Para MurciaEconomía

La memoria suele ser selectiva, se dice, pero algunas veces, demasiadas quizá, esa selectividad puede ser inducida… Por ejemplo, hace 50 años que murió Franco; medio siglo desde que salió moqueando Arias Navarro para notificarnos la muerte oficial de un Jefe de Estado que ya era cadáver varias fechas atrás, y esperaban su resurréxit… Yo ya andaba casado unos años, creo que con mi hija en el mundo, y recuerdo que me pilló en Cartagena buscándome las habichuelas (siempre ha sido más proclive la trimilenaria a repartirse el pan con los demás, que la capital del reino mursiyano, que todo lo quería para ella)… Esto tan solo lo digo de paso, porque entonces tocaba, y porque creo que aún sigue así…
Pero quiero referirme a otras efemérides de tan solo hace cinco años – diez veces menos – y es la de cuando también salió en la Caja de los tontos (de tonta nada tiene la caja), nuestro actual Pedro Sánchez decretando un Toque de Queda general en toda regla para solo quince días, y que fue estirando hasta los dos años… Este último “cumple” ha sido recordado, cantado y contado, agradecido y festivisualizado a bombo y platillo desde todos los foros y ágoras, y aireado por todos los medios de comunicación, y unos pocos más, machacando y sin cansancio alguno. Y se ha hecho, claro, para dar lustre y esplendor a los políticos antereinantes, que son también los actuales. Si hubieran sido otros, no hubiera habido tanta fanfarria, como es fácil adivinar.
A mí y a mi mártir ya nos tocó en edad senil, jubilados y dadosdelado, en casita; acojonados y empaquetados; archivados en vida… Nada que ver con un cambio de régimen, pero todos puestos a régimen… y nada que oponer a un principio que parecía que el Apocalipsis nos venía a plazos, anunciado por un señor que parecía tenerlos en las anginas de lo mal que se le entendía. Luego, conforme se alargaba, y más se alargaba, y se volvía a alargar, los pescaos en el lío, y el caso de la cosa, a mí no me quedaba otra que darme por pensar: si el aislamiento se refiere a no salir a la calle desenmascarillados, y estamos todos en ello, ¿qué de malo hay en que los vecinos de bloque, o de escalera, o de descansillo, se relacionen entre ellos?.. Cero riesgo, ¿y que los chiquillos (los más vulnerables) jugaran entre ellos en los patios de vecindad?.. Pues no, tampoco, pero tan solo se decretó que podían socializar los chuchos.
Entonces escribí unas crónicas coronavíricas en la cabecera regional donde lo hacía, que me puso a primer caldo de cardos por el solo hecho de expresar por escritos mis tales pensamientos… Había que publicar lo que había que publicar, no opinar, y menos aún lo que a uno le diera por pensar. Y este cuartelismo estaba en todos los medios de comunicación, enfilados a la más estricta incomunicación… Yo tuve la impagable suerte de tener una casa en el campo, en cuanto pude, de tapadillo y rezando a los ángeles de guardia, me las piré con mi santa a la foresta, como hicieron los escritores del Decamerón aquél cuando les apretó la peste de su época…
Otro ejemplo: En la web del Ministerio de Sanidad hubo un informe de 2020 (si no lo han borrado) sobre el impacto del confinamiento en los niños: la inmensa mayoría de expertos consideraban un error mayúsculo el que no salieran a pasear; a jugar que es lo que hacen los niños; a patear los parques públicos. Y se hablaba de las consecuencias… Otra equivocación de calado que echar al guiso.
Quiero decir con todo esto, que se hizo lo más fácil: cerrar y trincar cuarteleramente, a modo de porrazo y tentetieso, pero sin matices ni narices… Mientras a los ciudadanos nos encerraban en nuestros habitáculos a cal y canto – así cualquiera – en los hacinaderos naturales (léanse residencias de mayores), los viejos morían a chorro, y aliviaba el capítulo de pagos a eméritos… En Madrid, la mortandad fue tal, que hasta ahora llegan los ecos del escándalo, aunque no tengan la vergüenza ni la decencia de reconocerlo. Idignamente, doñayuso sigue en la presidencia de esa comunidad.
Lo que digo es que no todo fue modélico, como ahora quieren enseñar; que quien deslizara entonces que no todos los pueblos podían regirse por las mismas normas; o en que no todos los casos las mascarillas estaban justificadas, o incluso que las farmacéuticas son empresas con intereses económicos por encima de los intereses ciudadanos, entre otras chorradas, se les acusaba de mal ciudadano, de conspiranóico, y de cuasi delincuente… El papel de la ciudadanía no era opinar, ni pensar, sino aplaudir y denunciar que había visto al vecino bajar la basura sin mascarilla, o a por tabaco. Incluso la delación estaba alentada por la autoridad política… y no disimulemos lo que todos sabemos, pues saben que estoy diciendo la verdad.
Mientras eso ocurría, los hermanos, cuñados y compadres de esa misma autoridad política se estaban forrando el riñón, y los hígados todos, con la venta de mascarillas, geles y material sanitario de uso masivo que ellos mismos habían propiciado, a precios abusivos, comisiones desmedidas, y por el método de robar dinero público en apaños y concesiones… Se estaba comerciando y enriqueciendo con pelotazos y con la muerte masiva de los ciudadanos. Y sin ningún tipo de conciencia alguna.
Así que, a los cinco años de aquello, con un montón de muertos a las espaldas; con pérdidas inconmensurables; y con un deplorable déficit en sanidad aún por cubrir, que están tapando a base de embustes y excusas, el que estén hablando de loores a sí mismos y de qué guapo somos todos, me parece un tanto, bastante deshonesto… Se hizo lo que se pudo, y aún pudo ser peor. Eso es innegablemente cierto. Gracias sean dadas y los aplausos abalconados valorados; pero no seamos tan cínicos como para vestir de ejemplar una gestión que dejó mucho, bastante, que desear… Tendemos a ponernos flores que no nos pertenecen, y no nos corresponden por el simple hecho de que no nos las hemos ganado.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escribirgo.com / miguel@galindofi.com