No se si sabrán de dónde viene la palabra «testimonio», testificar, y todo eso… pero he leído por ahí que viene del latín, como casi todo, y del Derecho Romano, y muy específicamente, de los testículos…
Parece ser que, cuando un magistrado pedía garantías juradas de lo que alguien declaraba, éste se echaba mano a lo que más valoraba, a su hombría, así que decia: «por mis… éstos«, echándose mano a sus esos.
Que no me tomen las ministras y feministas por machista. Lo eran los antíguos romanos, primero, y el resto de los bárbaros, también. Así que, por mí, cambien la cosa de la palabra definitoria, pero no el de los atributos, ¿vale?..