
A mí me parece, y perdónenme por opinar, que solemos padecer la amnesia que nos conviene… Hace 23 años, en Noviembre del 2.000, a Ernest Lluch, el que fue ministro socialista de sanidad, fue asesinado por Eta en el garaje de su casa, tras ser acosado a tiro limpio, como si hubiera sido un perro rabioso… Y sí, fue un excelente ministro y un buen socialista.
Algunos álguienes se han encargado vilmente de recordar la triste efemérides, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que Sánchez pasaba por Waterloo con la oferta de la amnistía bajo el brazo, como los zagales que antes nacían con un pan bajo el suyo… Y ya de paso también se les recordaba a los socialistas que son los mismos asesinos con los que han pactado su coalición de gobierno. Vale. Pero se aplican así mismos la malsana amnesia de que entonces gobernaba el PP de Aznar, el cual también tenía pactos con los vascos, aparte de practicar catalán en la intimidad para mejor poder entenderse con Pujol.
Y no estoy diciendo que el hombre hiciera mal o bien… Lo que intento dar a entender es que la democracia le otorgaba el mismo derecho que ahora le otorga al Psoe. Y no lo rehusó ni con los asesinatos de Eta encima de la mesa. Cuando los euzkocriminales dieron matarile a aquel buen político, que había prestado muy buenos servicios a España, don José María no rompió acuerdos con ningún lehendakari, que yo me acuerde… A los suyos de hoy, y a él mismo, yo les diría que padecen de amnesia selectiva.
Ítem más: aquel presidente llegó a negociar, también en Suiza por cierto, con la misma Eta – y creo que con buen sentido de Estado – proponiéndoles el cese de la lucha armada e invitándoles a incorporarse a la política activa y democrática… Quince años antes, el propio Ira, en los Acuerdos del Viernes Santo, hicieron lo propio para llevar la paz a la ensangrentada Irlanda, con muy buenos y satisfactorios resultados por cierto, y no creo que en esto haya mucho margen de discusión, dadas las circunstancias.
Por eso mismo, el que ahora se haga gala de una amnesia tan irresponsable como interesada, me parece de una manifiesta gravedad en un partido político que comparte Historia con la misma Democracia que ayudaron a nacer en una ejemplar Transición… Debería de mirarse en sus propios anales, y no hacer lo contrario a lo que un día ellos mismos practicaron. Y ya sé, porque lo sé, que desgraciadamente hoy en día los partidos hacen lo mismo y sufren la misma amnesia, lo cual demuestra muchas cosas y ninguna buena.
Eso solo puede deberse a la calidad de las personas que hacían política en esa Transición comparada con los de ahora, contando también con la posibilidad de que alguno de los de entonces haya podido degenerar en pensamiento, obra y omisión, como se nos interpelaba en el confesionario de sus curiales… Lo que resulta meridianamente claro, visto lo visto, y la cantidad de genífaros y apandadores a los que se les concede mamandurria política, es que tanto esa calidad como la cualidad de hoy, aunque solo sea en educación, es un pálido reflejo de la de entonces.
Y esta apreciación nos lleva (me lleva) a otra dimensión: ¿se puede justificar esta bajada de calidad personal con las ideologías?.. Lo pregunto porque es el triste y patético marchamo con que nos mueven a la ciudadanía a comportarnos como ellos, induciéndonos a las mayores burradas y barbaridades, y haciéndonos justificarles sus salidas de tiesto. Siempre he creído que la persona está por encima de las ideologías, y no al contrario. Y eso por una sola y única razón: porque las ideologías están al servicio del ser humano, no al revés… Me lo enseñó mi padre, pero a lo peor es que estoy equivocado.
Lo cierto y verdad es que hemos elegido, en el tiempo, a una caterva de administradores mediocres, ambiciosos, ebrios de poder y sin escrúpulos, que sacrifican cualquier ética con el fin de servirse, que no de servir, naturalmente. Es la diferencia de etiqueta tipológica entre aquél sacrificado Lluch y lo que hoy nos encontramos trileando por nuestra realidad política, por poner un ejemplo a mano… Lo que pasa es que, para conseguir tales fines, usan y abusan de la demagogia más burda y ramplona, la cual practican cada vez con mayor desvergüenza.
El gran problema – enorme, diría yo – es que el ciudadanaje se nos ha deseducado en valores, cultura y educación, lo suficiente y en la misma medida como para admitir esa clase de brebaje infame y hacerlo nuestro, convirtiéndonos en sus muy ignorantes cruzados… No puedo evitar recordar el principio de todo esto, cuando mi hermanamigo Joaquín y yo jugábamos a estrenar y entrenarnos en Democracia, en mítines, el respeto que había entre partidos y militantes distintos, y la sana autocrítica que existía dentro de las propias formaciones, el leal reconocimiento… Una utopía que ha devenido a ser entropía.
Estamos dejando de ser ciudadanos y nos están/estamos convirtiendo en gente, en masa, en muchedumbre, en multitud… Y ya confundimos la amnistía con la amnesia. Nos hacen olvidar lo que fue y nos ponen ante las narices lo que no es… Nos dicen arre, y arreamos; nos dice olvidad y olvidamos; só y paramos… ¿En qué puñetas nos hemos convertido?..
MIGUEL GALINDO SANCHEZ / miguel@galindofi.com / www.escriburgo.com