…Y el desencuentro. Hace una montonera de años, cuando empezó esto de la democracia, o lo que fuera, me interesaba y sopaba en todas las salsas. Éramos jóvenes, estábamos ilusionados, y tras cuarenta tacos de dictadura dura, aquello era una auténtica fiesta, y nos ponía a los de mi generación más que la raspa a un gato… En tiempos de elecciones, mi amigo Joaquín y yo, con nuestras esposas, salíamos y visitábamos todas las carpas donde se desliaba un mitin… Daba igual del partido que lo cocinara. Incluso en la convivencia entre las distintas siglas había un respeto entre ellos, una especie de intercolaboración e interconexión que hoy se ha convertido en ciencia ficción. Así que nos empapábamos de cuanto se exponía, comparábamos, lo dialogábamos o lo discutíamos, que eso era igual, y cada uno se apañaba su propio sopicaldo para “el día de la urna”…
De alguna manera, por nuestra edad y nuestras vivencias, por nuestra historia y condición, nos considerábamos arte y parte de aquel cuasi sagrado advenimiento. Éramos factores activos, en cierto modo, del cambio, y, de alguna forma, nos creíamos herederos de todo aquel magnífico e intenso tinglado… La sensación de libertad recién estrenada aunque poco entrenada, era flipante. El poder opinar, expresarnos y elegir a quiénes nos representasen y defendiesen nuestras ideas distintas y nuestros intereses comunes nos embargaba y nos embriagaba. Tal era el despertar a una nueva visión del mundo, a una nueva dimensión de la sociedad… No sé cómo, pero nosotros igual habíamos derrotado a la dictadura, y nos habíamos ganado aquello. No solo podíamos votar, incluso podíamos participar, tal era el panorama que se nos abría a la esperanza… Y así comenzó la andadura.
Hoy me considero un ateo politico.. En tiempo de elecciones me sorprendo a mí mismo hastiado y cansado de oír siempre las mismas demagogias a los mismos demagogos, a los mismos embusteros… En las últimas andaluzas, ya incluso he evitado los mítines, he huido de las conexiones, y he cambiado de canal cuando me he tropezado los espacios electorales. Nunca antes había obrado así. Cuando venían las de alguna autonomía, no digamos la propia o las generales, no me perdía un jodido telediario, a fin de informarme muy bien informado de lo que decían los unos, los otros, y cuántos y cuántas aspirasen a hacerse un hueco teniendo algo que aportar, fuera nuevo o viejo… Pero ahora, lo confieso, y conste que me entristece reconocerlo, me producen náuseas, arcadas, a veces auténtico asco… tanto, que no los/las puedo soportar… Se ha cambiado confrontación por enfrentamiento; la pluma por la navaja; el estilo por el insulto; la educación por la zancadilla; el razonamiento por la mentira; la cortesía por el odio… Y, lo que es peor: no se aporta nada, absolutamente nada, tan solo demagogia cutre y vulgar. No solucionan nada, absolutamente nada. Tan solo buscan quitarle el empleo, el puesto y el sueldo, al que ya tiene asiento para su culo.
¿Qué ha podido pasar?.. Procuraré explicarlo desde mi humilde punto de vista, por supuesto… No se trata de razón ideológica, si no de calidad política, e incluso de calidad humana. Es más: considero que han adulterado tánto las ideologías con el fin de adaptarlas a sus ambiciones personales, que hoy es tan solo que un cebo para pescar peces que no se corresponde con la realidad. Un disfraz vacío de contenidos y de valores, con el que se viste una escoba y al que se sigue embobadamente; un conseguidor del voto; un hueco para vivir del engaño… Excúsenme los que se sientan molestos por retratados o por utilizados, pero la ideología ya no es un fin para servir, si no un medio para obtener.
Eso, por un lado… Y por otro, lo desilusionante, el fraude moral incluso, es ese cambiazo, ese secuestro de la democracia para imponer la partitocracia, se me ha hecho tan evidente que ya no trago sus discursos llenos de falsedades cuando hablan enfáticamente en nombre de esa misma democracia de la que se valen… El sistema electoral está viciado; es falso que el ciudadano elija libremente a sus candidatos, pues el ciudadano solo puede elegir a los candidatos previamente puestos por ellos. O impuestos, mejor dicho. Han escamoteado las segundas vueltas, existente en otros sistemas con no son semidemocráticos como el nuestro. Lo del sistema de listas abiertas, es una utopía. La disciplina esclavista de voto impuesta aquí, apenas existe en ningún régimen liberal europeo. Aquí es un auténtico secuestro de conciencias que se dejan gustosamente secuestrar, claro… Y esta política forzada, monolítica y encorsetada, se percibe a derecha e izquierda por igual… cuánto más extrema la una, más extremo lo otro…
Miren ustedes, a ver si se me logro hacer entender: con esta política de rigidez partidista no podemos tener buenos partidos políticos, y mucho menos, buenos políticos. Mucho menos, honrados. Si yo puedo elegir un candidato que considero capaz y honesto (ya extremadamente difícil) en una lista abierta, porque sé que su conciencia no está encadenada a voto de partido, sé que puede existir alguna posibilidad, pero así, los políticos en lista son soldados en nómina que solo buscan su propio salario. No sé si me estoy explicando. Y eso ya pasa con los del país, con los de las regiones, y con los de los pueblos también. Con todos ellos…
Yo, desde luego, me siento profundamente defraudado, desencantado, engañado, y por eso lo confieso aquí, hoy, en éste, lamentando el pez podrido que nos han vendido, y cándidamente les hemos comprado. Son unos simples falsarios, y nosotros sus simples instrumentos, y, naturalmente, ya no creo en ellos. En ninguno. El próximo año nos convocarán a locales y autonómicas, y el teatro guiñol se armará de nuevo (de hecho ya se está armando); y los títeres tratarán de convertirnos en sus títeres, otra vez más… Y oiremos los mismos viejos cuentos como si fueran nuevos… Y volverán las oscuras golondrinas sus viejos nidos a ocupar, y de los que medrar… Pero, al menos a mí, ya no me engañarán.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com