Naturalmente que tengo a mis autores recurrentes!.. Como todo el mundo, imagino. Son aquellos a los que leo, los dejo reposar un tiempo para que críen madre, y vuelvo a ellos cuando los he cruzado con el pensamiento de otros; o intento rehacerme con los títulos perdidos o prestados (el prestado no lo considero perdido, sino en cambio de residencia); y tenerlos a mano en tiempo y lugar… Hay algunos, como T. de Chardín, realmente laborioso de leer e interpretar, dado su nivel multicultural, pero a los que intento “rebajar grados” a fin de vulgarizarlos a la hora de apoyarme en ellos en estos escritos de cada día. Considero un privilegio llevar a los que me leen de la mano e introducirles en su filosofía… o interprétenlo como ustedes quieran.
De vez en cuando me gusta volver a algún clásico, como Chateaubriand, y perderme en la enriquecedora semblanza de su vida, como “Memorias de Ultratumba” (titulado así porque no permitió su publicación hasta después de su muerte)… y sumergirme en el siglo XIX, la Revolución Francesa, el periplo napoleónico, en la épica del Nuevo Mundo, y concluir en su inquietante final de que “el viejo orden europeo muere; la desigualdad en las fortunas; la degeneración social y el progreso individual…”.Resulta extremadamente curioso observar cómo los mejores ejemplares del individualismo nacen en la descomposición de las sociedades. Es como en las macetas: cuánta más putrefacción orgánica, mejores flores da. La cuestión está en cuándo se reconocen tales resultados, y por qué, o por quiénes son reconocidos.
“Hay un trabajo importante por hacer”… me decía hace unas décadas mi nunca olvidado amigo Mariano Rosique… “Vulgarizar conocimientos y saberes importantes y hacerlos asequibles a la gente, y a ti se te da muy bien hacerlo”, insitía. Entonces él vivía a caballo entre Argentina y España, y conocía el método desarrollado allí por un escritor conocido suyo, Germán Maretto, desarrollado en el cono sur, y que lo colocó a nuestra disposición. Así que nos pusimos manos a la obra recabando el apoyo de la administración municipal de entonces, sin saber – ilusos de nosotros – que en la tal “ayuda” iba incorporada la zancadilla interna, sumada a la inmanente desafección de las personas en cuanto a lo que oliera a cultura. Ambas cosas encierran un poder desactivador dentro del propio chispazo activador. Es el sistema patronicultural utilizado para justificar la oficialidad de unas nóminas, despegándose a la vez de la injerencia de iniciativas ajenas.
Registramos el invento, HISPADEL, a fin de que se pudieran unir a la iniciativa aquella cualquier comunidad hispanohablante que quisiera, y no poner puertas a ningún campo… Pero caímos de bruces en los prolegómenos. La administración local se encargó de ir abriéndonos puertas mientras nos iba cerrando ventanas, para, al final del proceso, vernos tan solos y a oscuras – o quizá más – que cuando empezamos el proyecto. Mi sensación personal, si me preguntan, es la de comenzar a funcionar con el mecanismo del boicot puesto en automático. El mismo nido de ominoso silencio y oscurantía en el que nació, ahogó su prematura vida. Y todo siguió igual sin que pasara lo mucho y bueno que aquello pudo traer.
Sin embargo, y a pesar de todo, no culpo a la “oficialidad”, en absoluto. Todo lo “oficial” trabaja para mantenerse a sí mismo, y que sus funcionarios vivan de ello… Es su función funcional natural, y no otra. El que (en este caso) lleve la etiqueta de Cultura no quiere decir que sirva para que venga a fomentar o enriquecer la tal Cultura. No es así en modo alguno. Y depende mucho de la “naturaleza” independiente de dicha Cultura, entre otras cosas y otros casos.
Pero, como digo y lo repito: la culpa, en realidad, no es del estamento, sino de los ciudadanos… La ciudadanía consume feliz el “Soma” que se le ofrece y se le suministra de actividades institucionales y subvencionadas… Sin embargo es incapaz de crear su propia demanda, su propia iniciativa, su propia exigencia. Y no ya crearla, ni siquiera apreciarla cuando se le ofrece desde fuera. La atonía social es paralizante y paralizadora en ese sentido, y entonces, como consecuencia, actúa como un motor que se retroalimenta a sí mismo: el personal no necesita librecultura, pues se alimenta de la pseudocultura programada al efecto.
Y eso es lo que tenemos… Al menos por estos barbechos. Y si lo he abordado en el escriturajo de hoy, recordando aquel aborto que pasó, es precisamente porque otro amigo de otras landas me ha entonado cantos de sirena del “parece mentira…”; “tanto y tan interesante que se podría hacer…” “¿por qué no…”, ¿y si…” y cuanto de sonajero tienen tales cantatas. Por eso, que un escaldado como un servidor, contesto: ¿y quién tutelaría esta iniciativa?, ¿esta nueva muerte prematura?, ¿este morir antes de nacer?… La sociedad de hoy está esterilizada para ello; es incapaz de engendrar la más mínima inquietud al respecto; tiene plano el encefalograma.
Me reconozco a mí mismo pesimista si no fuera puro y duro realismo. Ante la – débil – insistencia le propongo la prueba más elemental: la del algodón, “Haz la proclama y abre la lista”, y a ver cuántos se apuntan… Yo siempre he cometido el craso error de elaborar el producto antes de hacer la oferta, el menú antes de poner la mesa, y al final me lo he tenido que comer entero yo solo. No existe demanda alguna, y conste que me encantaría equivocarme, y tragarme lo de que vivimos en un erial cultural como el desierto sahariano.
No crean ustedes que no asumo el hecho de que este contenido, incontenido e incontinente, pueda molestar a más de cuatro, o de media docena, porque se vean más o menos reflejados entre el paisanaje de aqueste paisaje… Como admito el que algún alguien pueda contestarme con cierta destemplanza. Por supuesto que están en su pleno derecho de hacerlo, faltaría más. Y lo daría por óptimo, ya que de la discusión nace la razón, o debería al menos, y si no la razón, el razonamiento. Pero no mantengo esperanzas vanas, salvo algún contacto caritativo y huérfano…Sea como fuera, me doy por satisfecho con haber escrito esto en contestación al citado amigo; con que alguno de ustedes lo lean, estén o no de acuerdo con su contenido; y de mantener una oferta viuda de demanda… Lo demás, la verdad es que me importa más bien poco.
Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com