
Cuando yo era un crío, en mi pueblo vivía un personaje, vecino mío, al que se le conocía por “Perico Mentiras”… Ignoro el motivo del apodo, pues era un buen hombre y una excelente familia, aunque no es difícil adivinar el motivo, quizá traído por su propio oficio de marchante. El caso es que “se me viene a las mientes”, cada vez que tengo presente a Pedro Sánchez, que sí que le viene al pelo lo de Perico Mentiras. Y en todo su esplendor, además.
En el momento de querer justificar lo de la Amnistía (que dije en su día aquí mismo que no me parecía mal siempre que no fuera “su” amnistía), soltó entonces muy claramente que “quedarían fuera de ella las imputaciones por terrorismo”… En un embuste más sumado a sus muchos anteriores, ahora se inventa, arrastrando a su partido al descrédito, que “la Ley de Amnistía abarcará a los acusados de terrorismo, si en sus actuaciones no han causado “violaciones graves de Derechos Humanos”… Esto es, crea una nueva definición del terrorismo, y lo equipara al colesterol, que lo hay bueno como lo hay malo. Sin embargo, el terrorismo es una definición inequívoca de delito grave perfectamente tipificado.
El Parlamento Europeo, en su Directiva 2017/541 señala sin ambigüedades que “cualquier acto terrorista constituye una de las violaciones más graves de los valores universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y el disfrute de los derechos humanos y de las libertades fundamentales en los que se basa la Unión”… La falsa lógica de violar las leyes a través de las leyes es el subterfugio de los Urban, Putin, Erdogan, Trump, Netanyahu y demás facinerosos oligarcas de la política, pero no es digno de un partido con el historial del Psoe… Yo lo tengo cada vez más claro: el Socialismo no es Pedro Sánchez, que responde más a un mandarinismo que a un auténtico, verdadero y genuino progresismo.
Y conste que me gustaría estar equivocado, que a lo mejor lo estoy… pero lo que traen estos sucios trucos para anclarse tramposamente en el poder, que con estos métodos terminan por ser dudosamente legítimos, es la preparación del advenimiento de algo peor en sentido contrario. Ahí tenemos a un fasci-Vox neofranquista y un PP peligrosamente escorado a aliarse con esa ultraextrema, dispuesto al asalto de “sus” cielos… Y lo que puede ser peor: una ciudadanía que igual se escora a un lado y a otro sin medir las consecuencias, pegada a un clientelismo de piñón fijo a sus siglas, cuasi suicida.
Este panorama viene alimentando una polarización y un enfrentamiento cada vez más acusados entre un colectivo general de ciudadanos que debería actuar unido y en un solo y único sentido: contra una clase política mediocre, incapaz, egoísta, ambiciosa y tremendamente demagógica, de tal baja talla, que hacen parecer como gigantes a sus precedentes de la Transición, como ejemplo más próximo.
Tenemos, como otro ejemplo, a una Yolanda Díaz que ha promovido la bajada de la cota laboral a las 37,5 horas semanales. Y eso no está mal… no estaría mal, naturalmente, si no usara una excusa de apoyo que luego se encarga de silenciar cuando el eco que le viene no le baila el agua. Me refiero que proclama, vox et pópuli, que es la media europea y de países avanzados, y es muy cierto por cierto. Pero calla la contestación emanada de la propia UE a tal respecto: que aún trabajando más, somos el último país de Europa en producción.
En román paladino: echamos más horas pero trabajamos menos… Una ecuación totalmente ilógica e insostenible. Leí el otro día un comunicado de la CEE sobre tal cuestión, que dice, en extracto, que el alza en los niveles de producción (esto es, competitividad) debe acompañarse de una justa reducción de jornada bien entendida. Pero nunca al revés, jamás al contrario. No debemos premiar el estar a la cola en productividad con encima trabajar menos. En muy breves palabras: aquí se ESTÁ mucho, pero se HACE poco. No se rinde.
Y todo eso porque vamos a contralógica… Luego, después, leemos en los medios que se nos va Sabic; y que allá cierra una factoría de coches; y que las grandes empresas, poco a poco, se están largando de este solar… Y nos quejamos amargamente, y protestamos, y soltamos nuestros “nohayderechos”, y tal y cual. Sí, vale, de acuerdo, pero obedece a una lógica matemática: no somos competitivos… Y miren ustedes, aunque no les guste que lo diga, pero como no valemos para producir, valdremos para servir. Y entonces nos convertimos en un país de hosteleros, cocineros y camareros. Que es lo que ya casi somos… Tranquilos los de babor, que la próxima cargaré contra estribor.
¿Lo ven?.. La lógica acaba por imponerse a la contralógica. Llevará su tiempo, pero lo hace. Es una ley universal establecida desde que el mundo empezó a rodar y a ser rodado. Implacable. Y no solemos fijarnos mucho en ella porque nos cuestiona constantemente; y nos corrige por las buenas o por las malas; y nos resulta incómoda para nuestros intereses… No es otra cosa que la tan traída y lleva Ley de Causa y Efecto. Y si obstinados somos nosotros, más obstinada es ella.
Miren: La raíz de la Lógica es Logos… logos es el origen, el principio, todo comienzo; incluso muchos – el mismísimo Juan Evangelista – llama a Dios el Logos… Ergo, lo lógico es lógico por ser acorde a principio. Tan es así, fíjense ustedes, que en buena ley, es a lo que nosotros llamamos “principios”, por cierto que cada vez más depreciados y despreciados, y que deberíamos llamarlos “logos”. Todo ello cuestión de Lógica… Hoy me he subido de la política a la metafísica, me criticarán muchos, no sin cierta razón. Pero adviertan que lo que no tiene trascendencia es porque tampoco tiene importancia. El que quiera pensar, que piense, y el que no, que siga…