convertimos en un acto cristiano y de conciencia. Pura hipocresía burda y barata. La necesidad de comer y tener un trabajo digno es la misma para ambas razas de seres humanos, aunque nos neguemos a reconocerlo. Por eso justificamos lo uno y armamos una guerra cuando se habla de repartir por toda España a 364 desgraciados negros, o moros, o lo que sean esos infelices. El caso es que para los primeros íbamos en nuestros propios coches a recogerlos en su infierno, y a estos segundos les mandamos a la Armada para que los hunda en sus cayucos.
Molesta escucharlo, ¿no es cierto?.. es porque la verdad escuece. Ante esta ignominia hasta a los obispos de nuestra Conferencia Episcopal Española, esos señorones capelares que ostentan la franquicia de “cristianos”, callan y otorgan la barbaridad de sus sicarios políticos extremos. No sé en qué parte del Evangelio basarán su limpieza étnica de ¿baja? intensidad (consentida, naturalmente), pero yo me he leído su Nuevo Testamento y no lo veo ni al revés ni al derecho. Todo lo contrario: “lo que hagáis por ellos, por Mí lo hacéis”, nos interpela el mismo Jesucristo.
Yo no veo aquí a nadie de los que obtienen su jubileo, ni los que se otorgan indulgencia plenaria a sí mismos, que hagan nada por los más necesitados siguiendo aquella recomendación. Digo más: por puñetera experiencia afirmo que los más catolipracticantes son los/las que más me sacan el pellejo cuando los defiendo. Doy fe (la mía, no la suya, claro) de ello… Estoy absolutamente seguro que tras éste, por poner un ejemplo cercano, me escaldarán las orejas con agua bendita hirviendo… Tan solo por querer vestir de víctimas a los que ellos ya han condenado.