En esta misma cabecera de hace un par de semanas, publiqué un artículo sobre tema de economía circular, creo recordar, en el que criticaba el Iva como uno de los impuestos más onerosos e injustos de los que habían – y son muchos –, y de un sector funcionarial me criticaron, hablando de lo justo de su imposición, etc., etc., etc… Efectivamente, lo sé sin que me lo lleguen a aclarar: es un impuesto de valor añadido; esto es, cada vez que se incrementa, o no, un valor, en el que se supone que existe un beneficio, se paga por el tal beneficio producido. Nada que objetar en ello. ¿Usted gana?, pues usted paga por lo que gana. El principio puede resultar impecable.
Lo injusto es que no siempre se gana en la transacción, a veces apenas se sacan los gastos, y en ocasiones hasta se pierde, no existe el tal “valor añadido”, pero en este sistema siempre se paga. Hay ocasiones en que el beneficio añadido es menos que la propia tasa. Y luego existe otra cuestión: el comprador final paga la suma de los Ivas añadidos sin que obtenga beneficio transaccional alguno; ¿dónde está la justicia impositiva aquí?.. En realidad es un impuesto al consumo que grava cualquier movimiento de dinero en comercio y servicios, independiente el beneficio obtenido, o no obtenido. Lo demás, son cuentos chinos, que, por cierto, éstos no pagan Iva.
Lo cierto es que el sistema fiscal español, aparte de ser de los más altos de la U.E., también es de los más rapaces, incontinentes y abusivos que se dan… Por ejemplo, aquí se saca barriga, y mucho, sobre la exención de impuestos por transmisión patrimonial. Vale. Pero si le regala una propiedad a su hijo, a un suponer, en la siguiente Declaración de su Renta, le cascan un buen coscorrón – valga la redundancia – como si la hubiera vendido y no donado. Aquí no hay compraventa, ni dinero de por medio, ni nada, pero como si lo hubiera. Aquí les crujen al que dá y al que recibe sin miramiento alguno, pero al donante lo tratan como especulante. La insaciabilidad es su norma, y la imposición es su horma.
No hablemos si es un empresario autónomo… Usted no puede vender a pérdidas, ni a costos, porque la Inspección pertinente le exige el impuesto a ganancias, gane o pierda, más el 20% por sanción o recargo. Y si no puede competir en un momento determinado, no es problema de la Agencia Tributaria. Usted se las apañe… Además, le arrean por lo vendido, sin tener en cuenta el beneficio obtenido según los gastos deducidos; ni tampoco la deuda de sus clientes, ni los impagos ni fallidos. Es su problema… Hace una montonera de años, un conocido que venía de Francia, llamó a la familia desde la frontera. Había pagado de camino en un restaurante con un cheque sin fondos, al no percatarse de que había transferido el dinero de cuenta para venirse de vacaciones a España. No lo dejaban salir hasta no satisfacer la deuda y la multa. Un país que defiende los intereses de los que pagan impuestos.
Cuando llegó, hablando con él, nos ilustró que en el sistema galo podías pagar tus impuestos incluso con deuda certificada de tus propios clientes, y que el mismo L´Etat se encargaba de cobrarlas y ajustar las cuentas… Como verán, exactamente “igual” que aquí. No les cuento el diferencial comparativo con el fisco suizo, o austriaco, porque entonces le van a entrar ganas de suicidarse, y tampoco es plan… Pero en lo de llorar desconsoladamente, si que pueden ustedes desahogarse, sí… Hay ejemplos, de los que no tengo espacio para exponer aquí, con los que uno se explica que existan ciudadanos europeos que estén muy orgullosos de pagar sus impuestos.
Pero aquí, no… Aparte de que “en todas partes cuecen habas, y en mi casa a calderadas”, como es, por ejemplo, la sangrienta comparación entre empresas grandes y pequeñas, entre ricos y pobres, en que existen diferencias tan poco éticas como sobre un 2% de media a las más ricas, y un 28% a las más pobres; y a mayor inri, los agravios comparativos y sin disimulo alguno que se centran en el maltrato impositivo contante y constante a la clase media y baja. Luego usted, con suerte y a pesar de todo esto, se jubila, y entonces en su paga de viejo le clavan un Irpf de un rendimiento por el que ya pagamos todos en su día, otra vez…
Todo esto no se dice, no se expone, no se plantea… Pero tampoco me cuenten ahora el cuento de la derecha o la izquierda. Son ambas iguales. Y ambas desiguales, injustas e insolidarias. Hay que pagar enjundiosos sueldos a una desproporcionada caterva de políticos arrimados y arrimantes, que no arredran sus nóminas por un estado de injusticia económica y fiscal como el que los mantiene; además de mantener el mayor staff funcionarial de toda Europa.
Naturalmente, nos cantan y cuentan el “ommm” de que los españoles somos un pueblo tramposo y defraudador por naturaleza… y, sin embargo, yo me pregunto: ¿no será que nos defendemos automáticamente de un sistema ladrón, y que el que roba a un tal tiene cien años de perdón?.. Los que son tan maltratados fiscalmente buscan cierta equidad, e incluso supervivencia, en el escapar por las gateras. En el 80% de los casos de las pequeñas empresas y de autónomos (viene a ser lo mismo) es porque no pueden pagar lo que les piden y mantener a sus faamiias. Y sé lo que digo, créanme ustedes… Tan arbitrario es el tablero de juego que se utiliza. El solo hecho de la existencia del Sistema de Módulos demuestra en sí mismo, de manera palbable, el método mafioso usado en este país.
Es que… perdónenme, pero he sido toda mi puñetera vida uno de esos desgraciados autónomos pequeños, aparte de ser un gilipollas defensor en las organizaciones empresariales; y que un departamento de justificadores me vengan ahora a tocar las pestañas y a dar lecciones que nunca, jamás, han salido en sus cómodos libros, pues como que no… Les pido pues disculpas, y perdón, si no he sabido responder con mayor tacto ni, a lo mejor, educación, no sé… pero es que de esto, por suerte o por desgracia, sé un mucho bastante. Medio siglo en que se cebaron en inspecciones cuasi continuas de la Agencia Tributaria, y que hoy ha heredado mi hijo como una maldición, tan solo para aburrirme, acosarme, amenazarme y decirme al final: “…suelta tanto, y lo damos por cerrado”, y sin más motivo que no haber tenido un buen año. Todo eso le enseña a uno mucho. Así que no me hablen de justicia tributaria, anda, porfa…