Lo decía no hace mucho el excelente columnista, y amigo mío, Ángel Montiel: los gobiernos – y los políticos todos, añado yo – en España constituyen una fábrica de bulos constantes y sonantes. Sin paliativos algunos. El Gobierno dice que la oposición es una factoría de fango, y lleva razón, lo es, pero es que ellos tampoco se quedan atrás, aunque sean menos burdos en apariencia. De hecho, cualquier gobierno, nacional o autonómico, sea de la etiqueta que sea, utiliza los medios de comunicación a su disposición con una completa e indecorosa parcialidad. Y lo peor de todo, es que se toma como normal lo que debería de ser todo lo contrario.
Miren, por ejemplo, las televisiones regionales. Son aparatos de propaganda y justificación descarados y serviles al gobernáculo que les paga la nómina, cuando tendría que ser al revés: los medios de difusión públicos debieran garantizar el equilibrio, veracidad y neutralidad informativa frente a los privados que mueven determinados trusts de intereses económicos Ahí tienen el modelo británico de la BBC, a un suponer… El origen, objetivo y motivo de esos medios públicos no es otro que eso mismo: la centralidad y veracidad informativa para sus ciudadanos; el contraste del servicio público con el privado.
Ese principio de ecuanimidad en España no existe en absoluto. Echen un vistazo a los canales regionales que roturan nuestro mapa autonómico. Señálenme uno solo que emita con imparcialidad. No existe ninguno. Todos son cajas de resonancia política de sus propios gobiernos locales, y todos funcionan con una demagogia vergonzosa e indisimulada… Lo primero que sirven tales estructuras, más desinformativas en sí mismas que informativas, mucho menos formativas, es como colocaderos y enchufe de afines. Jura bandera y ocupa tu puesto, le dicen. Luego se dedican a desarrollar un contenido ramplón de entretenimiento, pan y circo, y propaganda localista; a llevar y traer el botijo a los que pagan su companaje; a sacar a sus jefes vestidos de lagarteranos en la fiesta de la morcilla; y a obviar y eludir cualquier noticia inmanipulable que no convenga.
Naturalmente, si los propios políticos gobernantes establecen este estado de cosas, sin cortarse un pelo, en sus satrapías de referencia, ¿por qué no lo van a hacer también desde sus puestos oficiales y sus partidos nacionales?.. ¿qué se lo impide?.. sus conciencias, desde luego, no, y sus ciudadanos, está claro que tampoco. Estamos tan apesebrados al pienso que nos dan, que hasta nos gusta. Nos lo sirven mezclado con la adormidera de la fiesta pueblerina, con el cohete y el autoelogio; con la participación efusiva y alucinada de una ciudadanía babeante por detrás y por delante. El ejemplo y modelo más patente y repelente que tengo de referencia es la de mi propia región, la 7, donde la zafiedad y el cutrerío desborda todas las costuras del invento. Y sin pararse en barras.
Pero yo preguntaría a Montiel que ¿hasta dónde, parte de esa responsabilidad, no la tienen los propios medios de comunicación que se tienen por independientes?.. Porque yo no veo que ninguno se salga de esa apestosa palangana, ni haga un esfuerzo por dignificar sus contenidos en una mejor oferta y con una mayor calidad y nivel. La apariencia que dan es el más de lo mismo; el someterse a una mediocridad y servidumbre de repetir hasta la saciedad y precariedad el propio fango que emiten ambos fangales, regodeándose además en su esparcimiento para consumo de un ciudadanaje de puro forraje. El modelo es: fulano dice que mengano es un cerdo, y mengano que fulano es un cochinate; y que no falte fiesta longanicera. Y en eso reside todo.
¿No será (le sigo preguntando) que a esos medios independientes solo les preocupa mantener los grifos de subsistencia abiertos, aún al precio de prostituir sus propios principios de calidad y ecuanimidad informativa?.. Puede que esté equivocado – en tal caso pido perdón, aún siendo mi opinión personal – pero ahí también el que paga manda y ordena desfenestrar al que se sale del pesebre y piensa por libre. Y me consta. Y entonces, claro, tendremos un erial en que, entre todos, dependientes e independientes, propios y ajenos, los de la camada y los de la mamada, se dedican a desconcienciar al personal, a vulgarizar, a gentificar; y se apuntan al mismo reparto desde sus santuarios.
Y no soy tan tonto como para no reconocer que la gente tiene que comer, y mantener a sus familias, y que en lo privado también hay patrones que mandan; y que no todos mandan bien… Lo sé. El Patrón Estado es uno solo, y aquí hay muchos, aunque se fusionen, y no siempre para bien, sino para peor, y todo eso, pero es de donde siempre han nacido las iniciativas de dignidad, de calidad y de libertad. Si la calle, la sociedad, las personas (no la gente) no se rebela contra su propio adocenamiento, el ser humano como tal está perdido. Ningún Estado ni Gobierno ha liderado nunca ningún nacimiento de liberación intelectual. Jamás. Más bien al contrario, ha propiciado el acatamiento y el sometimiento.
La propuesta ahora es el sometimiento mental a través de las… ¿ideologías?.. Convertir al ciudadano en correa de transmisión de bulos y odios, para que se libre fuera la lucha por el poder que ellos mantienen dentro. Las dos piernas con que se anda eso son los planes educativos alienantes, y la información e informativos “metabulizantes”. Y el resultado es lo que tenemos: una sociedad polarizada por aborregada. Hasta tal punto es el caso, que si una de las partes les pide manifestarse pidiendo un golpe de estado y saltarse la instituciones, están dispuestos a hacerlo.
Pero no veo yo que izquierdas y derechas, de las bases y de las calles, salgan a las plazas a gritar que basta ya, y que se vayan todos a tomar por el saco. Que ya vale. Que ya es suficiente… Que queremos representantes que dialoguen y no nos enfrenten; y que busquen soluciones juntos. Que ya está bien de burros y de tontos… No, no lo veo.