TURISMO DE CAJA Y FAJA

Soy lo suficientemente mayor (a mis contemporáneos les sienta mal que diga viejo) como para firmar que el turismo fue “inventado” en España por Fraga Iribarne en la época de Franco… Puso en marcha la máquina de las divisas-oxígeno para el país colonizando La Manga, poniéndole nombre a las costas, disimulando el sub-desarrollo económico y el casperío cultural que nos era congénito, y lanzando al exterior el colofón, porrom-pon-pon de “Spain is different”, como si eso no lo supieran hasta en la China, y entreviendo la única verdad que escondía: que Spain is buena, bonita y barata paisa; vénganse pacá que les vendemos hasta el sol y les ofertamos la paella acompañada de “rendivouses” con vino tinto y olés a demanda.

El “beatifull botijo” empezó a funcionar de prostitute mother. Los más cercanos: franceses, alemanes, ingleses y suecas (si venían suecos ni nos dábamos cuenta) comenzaron a dejarse caer por Chiringuitlandia, y las legañas nos dejaban rendijas para ver el efecto por nuestros propios ojos… Los tricornios empezaron a rebajar servicios de las playas; las tabernas se convirtieron en Pubs y Snacks-Bar; aprendimos a decir “merci” y “thank you” en macarrónico; la tienda de regalos se reconvirtió en de “Souvenirs”, y aunque al principio la marea nos llevó a pegar carteles en ventanas escaparateras de “on parle francais”, y a los zagales comercicosteros se nos enseñaba a marchas forzadas por el método de Hachette (Paris) “En France comme si vous si etiez”, pronto el anglicismo lo inundó todo, “english ist spoken”… Hoy se agradecería mucho un cartel en castellano, aunque solo sea para saber que esto sigue siendo España.

Así comenzó a venderse, y vendérsenos, que “El turismo es un gran invento”, del maestro Paco Martínez Soria; y las ozorianas y landadas que nos convencían de haber dado con las Minas del Rey Salomón en este país que, junto a la O´Hara de Lo que el Viento se Llevó, “nunca volveríamos a pasar hambre” en nuestra Tara; en un no más tarugos de pan ni tabúes de sexo… En aquella silente revolución, la Iglesia Católica sacó toda su artillería sacra a calles, plazas y playas; removió sus acuerdos de moral pública con el Estado; amenazó con anatemas y excomuniones; y casi resucitó el cilicio en los confesionarios.

Pero los aires de libertad adobada por libras, francos, marcos y coronas que empezaban a engrasar nuestras oxidadas cajas registradoras, aún de manivela, eran imparables… Tan pronto la Sancta Institutione tocara el cuento volvería el frailismo medieval al convento. Como así fue. El cleryman arrinconó a la sotana y el Vaticano II abrió la ventana. Con el seiscientos a mano y Perpignan tras-os-montes nos volvimos europeos (reprimidos, pero europeos) y abrimos los Pirineos – aún con Franco dándose golpes de pecho con una mano y contando billetes con la otra – a un turismo, entonces épico, que hoy nos ha convertido en un solar machacao pero al que le quiten lo bailao…

Hoy ya, cuando las trompetas triunfistas anuncian el batimiento de todos los récords de visitas en turismo (más de 41 millones, casi tantos como españoles somos, que ya no estamos, porque no podemos estar), nuestros principales destinos turísticos como Catalunya, Canarias, Madrid, Galicia, Baleares, etc. empiezan a manifestarse en contra de un turismo asolador y desolador; masivo y erosivo; y dañino para los autóctonos… Un periodista catalán amigo mío habla de “prepotencia turística” casi cabreado con la situación. En Barcelona, los vecinos han iniciado una protesta muy cuqui, me informa. Atacan con pistolitas de agua a todo turista terracero a mano.

Yo le sugiero que haga correr la voz de que, con estos calores, el chorrico es más regalo que aviso, así que usen “mixtos de trueno” que, al menos, asustan… Aquí, en nuestra bendita – por la cosa de Caravaca, claro – región, la bendecida consejera predice el par de millones de visitantes que moverán 4.000 millones de euros, baby, y que supondrá el 12% del Pib de la Comunidad… Como verán, mientras las otras communitys más avanzadas comienzan a verle las orejas al lobo, en la nuestra aún lo vestimos de aleluyas y azahares. En vez de poner nuestras barbas a remojar, ofrecemos nuestro cuello a rebanar.

Lo del turismo depredador es un fenómeno mundial tan real como la vida misma. Es la consecuencia que hemos soltado sin considerar la causa. Como casi todo, errónea, desmedida e incontrolada… Los efectos empiezan a sentirse en todas las ciudades y países afectados por el leviatán desatado. Y se comienza a estudiar el cómo, la manera y la forma de dominar lo que ha empezado a dominarnos a nosotros… El fenómeno de los llamados “pisos turísticos” es solo la punta del iceberg, al que se están ya poniendo parches que saltarán por los aires pasado mañana… Pero existe algo peor, y es la miope y suicida dependencia de un único amo; donde la hostelería es el único banderín de enganche para trabajar, y el ser camarero el único futuro laboral. Por (mal) ejemplo.

Algo tan acertado como la diversificación, y tan sabio como el no poner todos los huevos en la misma cesta, lo hemos tirado por la borda de forma tan inconsciente como imprudente; y hemos convertido a España en un país turístico por excelencia… Es nuestro único y solitario Bienvenido Mr. Marshall al que agarrarnos. El turismo es nuestro solo sostén, y empieza a exigir que le sacrifiquemos nuestros recursos y nuestra calidad de vida. Si no variamos el timón de la nave, en unas décadas nuestra dependencia será dramática.

Pero el caso es que en nuestro caso, valga la fatal redundancia, nosotros somos los gusanos de nuestra propia gusanera… Solo sabemos servir al turismo para convertirnos nosotros mismos en turistas. Metabolizarnos en eslabones de la cadena que nos encadena. Sentirnos pequeños amos a base de ser los esclavos de los grandes amos. Si alguien sabe cómo romper tal condena, que hable o calle para siempre…

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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