(de El Diario)
El ejemplo es único y sangrante, pero ampliable a todos los políticos del mundo: EE.UU., que se dice defensor de los Derechos Humanos, siendo el mayor vendedor de armas del mundo, condena al genocida Putin pero defiende al genocida Netanyahu.
Tal paradoja se entiende cuando no tenemos vendas en los ojos: aquí no se defienden los derechos de los débiles, de las víctimas, o de los masacrados; ni tampoco ningún principio de justicia ni de legalidad internacional, sino los intereses políticos de cada momento en cada lugar.
Y esto lo hacen todos. Los que ayer estuvieron a favor y hoy se oponen; los que lamen el culo al genocida por hacer oposición política en su país… todos. El ciudadanaje nos limitamos a aplaudir como imbéciles.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – info@escriburgo.com