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Un tribunal británico ha decidido revisar, por vez primera, la inmunidad de nuestro emérito Juan Carlos I, por la querella de su, digamos amiga, Corina, por acoso, difamación y seguimiento ilegal, que es mucha tela…
Los abogados del «ex» aluden y eluden por la cosa del aforamiento real en el momento de los hechos, y ahí andan apoyándose en tan dudosa muleta…
Sorprendentemente, la ley española no reconoce esos privilegios a ex-mandatarios extranjeros, una vez dejado el cargo, y dice que la inmunidad se limita a los actos durante su mandato en el ejercicio de sus funciones… Es curioso las dos varas de medir que tenemos con respecto a los propios y los ajenos. Por eso que en los tribunales europeos nos miran con lupa.