
Uno de los filósofos contemporáneos más ateo e iconoclasta, Richard Dawkins, dejó escrito sobre el origen de una doctrina que él califica de “abominable”, donde: “Dios se convirtió en un ser humano para que Jesús pudiera ser torturado hasta la muerte, como expiación del pecado que heredamos de Adán”… Según este autor, esta idea, que la tilda de paulina, raya con el masoquismo: “Dios exigió la tortura y ejecución de Jesús – dice por otro lado – como pago del perdón de los pecados”.
De esta fuente han bebido pensadores de la talla de Michel Onfray, Alain Baidion, Giorgio Aggembén, etc… que han impulsado el pensamiento europeo y occidental a las tesis del malentendido Niestze. El otro día, escuché la opinión de un reputado columnista en un programa radiofónico, que citaba a parte de estos autores en base a defender el “ateísmo moderno”, que así creo recordar que se llamaba el tema; pero que no es lo mismo que “explicar el porqué del ateísmo moderno”, que creo hubiera sido más justo, más lógico, y, sobre todo, más ecléctico.
Pero bueno, así están las cosas. Así se dan, y así se toman… Y que cada cual deslíe su propia madeja. La verdad es que yo no lo veo mal en una sociedad donde todo es opinable (yo mismo soy un opinador); el problema está, o así lo creo, en la falta de preparación intelectual de una cada vez más mayoría de personas. No debería ser así, pero lo es: los sistemas educativos están orientados hacia la gentificación de los seres humanos, no hacia su personalización, como debiera ser; ni a desarrollar su librepensamiento, ni a enfocar una cultura holística que haga frente a la ignorancia galopante que nos afecta a ojos vista, cada vez más.
Naturalmente, puestos a comparar, este servidor del convento, al lado de semejantes nombres, soy una absoluta insignificancia… y así mismo me considero, vaya mi reconocimiento por delante. Pero, si no comparamos tallas, mi voz, aún escasa y limitada, bien puede asentir que disentir de las suyas, sin por eso tener que restar dignidad a nadie por efectos de etiqueta negra, o gris descafeinada. De opiniones está hecho el mundo, y todas caben en él si son respetuosas las unas con las otras. Yo mismo no estoy de acuerdo del todo con algunas de ellas, y he de tener la libertad de expresar mis razones desde mi cajón con la misma dignidad que ellos desde sus púlpitos. Otra cosa es que se me dé voz, o no.
Así que, con el permiso de vuecencias, a la afirmación tajante de Dawkins, con toda la razón que su lógica conlleva, creo que su razonamiento, no desprovisto de cierto sentido común, desde luego, se ata más a lo físico que a lo metafísico, y ocultando tal dilema, o eso creo yo, sin quererlo, acaba apuntando más a la metafísica que a la física. Me explico: pensar la cosa como un sub-diós tipo Yahvé que entrega a su primogénito como víctima propiciatoria para “salvar” (¿?) a una humanidad de “sus pecados”, claro que es una muy atrasada abominación… Se parece al jefe de la tribu que sacrifica la mejor pieza de su ganado al tótem, al ídolo, para que le sea propicio a su pueblo.
Eso es muy de religión, pero muy poco de Dios… Ahora bien, imagínense un punto, un foco, un origen primigenio, una fuente primordial y única, de pura y sola energía inteligente (yo diría autointeligente), que decide experimentarse a sí misma a través de la misma materia y tiempo que ha creado, y controlar su propia evolución desde su también propia creación… Vale, llegados a este punto, cambien los conceptos “sacrificio”, “dolor”, “sufrimiento”, que son meramente humanos por físicos, por “Experimentación”, ya que solo se obtiene experiencia a través de los pares de opuestos.
Llegados a esa… digamos abstracción, se encontrarán con una Unidad que forma el Todo, y que se devuelve a Sí misma merced a lo que nosotros llamamos “Muerte” (o “sacrificio” de nuestras vidas, que son la Suya, al fin y al cabo)… Si pensamos universalmente, o sea, holísticamente, la explicación natural se muestra con toda claridad. Se lo digo de otro modo: si nosotros, como emanación de Él, tenemos conciencia propia, Él tiene supraconsciencia; abarca y comparte nuestras consciencias unipersonales, si es que, y cuando, las lleguemos a tener. De ahí que Dios sea tan Hombre como el Hombre es Dios. La sutil diferencia, es que Jesús fue consciente de ello en plenitud.
Otra cosa, claro, es el discurso de una Iglesia que utiliza a la religión como elemento de poder e influencia. Ha de humanizar a Dios para “permitir” la muerte del Hijo, expiándolo, explicándolo y aplicándolo a través de un necesario “convidado de piedra”: el Espíritu Santo… Es como si Dios se montara una Trinidad (eso sí, santísima) para usar a los hombres como moneda de cambio con que comprar su propia “salvación”.
Estos grandes pensadores, creo yo, están cayendo en la misma trampa saducea de la propia Iglesia Católica, para, por el contrario, justificar su ilustrado ateísmo… Y tanto afán le ponen al mismo que, al final, terminan por explicar la existencia de lo que quieren negar…