
A mí, personalmente, lo de la Amnistía ya me parece el nombre de una Compañía Nacional de Títeres… En realidad no es otra cosa: el promotor y actor principal del elenco es Pedro Mentiras, un personaje ambicioso, capaz de hacer lo que sea para conseguir mantener el poder, y que ha conseguido, de momento, que el Psoe sea su finca particular. A los que disienten, como García Page, les hecha a la jauría encima y lo destierra a la periferia del partido. No se acuerda cuando era él quién se enfrentó al aparato para encaramarse al trono… o a lo mejor sí que se acuerda, y es por eso que ahora no se lo permita a nadie.
Por otro lado, está un PP que ha encontrado en la ocurrencia la excusa perfecta en su intento de apearlo del Olimpo. En el fondo es un simple antisanchismo disfrazado de antiamnistía, la que usa para acusarlo de los peores crímenes con los que echarle encima a la ciudadanía, sin importar en apoyarse en peligrosos ultras de un fascismo extremo, y una carcoma, madrileña y cercana, que le roe el pedestal… Luego, otro cristobita es Puigdemont el Cuco, que hoy apoya la amnistía y mañana la desapoya, y que tiene agarrado por el rabo a Perico, o por los irrespetuosos respetables, y lo hace bailar más que a Fred Astaire, según le plazca e interese en cada momento.
Para eso utiliza a sus robots introducidos en la Cámara de los Diputados, patéticos personaje como Miriam Nogueras, sin el mínimo criterio propio, que la hace votar SI un día, y NO al siguiente sobre el mismo tema de esa propia amnistía; y todo decidido en el último minuto para hacer sudar sangre a los de unas siglas que hacen encaje de bolillos para justificar lo que no tiene ninguna justificación posible, y que, a la postre, serán los únicos responsables de tanto despropósito suelto.
La cosa es tremendamente simple. El de Waterloo, que no fué extraditado a España (y esto se oculta) por falta de base jurídica aportado por este país al sistema europeo – error de los gobiernos patrios – ahora está pendiente de ser, o no ser, encausado de posible connivencia con grupos aún por definir si terroristas, catalanes; y eso le hace estirar ahora la cuerda al límite de lo posible para ir ganando tiempo, no vaya a ser que se le quede corta. Es su muy lógica estrategia, pues si se demuestra lo que se quiere demostrar, tan solo le queda extradición y trena.
Y eso es todo… o casi todo. Lo que el personal no parece darse cuenta es que una Amnistía que suma al delito político (perdonable) el delito de asociación terrorista (imperdonable) no puede ser admitida por ningún Tribunal Constitucional ni Superior de Justicia europea que valga. O eso creo yo. De ahí los últimos confusos movimientos de Feijóo por dejar entrevelado su, puede que sí / puede que no, oferta anterior de Amnistía, condicionada o no, al Cuco Puigdemont, y que tan burda y torpemente ha jugado el títere gallego… Como también me huelo que el tahúr Sánchez lo sabe y también intenta jugar sus tiempos. Un juego extremadamente peligroso, dado que su “socio” de fortuna no es nada de fiar.
A este pobre opinador suelen preguntarme si yo creo que la Amnistía jodía saldrá o no saldrá adelante, a lo que suelo responder con cara de tonto: ¿qué Amnistía?.. El personal se queda ojiplático, pero es que, en realidad, puede haber varias docenas de clases y niveles de amnistías distintas y viables. La verdad intrínseca no es Amnistía-SI, o Amnistía-NO, eso es demasiado simplista. Muchísimos países occidentales la tienen en sus ordenamientos jurídicos, pero todos observan unas pautas muy bien definidas.
Lo cierto es que a mí eso me preocupa lo justo, que es bien poco. Pero lo que sí me preocupa es que la gente sea utilizada como una masa, incapaz de pensar por sí misma, porque ya “es pensada” por los que la mueven en un sentido concreto… no sé si sabré explicarme para intentar que me entiendan ustedes. Parecemos haber perdido la brújula junto al sentido de ecuanimidad: por un lado están los que justifican cualquier cosa a un gobernante, sea de las siglas que sea, que vive para su propio egotismo; y por otro, los que están dispuestos a salir a la calle pidiendo un golpe de estado, o un linchamiento físico, les da igual, por algo que desconocen su naturaleza (amnistía) totalmente.
Tenemos en un extremo a un líder que se ha hecho mandarín de su partido, y que no se para en barras ante nada por conservar las manijas del poder; y en el otro, un líder que, por el contrario, ha perdido el oremus compostelano, se ha dejado fagocitar por sus “diazayusos” y ha dilapidado la gran e irrepetible oportunidad de haber abanderado la viable centroderecha que dejó disponible el naufragio de Ciudadanos… Al final y el final puede ser los dos principales partidos políticos de este desgraciado país entregados en manos de sus extremos. Y todo por el falso y desmedido orgullo de no pactar entre ellos para poner coto el resto de desalmados que los rodean y pervierten, y que hubiera sido lo más saludable para todos los españoles.
Solo han sabido hacer crecer el odio entre ellos… Y lo que es aún peor: lo han extendido a la ciudadanía en una polarización que no beneficia a nadie. Pero ese es el cáncer de nuestra época: una clase política mediocre, vulgar y soez, vendida a sus intereses espurios y bolsilleros, cada vez más escorada a sus populismos; y un ciudadanaje, cada día más inculto e ignorante, que es cada vez más companaje.
Me gustaría equivocarme y no llevar razón, pero esto pone en crisis el sistema democrático que tenemos, pues la esencia se está perdiendo a pasos agigantados… Solo preveo, que no proveo, una solución: pasar de la Democracia Representativa (que ya está podrida) a una Democracia Participativa (que está por estrenar), y que, en definitiva, es la auténtica y genuina Democracia; y no el sucedáneo que nos han vendido hasta ahora. La cuestión es: ¿queremos los ciudadanos?.. ¿estamos preparados para ello?.. Pues nosotros mismos. Pero, la verdad, seguir con este teatro de títeres…