Nuestros mayores (hablo de los míos y de mi generación, claro) cuando hablaban de asegurar el futuro de sus hijos, solían pensar, por lo general, en profesiones, no en carreras… o entre “ponerles un estanco”, para lo cual se precisaba de un potente padrinazgo y/o haber hecho méritos en guerra, no vayan a pensar que vendía tabaco – se decía expendía, pues en el letrero ponía “expendeduría” – o hacían lo posible para, por medio de esos valedores, si cabe más altos y potentes, meterlos a funcionarios (pocos, muy pocos había entonces)… En ambos casos, como en muchos otros, el “tener padrinos”, aparte los de pila, por modestos que fueran, era tan casi necesario como poseer un par de buenos zapatos: no se podía andar por la vida sin tener a mano a “alguien bien relacionado”, o con “conocencias” suficientes para un buen quite.
En la actualidad, el panorama ha cambiado un tanto, si bien en lo segundo, no tanto… El nepotismo funciona hoy casi más que ayer, a mayor revoluciones si cabe, y lo de que “una buena capa todo lo tapa” sigue tan vigente, o más, que entonces. De “los tiempos del cuplé” a los del canapé, solo ha pasado eso mismo: el tiempo. Es verdad que había que prepararse en saberes y conocimientos, cierto, pero sin padrinaje no había bautismo. Ahora tengo mis dudas si lo segundo prima sobre lo primero, o no. Ustedes sabrán, si lo saben…
Lo que sí ha cambiado es la oferta de trabajo, y muchas veces incluso se ha montado la cualidad sobre la calidad. Por ejemplo: se coloca antes un fontanero que un ingeniero… Los oficios, conforme pasan los calendarios (calendario viene de calendas) se cotizan más que las carreras, por término general y salvando, claro está, algunas excepciones que vienen a confirmar la regla, como, por ejemplo, las científicas y las informáticas, y tampoco todas. Una muy demandada, fíjense qué cosas pero es la pura verdad, es la de guionista… Debe ser porque cada vez hay más millones de gentes enganchadas a las vidas ajenas de serie, aún sabiendo que son embustes prefabricados, y aquí tira la demanda de la oferta, como toda ley de mercado. Y, por favor, perdónenme que utilice “gente” y no “persona”, pero es solo porque el fenómeno es de gentificación, y no de personalización, aún más lejos queda la personalidad.
Otro oficio, sin serlo realmente en puridad, es la política, que ha pasado de afición a profesión, y de ésta a profusión. Se puede calificar de profesión, pero yo creo que la verdad de verdad es que es una ocasión, una salida, una oportunidad de las que antes se decía que la pintaban calva… El ganar un espléndido sueldo, privilegios, gabelas y demás pelendengues añadidos, aparte del poder, es enormemente atractivo. Por eso los aprovechados y cuentistas, no se necesitan muchos escrúpulos, acuden en aluvión a hacer, o a deshacer, política.
Una persona amiga a la que respeto, bastante más joven que yo, que ha abandonado la política de mediano tonelaje tras muchos años de ejercicio, me confiesa que una de las razones es por “la cantidad de advenedizos que están aterrizando”… Y otros hay que vuelven al camino, porque se sienten obligados – y me consta – a restituir a la política el buen hacer olvidado y la dignidad perdida, aunque, personalmente, y pido disculpas, yo ya no creo que eso sea posible. Sí creo que ellos son de esas pocas excepciones que vienen a confirmar la regla. Es tal la enormidad de mediocres, desconcienciados y paniaguados, sinvergüenzas y trileros de oficio, que ya no se puede limpiar el atrio del templo ni con látigo… La prueba del algodón es que cada vez se hace menos política, pero hay más políticos. Eso es porque la política ha desaparecido y se ha instalado la demagogia.
La otra vertiente de esto es que esa clase, mal-llamada política, trabaja cada vez más para las oligarquías económicas que nos ordeñan, que para el propio ciudadanaje de companaje. Lo primero es imponer sistemas deseducativos que logren una sociedad muy competitiva entre ella, pero privada de valores humanos y enfocada al tener y al disfrutar sin miedo a las consecuencias, que ocultan en lo posible como “buenos mandaos” que son. Así se pueden desarrollar sutiles políticas negativas como si fueran positivas. Un ejemplo-detalle, entre otros, es abrir colegios, guarderías y otros durante las vacaciones estivales. Se le pone la etiqueta de “conciliación familiar”, cuando, en realidad, es conciliación laboral, pues solo se beneficia la producción empresarial a costa de “colocar” a los críos en lugares ad-hoc para que no anden por en medio… bien para poder trabajar o bien para poder holgar sin ellos a cuestas.
Incluso Díaz Ayuso, de opuesto catecismo, lo adopta y lo adapta, pero sin disimulos ideológicos ni escatológicos, tan solo que estratégicos. La cosa es que los zagales no estorben, que estén transferidos el máximo tiempo fuera del ambiente familiar para que sus padres puedan trabajar de camareros, y a la vez llenar las terrazasss de su Madrizzz… Pensemos lo que pensemos, o como pensemos, lo que sale perjudicado siempre es la relación y el vínculo familiar, la unión y convivencia entre padres e hijos. Cambiamos humanismo por hedonismo.
Sin duda, el oficio político es el más rentable. Con cuatro años trabajados da para engordar una buena cartilla de ahorros… y de jugosas relaciones. Si su puesto es de los pisos superiores, les queda un “retiro” en el tiempo que muchos quisieran. Si has servido bien, puedes hasta cosechar el agradecimiento de las grandes empresas con un suculento, aúnque inútil, puesto en sus consejos de administración, o en cualquier otro derivado chollo. No es de extrañar que se apuñalen en los riñones por conseguir arrimarse al trono. Y, encima, no hay que estudiar en ninguna facultad, salvo que sea para acaparar títulos y máster´s de engrase para el pase; ni hay que hacer más oposición que tomar posición: jurar la bandera del partido y arriar el calzón ante el líder.
Lo que cada vez se hace más necesario es prepararse para ser persona, y no gente. Para no dejar de ser humano pensante… para no dejarse adocenar y ser un productor-consumidor más del panal. Para ser librepensador y liberarse de la tiranía que se nos impone a través de nuestra ignorancia por “la fidelidad a las ideas”… ¿qué ideas?.. Solo nos quieren como autoasumidores y autoconsumidores, nada más… Se trata de que no nos enfrenten a nosotros mismos entre nosotros mismos para facilitarles a ellos el “bajo palio” que persiguen, y que luego usan para sus intereses y no para los nuestros… Se trata, en definitiva, de SER, no de ESTAR…
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com