
No todos mis artículos gustan a todos… Y éste, es muy posible que aburra a no pocos, pero hemos de tomar conciencia, aunque solo sea por pura y dura honestidad humana… Hace meses dije, si bien que someramente, que el eje de la tierra está cambiando su rotación, según los geofísicos, naturalmente, que yo no llego a eso… Pero hubo quiénes me dijeron, ¿cómo no?, que yo era muy dado a culpar a la acción humana de toda alteración física, y que eso era algo fortuito en lo que nada teníamos que ver, ni tampoco apuntar a nuestra cuenta.
Craso error, sin embargo. Es el deshielo lo que está frenando la rotación de la tierra; y el deshielo se produce por un calentamiento de la atmósfera; y ésta la estamos provocando nosotros, de forma directa y sin intermediarios, con nuestra continua emisión de fluorurocarbonos a la atmósfera, incluso con cada salida y “puente” al que nos apuntamos, y con el que nos afanamos en poner distancia por medio para con nosotros mismos, entre otras lindezas y maravillas… O sea, que no, que tampoco.
“El agua del deshielo va al océano, y eleva el niel del mar. Esto equivale a una transferencia de masa desde los polos hacia el ecuador, lo que ralentiza la velocidad de rotación de la Tierra” (D. Agnew / Nature, 2023)… De hecho, en Enero del pasado año, el núcleo terrestre no solo se frenó, sino que incluso llegó a girar en sentido contrario al resto del planeta (EP, 28/3). Esto no es moco de pavo. La alteración afectará a la sincronía entre el tiempo astronómico y el de los relojes atómicos. Sobre el 2029, en la escala de tiempo empezará a acortar el tiempo real sobre los actuales medidores del mismo tiempo – relojes – de todo el mundo y en todo el mundo. Lo dice la astrofísica, claro, no yo.
Es importante que lean esto, si quieren, claro: El tiempo Universal Coordinado es calculado en el mundo mundial gracias a 450 relojes atómicos repartidos por todo el planeta en 80 laboratorios de tiempo. Vale… en las mediciones hechas desde 1972, cada seis meses, se indicaba que el tiempo se ensanchaba en lo que llaman “segundos intercalares”. Bien. Lo que muestra el último trabajo es que “ahora tendremos que enfrentarnos a lo contrario: a restar en lugar de sumar”… Voy a hacer un punto y aparte con el fin de, antes de seguir en un par de párrafos con el hilo de esto, se paren ustedes a pensarlo detenidamente, ya que no a interiorizarlo.
Desde esa Agencia se piensa que “en su momento, el impacto será económico”. Sin embargo, en la Conferencia General de Pesas y Medidas de 2022, se acordó dejar de introducir segundos intercalares – ni en positivo, ni en negativo – puesto que es un problema generalizado de mayor amplitud, que afectará a todos los sistemas de comunicación y de posicionamiento; pero sí que dejan dicho y escrito lo siguiente: “Lo que vaya a hacer a partir del año 2035, aún está por definir”… Perdónenme ustedes la avalancha de datos técnicos con que les he aburrido hasta aquí, si bien era necesarios para la toma de conciencia.
Bueno, pues dicho todo eso, como posicionamiento de salida, y esto ya, relájense, a título ya de cosecha propia, me asaltan las investigaciones de Einstein y sus ilustres colegas y astrofísicos, que decían que el Universo estaba en expansión desde su explosión inicial, el Big Bang hawkinguiano, y algunos comenzaron a decir que parecía dar la impresión (al final, incluso también el mismo don Albert) que ese mismo Universo comenzaba a contraerse… ¿lo recuerdan alguno de ustedes por algún casual?.. Es que, si la distancia es directamente proporcional al factor tiempo, y el tiempo ha empezado a disminuir (contraer), por puñetera lógica y la misma regla de tres, el Universo igual comienza a colapsar, ¿no?..
Lo cual querría decir, que, sí bwanas, nuestro Universo, al igual que tuvo un principio, bien puede tener un final, pese a quiénes pese… y a pesar de que aquí se nos abre una de las más grandes incógnitas: ¿estaba prevista la aobsolescencia programada del invento de antemano, o se va al carajo por arte y parte, y concurso, de la humanidad?.. Visto lo visto, aparentemente todo apunta a lo segundo; pero visto lo nunca visto, ¿quién nos dice que el Constructor del Mecano éste no sabía por lo sobrado que nos lo íbamos a cargar en el primer cuarto de vuelta?..
Como verán, dejo un debate abierto tan acojonante como apasionante. Y yo, en esto, como Bertrand de Düguesclín, “ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”. Aquí hay así como un par de posibilidades: o bien el/los que fuera(n) nos conocían mucho mejor que Franskenstein a su criatura, y contaban con el desastre; o se les ha ido, o se nos ha ido, de las manos, y esto va a terminar como el Rosario de la Aurora… Si es lo segundo, puede ser que esos Elohim estuvieran en el plato evolutivo al igual que estamos nosotros, y que sean, en consecuencia, tan responsables como lo somos nosotros; y si es lo primero, que no diéramos la talla a la primera, entonces es que Dios, además, es previsor como ninguno y se las sabe todas.
Pero sea como fuere, y está claro que está siendo, es que estamos pisando el acelerador cosa mala… Y que el primer hostión nos viene en un par de generaciones como mucho. Y esto no lo dice San Juan alguno en Apocalipsis ninguno, que también en plan florido y hermoso; sino que el mismísimo y terrenal Antonio Guterrës, como Secretario General de la Onu, lo está diciendo sin cortarse un pelo… Luego estamos todos y cada uno de nosotros, con nuestras responsabilidades personales a cuestas de nuestras gibosas conciencias, en plan plagas de Egipto, y todos encaramados a la vara de Moisés.
Es nuestra opción, al fin y al cabo. Se nos está dando a elegir entre intentar frenar y minorizar en lo posible lo ya inevitable, o estamparnos en suicida carrera contra el muro que nosotros mismos hemos levantado delante de nuestras propias narices. Y hemos optado, visto lo visto, por lo segundo… Lo he dicho muchas veces: el “Libre Albedrío” es un privilegio con que se nos dotó nada más abandonado el taca-taca… “Creced y multiplicáos”, se nos dijo, y si no aprendéis, vais daos, se nos dijo también aunque el cronista judeocristiano lo omitiera de buenas a primeras… Y en esas estamos: o embarrancamos y salvamos los pocos muebles, o no nos salvamos.