(de Daniel Colombo)
“Tenemos que vaciar nuestra mente de todo lo que nos han hecho aprender hasta ahora. Hemos de darnos cuenta de la similitud entre un código de barras y nuestro DNI. Somos números del sistema” (del libro El Árbol y el Sendero)…Ardua labor para los que intentan desbrozar su sendero hacia el auténtico conocimiento, porque se llevarán las del pulpo. Estamos muy abrigados en nuestras oscuridades interiores al fondo de la platónica caverna. Nosotros no queremos despertar, ni que nadie nos despierte tampoco, y los otros, a cambio, nos ceban con pienso grueso mientras rindamos en el pesebre de los adocenados. La estopa y el destierro a la estepa, cuando no el desprecio, que nos largan a los que quieren/queremos cambiar (o intentarlo) tal estado de pensamiento, es la respuesta a la oferta.
Me pararon por la calle para preguntarme si era verdad que unos pocos – yo diría unos mínimos – íbamos a abrir en T.Pacheco un foro cultural de cierto nivel… Me dejaron “estupefactado” más que estupefacto. Alguno tuvo que enterarse de mis/nuestras conversaciones con los del Casino local (Centro Instructivo mal-reza aún en la fachada) para tratar de poner en valor una parte del mismo desde varios ángulos culturales. Por lo tanto y a lo tonto, como buen interesado por ya escamado, intento, como en el ajedrez, una apertura por las alas, a ver hasta dónde llegaba aquel interés tan interesado.
Así que, como en el cuento, le enseñé una patita por debajo de la puertecita: Bueno, estamos en las preliminares, en el intento, pero ese “nivel” lo tendréis que demandar vosotros… Como se quedaron epatados, o espantados, no lo sé, les aclaré un poquico más: Mirad, nosotros hasta podemos invitar a M.C. Jara (la autora del libro anteriormente citado) a que explique, por ejemplo, el porqué y motivo de la media docena de ediciones que ya lleva su obra… o muchas y espléndidas cosas más, pero, ¿alguien estaría dispuesto a venir a escucharla?..
¡Hombre!.. saltaron semiofendidos… Y seguí: podemos intentar poner un Punto de Mediación, Formación e Información; dar conferencias, charlas, exposiciones… incluso hacer funcionar una Escuela de Lectores y Escritores, si se tercia, pero, claro, ¿tendrá respuesta entre la gente?.. ¿habrá demanda con que mantener la oferta?.. Primero, en interés, y luego, en su mantenimiento, por mínimo y ridículo que fuera… ¡Ah!, me contestan, ¿pero es que hay que pagar?.. Como no sea que los que inter-vengan se paguen desplazamiento, gastos personales y materiales de su bolsillo, encima de no cobrar su trabajo… les suelto a su pregunta. Podrían hacer lo último, si quisieran, pero todo lo demás nos debería dar vergüenza el solo insinuarlo… Regalar la faena y encima costearse los trastos me parece tan abusivo como insultante, les corono la tarta, mientras quedo a la espera… “No, claro, visto así”…
…¿Acaso hay otra manera de verlo?.. Estamos tan patéticamente enganchados al subvencionismo que hemos perdido el auténtico y genuino valor de las cosas… No sé quiénes (bueno, sí que lo sé) nos han acostumbrado a pedir sin dar, o a exigir sin responder. Así solo se puede obtener mediocridad y banalidad. Al fin y al cabo, nos ofrecen aquello para lo que nos han acostumbrado, algo con lo que cebarnos: bazofia consumista. Vale. De acuerdo, pero no es eso lo que necesita – o cree necesitar – el personal. No es un más de lo mismo, si no una nueva visión de encarar las cosas y nuestro propio yo, no sé si me explico… Existe una máxima sacada de la antigua sabiduría: “hasta que no está listo el alumno, no aparece el maestro”. Así que, háganse ustedes un favor, y piensen en esto antes de seguir leyéndome.
Ahora sigamos con la exposición, please… Yo no estoy hoy aquí vendiendo nada, tan solo estoy constatando un hecho y exponiendo dónde estamos, porqué, y lo que debemos de hacer para salir de esta trampa saducea. Nada más que eso, aparte de señalar los últimos trenes de las oportunidades perdidas, o aprovechadas, antes de que éstos sean suprimidos por el nuevo Farenheit 451, a su paso por la “Estación del Fin del Mundo”, y no tengo espacio aquí para ilustrarles sobre esta metáfora. Pero llama la atención, y mucho, la nula actitud de las personas con aptitud… bueno, no, en realidad hasta resulta un tanto lógico, aunque no de sentido común.
Solemos poner precio a lo que nada vale, y, sin embargo, despreciamos lo que tiene valor. Los dos jacos que tiran adelante del carro de la comodidad y el egoísmo. Y el de la ceguera es el que tenemos de reserva en nuestra cuadra… No queremos – puede que no sepamos – darnos cuenta que estas propuestas son difícil que vengan de una administración que no está dispuesta a facilitárnoslas por varias razones: porque lo pagado está condicionado; porque se prefieren materias esclavizadoras a liberadoras; porque lo mejor es mantener a la gente sin pensar, o con pensamientos digeridos y dirigidos; porque los funcionarios no trabajan por las tardes, y usted, por ende, tampoco debe hacerlo; porque las administraciones sirven a los sistemas y no a los ciudadanos…
Por eso mismo que es la propia ciudadanía la que tiene que montarse sus propios abrevaderos libres y no intervenidos, según su conciencia y el olfato que les quede, y su libre elección de perseguir su opción… En mis programas radiofónicos, recurrentemente me animan a desarrollar y establecer esos contenidos en charlas y talleres, lo cual siempre agradezco en lo que vale, y por lo poco que vale lo agradezco poco… ya que, cuando digo el “sí, quiero”, VAMOS allá, el plural les congela el ánimo. Y, claro, eso no me sirve. Ni a mí, ni a ellos. Lo menos que puede esperar el que le piden una cita, es que el que se la pide, acuda… Recuerdo a personas que ofrecieron en teoría hasta lo que yo no creía. Naturalmente, sin molestarse en conseguir lo que prometían. Y es que necesitamos conseguidores, no prometedores.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com