Isabel Preysler tiene una vitrina de trofeos de auténtico lujo. Tras pasarse por la Porcelanosa a un artista mundial, un ministro de economía y un grande de España, ahora se ha cepillado a todo un nóbel de Literatura… Y aún le queda alguna leja por llenar.
Una mujer que ha vivido del cuento y del Hola durante toda su existencia de couché y Ferrero Roché, merece un respeto. No todo el mundo puede presumir de tanta caza mayor en las paredes de su mansión de dieciséis retretes. Ni siquiera el rey emérito.
Deberían concederle un Príncipe de Asturias al arte del biencasar… y los españoles besarle su blasón a morro completo.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com