LO QUE (NO) SOMOS

Para HEY:

La pregunta más corta del mundo y la más transcendencia se compone tan solo que de un par de palabras: ¿QUÉ SOMOS?.. Nunca con menos de puede inquirir tanto; jamás con tan poco podríamos averiguar tanto… La cuestión es que sentimos horror al preguntarnos a nosotros mismos algo tan esencialmente básico. Es un miedo instintivo que nos hace reaccionar en forma de huida, de manera casi que violenta. Es el Ego de cada cual el que reacciona intentando poner distancia de por medio. Una pregunta que la humanidad se hace desde miles de años acá, y que las personas evitamos responder cada día de nuestra vida, por incómoda e inoportuna que nos resulta.

Epícteto, el gran filósofo griego y el mejor representante de la escuela estoica, contestaba en su sabiduría la tal pregunta de forma cruda y despiadada, casi como un latigazo. Les decía a sus discípulos “sois almas que sostienen a cadáveres”… Todos y cada uno de nosotros somos almas que sostenemos, arrastramos, aguantamos, soportamos y convivimos en cadáveres, cada cual con su propio cadáver a cuestas de su propia alma. Jesucristo lo socializó pluralizándolo en el general del personal como “muertos que entierran a sus muertos”, que es exactamente lo mismo. También Teylhard de Chardín, el gran teólogo, filósofo y palanteólogo, acertó de lleno en su aserto: “no somos materia en experiencia espiritual, sino espíritus experimentando en lo material”.

Pero a mí me resulta mucho más fácil analizarlo en el sentido contrario. Se expone mejor lo que NO somos que lo que en verdad creemos que somos… No sé si a ustedes les servirá de algo verlo desde ese extremo opuesto: no somos lo que creemos, no somos lo que los demás nos hacen creer que somos; ni siquiera somos aquello que vemos en el espejo, pues todo espejo nos devuelve una imagen fiel pero invertida de nosotros mismos. Y, encima, como dice Cristo, somos muertos que creemos que vivimos.

En realidad valoramos la periferia de nosotros: nuestro cuerpo; y lo periférico de nuestra periferia: nuestros vestidos, nuestras casas y nuestras cosas, y vivimos – creemos que vivimos – en un mundo de periferias. Que nos hemos creado y del que dependemos, creyendo que eso es lo real… Pero la sociedad que nos hemos construido, y cuanto creemos que existe a nuestro alrededor, es lo periférico de lo periférico a nosotros mismos. Sin embargo, para nosotros lo es todo, aún no siendo nada… Y ese es el gran, enorme, fabuloso y trágico error que cometemos: negarnos a reconocer la auténtica y genuina identidad, o mejor identidad, que en verdad somos.

¿Y qué somos?..vuelo a preguntarles y a preguntarme, pues ustedes son una extensión de mí mismo, como yo soy una extensión de todos ustedes, aunque solo sea a nivel de percepción física – ya que no psíquica, o quizá también – que son dos de los múltiples niveles de percepción posibles… Una inconmensurable equivocación por parte de todos y cada uno de nosotros, por cierto. Sin embargo, la pregunta del par de palabras seguirá ahí, en pie, delante de nuestras obtusas narices, mientras el mundo sea mundo, esto es: un constructo nuestro… Y es que, mientras no sepamos lo que somos, no sabemos lo que hacemos. Ya va siendo hora que empecemos a reparar dentro de nosotros mismos.

¿Qué somos?.. Pregúntense cada noche antes de dormirse, a ver si el subconsciente, esa parte de “yo” incógnita, le trajera la contestación enredada entre los sueños de sus noches. A ver si así sonara la flauta… Pues mi contestación no vale más que la de cualquiera de ustedes. Yo lo intuyo, lo percibo entre débiles y frágiles reflejos; me acerco y me alejo, igual que fluye el mar en la orilla de la playa… Y nadie se va a dejar llevar por intuiciones ajenas. Cada uno, o cada una, habrá de buscar su propia chispa en su propio brasero y encender su propio candil.

Pero no se pregunte ¿QUIÉN soy?, porque le vá a contestar su Carnet de Identidad, su Registro Civil, su Libro de Familia, o lo que escucha decir a los demás de usted mismo… Todo eso es un disfraz, máscaras, caretas de feria, personalidades de quita y pon, de usar y tirar… Mejor pregúntese ¿QUÉ soy? Primero, antes que nada, de principio, como aperitivo; y solo luego, después, añadirle la tercera palabra de la tríada (o Trinidad): ¿Quién soy yo?..

Es posible que entonces comience a descubrir que LO que es, es también la esencia de todo, y, por lo tanto, SU propia esencia; y lo de QUIÉN es sea un constructo añadido y superfluo a LO que es; un algo adherido a posteriori; como unas muletas que enseñan a andar, pero que hemos perdido que lo importante es el andar, no las muletas… Lo que verdaderamente importa es la ESENCIA, no la PRESENCIA… La historia del ser humano es laa de sus religiones: nos acercan un artilugio para caminar, y luego nos lo cuelgan en un altar y hacen que lo adoremos. Es la religión de los exvotos, a los que siempre se nos ata y esclaviza.

Sin embargo, esto lo sobrepasa, lo lleva mucho más allá del tótem, del gurú y de la tribu… bastante más allá. El QUIÉN soy yo empequeñece y hace dependiente; el QUÉ soy Yo engrandece y libera… De ahí mismo que – y vuelvo al principio – el ¿qué somos?, convertido en el singular ¿qué soy? Sea una especie de bofetón destinado a sacudir la modorra de una prolongada (y quizá excesiva) siesta. Creemos que vivimos las vida, cuando vivimos la muerte. Creemos que vivimos una verdad, cuando lo que vivimos es una mentira… Más de dos mil años que el galileo universal aquél nos soltó las verdades del barquero, y solo se nos ocurre hacer una estatua idolátrica de Él, subirla a un trono procesional y adorarlo exactamente igual que adoramos aquel becerro de oro. No hemos aprendido nada. O poco,  muy poco.

 MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ  /  info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

Escriburgo

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas... Es autor de cinco libros. - Ha fundado varias ONG's, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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