ESTAR O SER

Ahora suelen pasarme estas cosas… Desde que me arreó el segundo de mis dos recientes hostiones, tengo lagunas mentales, y algún otro cable pelado que me forma algún que otro cortocircuito temporal; ya saben, faltas de concentración, olvidos, y una memoria más frágil y debilitada (ruego, espero y confío que la cosa se quede ahí, donde está, y se pueda reemplazar en lo posible)… Esto hace que, entre otros casos y cosas, meta la pata a la hora, por ejemplo, de mi práctica del movimiento continuo en la compra de libros, y vuelvo a adquirir los que ya tengo leídos y en perfecto estado, encontrándomelos duplicados a la hora que les es llegada la hora, ya me entienden…

Es lo que recién me ha pasado con una joya del conocimiento universal: “De los Cielos y de los Infiernos”, de Enmanuel Swedemborg, sabio, científico, pensador, médico físico, filósofo, cabalista, entre otros valores de no menos enjundia, del siglo XVII, quién dio un impulso importante al conocimiento espiritual y metafísico occidental… Casi toda la obra completa de Swedemborg anda actualmente desaparecida de los anales de las librerías; bien por estar “Descatalogada”, que es la más efectiva y disimulada manera de decir censurada, o bien por mantenerla alejada de los circuitos del conocimiento.

Pero estos lapsus mentales pueden tener, de retruque, una consecuencia positiva, si bien que débil: quien quiera hacerse con esta obra única de E. Swedemborg, de 550 págs., 16×21, nueva de trinca, a costo neto, puede aprovechar la oportunidad de mi despiste. Solo tiene que pedírmelo y decir cómo hacérselo llegar… No es que la ocasión la pinten calva – la pintan malva, de luto – aunque muy bien sé que semejantes lecturas no son precisamente de ningunos “cuarenta principales” de ranking alguno. Pero los que puedan saber algo de aquestas rarezas, es simplemente una curiosidad y oportunidad, si no lo tienen; y para los que nada les va, una nueva banalidad dada la complicada temática. Pero no se compliquen la vida.

Bastante nos la complicamos cada día con la subsistencia de nuestro propio mantenimiento; con la integridad de la cesta de la compra; con nuestros dolores y quebrantos; con la subida de la hipoteca y la bajada del poder adquisitivo; con los Puentes de Mádison que para nosotros son los del Inserso; con la Navidad encima, y mis Reyes en cueros; con los disgustos que me da mi athleti y los que yo le doy a mi pareja de dominó; con lo que voy a poner en la mesa de Nochevieja, o lo que me voy a comprar en el Friday que toca… Como para ponernos a complicarnos la existencia, ¡nada menos que en pensar!.. Por nadie pase y que ninguno lo traspase. La mediocridad de nuestra vida de cada día abriga y protege de la inquietud intelectual, y es lo suficientemente satisfactoria como para no ponernos a hacernos ninguna clase de preguntas por duda alguna.

Así que eso es muy verdad, y es la máxima predominante de la sociedad. Lo mejor para no condicionarse es saber acondicionarse. Uno se acondiciona el pienso del corral, y no tiene necesidad alguna de verse condicionado por ninguna idea peregrina que le asalte las meninges. El silencio de los corderos es el silencio de las conciencias; y el silencio de las conciencias es el límite de la capacidad de pensamiento… No es lo mismo que razonemos que nos racionemos, y más cuando existe manifiesta voluntariedad, como es el caso.

Es la diferencia entre el Ser que ES y el Ser que solo ESTÁ… El mismo autor del que hablamos, un instruido sensitivo como la copa de un pino, solía tratar con las entidades que nosotros conocemos como ángeles, con la misma familiaridad con que tratamos a nuestro barbero del barrio… Herr Emmanuel, un hombre preparado pero corriente, como todas las grandes personas, tenía la facultad de hacer de las vivencias comunes teología, y de la teología construir vivencias comunes. Y aseguraba que cuando los seres humanos se relacionaban con los ángeles, se transcendían en seres superiores, y eran en sí mismos; y cuando no lo hacían, tal solo estaban consigo mismos.

No hace falta ir a la University de Colorado City para comprender que a los niveles a los que uno se ata, es el nivel del que uno come de la mata; por lo que, en realidad, uno tan solo es aquello que considera que quiere ser, sin aspirar a más… Es pura consecuencia lógica que, si uno quiere amasarse en su propio estatus, tan solo tiene que ESTAR allí; pero para despegarse ha de esforzarse en SER de más allí. No estoy hablando de alta filosofía, sino de puro y duro sentido común.

Y el simple y más elemental sentido común no es otra cosa que una cadena de secuencias que lleva a una consecuencia… Y de un rosario de consecuencias que nos lleva a la plenitud de la existencia. Nuestras vidas actuales, las de todos, la suya, la de esos que están ahí, la mía, no son más que secuencias de existencias. Sus movimientos naturales son retroceder, mantenerse o avanzar; pero el único movimiento lógico es avanzar, pues es el que va unido y es intrínseco a la Evolución…

 Esa, y no otra, es la palabra clave del mandato crístico en el Evangelio de BUSCAD… Para encontrar hay que molestarse en buscar; si no se quiere buscar es porque no se necesita encontrar nada; y si no se siente tal necesidad, ¿qué leches vamos a buscar?.. La gente que carece de inquietud intelectual, que no tiene sed de saber, prefiere no moverse de dónde está, y quedarse donde se encuentra. El deseo lo marca la propia necesidad, y por mucho “busca” que Jesucristo dejara escrito en su mensaje, si no está grabado en el mensaje del alma, sirve de bien poco…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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