
Admiraba yo mucho a Marisa Paredes… Un enorme talento, a galaxias vista de la pléyade de mediocridades susurrantes y sobreactuantes que hoy empobrecen el panorama que se arrastra por ahí. Una impresionante dama de nuestra escena.
Era hija de una humilde portera en un barrio madrileño de posguerra. La hija de la “señá” Petra, concretamente. Y le tuvo que montar a su padre, obrero en una fábrica de cervezas, una huelga de hambre de las bravas, para que la dejara ser actriz.
Y le ganó el pulso. El dueño, gallego, de la cervecera, jefe de su progenitor, que visitaba la central de la empresa, comentó al paso lo bien que trabajaba aquella nueva actriz… Era un tal don Manuel Fraga Iribarne…
Miguel Galindo Sánchez / www.galindofi.com / miguel@galindofi.com