(de Ethic)
Una de las cosas que más me llaman la atención del actual feminismo (adviertan vuecencias que no “mento” al feminismo general, si no al actual) es su enorme empeño, cruzada y campaña, en su propia “compaña”, claro, en desenterrar a todas las mujeres condenadas al ostracismo: pintoras, escritoras, científicas, artistas, de todas las artes y saberes, y disciplinas, que han sido ocultadas y olvidadas injustamente por siglos de machismo pilón – y hago constar en acta que a mí me parece genial, muy bien, por ser justo y merecido – pero que, sin embargo, en un incomprensible contraste, la que más y mejor simboliza a todas, la que las abarca, con largueza y diferencia, y que fue muerta y martirizada ferozmente, precisamente por ello, ninguno ni ninguna nadie, la ha reivindicado, y todos y todas la han olvidado. Muy, pero que muy extraño… Me estoy refiriendo, por supuesto, a Hipatia de Alejandría (415 a.C.)
Quizá por todo eso y unas cuantas cosas más, para mí, Hipatia es mi modelo, mi Virgen, mi Santa, mi idola y mi latría. Mi inspiración y mi femineidad creadora, y creativa… En mis despachos siempre he tenido un grabado de ella en la pared, que me recuerde las verdades a las que ofendemos, porque preferimos honrar las mentiras que adornan nuestras vidas, o las modas, que viene a ser lo mismo. Tal son así nuestras existencias que se puede afirmar aquello de “saber para no creer”. Desde luego, la película Ágora, de Amenábar, hace estricto honor a los sucedidos históricos de la época, si bien, aún con toda su crudeza, endulza bastante su final, y nos ahorra ciertos detalles horrorosos de aquellos cerriles malcristianos de entonces. No obstante, si alguien, o álguiena, de los/las que me siguen, aún no la ha visto, se la recomiendo muy seria y concienzudamente…Evítenla los dogmáticos y dogmáticas. No es apta para tales y talas.
Hipatia, hija de Teón, los últimos huéspedes y cuidadores del Museum, era matemática, astrónoma, música, filósofa, terapeuta, gramática y geógrafa… que se sepa, al menos. Fue soltera voluntaria y confesa, además de una hermosa mujer, y renunció al matrimonio por conservar una independencia dedicada por entero a la enseñanza y al conocimiento. Seguro que su furibunda independencia de librepensadora y andidogmática fue lo que le costó la vida, y quizá por eso mismo también, sus actuales y actualas prefieren correr un stupido velo histórico sobre ella. A mí no me extrañaría nada, ni lo más mínimo. En absoluto…
Fue por ese motivo, precisamente, y por otros que veían mermada su autoridad fundamentalista católico-machista, que el obispo Cirilo, cabeza de aquella banda de salteadores mal-llamados cristianos, justificó y espoleó a sus fanáticos contra todo lo que fuese cultura, y ya de paso, contra ella, una mujer más mujer que él hombre… Así que aquellos asnos de la cruz, derribaron la escultura de Serapis, destrozaron el Ágora, asolaron Museo y Biblioteca, incendiaron las Áulas; atacaron a Hipatia, la reventaron a golpes, le sacaron los ojos y arrancaron la lengua; la arrastraron por las calles, y la destriparon ante el Tribunal formado por el propio Cirilo y el Legado romano Orestes… Por supuesto, la Iglesia Católica, tiempo después, canonizó a aquel “san” Cirilo como premio a sus sangrientas hazañas, si bien no sin antes haber sido reescrito, ocultado y tapado, justificado y disimulado, los vergonzosos hechos de la Historia por los que han mandado en ella. Yo me niego a hacerles el caldo gordo, pero usted haga lo que quiera.
De ahí que le encuentre (mal pensado que soy) una cierta similitud al comportamiento de aquellos integristas con el de estos y estas, cada cual en lo suyo y salvando las distancias, inquisidores y correctores, torquemadas y savonarolas actuales, que quieren imponer la idea única y un correctismo solo entendido por ellos y ellas… Pero aquellos en plan burro y estos en plan sutil, intentan arrinconar el Conocimiento y la figura de Hipatia que lo representa. Yo estaré todo lo equivocado que ustedes y ustedas quieran, pero estoy seguro que, al igual que aquella extraordinaria mujer se enfrentó al fundamentalismo ciego de los fanáticos religiosos de su época, también se hubiera enfrentado hoy a los/las del presente. Entonces se le quitaba de en medio, y hoy, como ya está quitada, pues se le ignora, y en paz.
De aquellos Cirilos se hicieron santos, y de estos héroes y héroas se hacen políticos y políticas. A todos ellos se les sube a los altares de la iglesia y de la “aras patri”, y al auténtico, verdadero y genuino valor de la persona (me niego a definir hombre o mujer, mejor ser humano) se le pone, o se le saca, de la losa del olvido. Es lo que hubo. Es lo que hay… Pero la propaganda de la moderna demagogia ha de seguir mostrando y tirando del carrusel de oropel. Con el tole-tole del buenismo, y el igualismo, y el negrismo y el pan-y-cirquismo. Con todo su paniaguadismo a cuestas, que lo hay, y mucho… Hipatia no se hubiera apuntado a este espectáculo jamás, y eso, ellos y ellas lo saben muy bien. Igual conozco yo a mujeres escritoras, eminentes, excelentes y exponentes, que son perseguidas, a las que se les calla y silencia aún, y tales ellos y ellas ni se dan por enterados ni enteradas ni hacen nada.
¿En qué quedamos?.. ¿acaso no son mujeres?.. quizá, puede, de momento dejémoslo en simples personas, dicen si no tienen más remedio que contestar… Pero rápidamente echan el velo del silencio por encima, lo mismo que a nuestras abuelas les echaron el velo de misa. Es que, en esto, hay un doble discurso, igual que hay una doble moral. Existen muchos ejemplos. A la fallecida Almudena Grandes tampoco le han montado todas las algarabías que montan a otras más predispuestas, aunque menos propuestas… «Silencio en la noche, ya todo está en calma, el pájaro duerme, la ambición descansa…» cantaba el viejo tango.
Hubo una fémina, que, entrando a mi antiguo despacho, y viendo el retrato de Hipatia de Alejandría, me dijo: “Es posible, Miguel, que por tu devoción a esta mujer, te traten de machista”… Tal aparente contradicción, en ella era toda una contricción. Por entonces, me habían encargado un trabajo para cubrir una demanda oficial que había quedado desierta, por el Día Oficial de la Mujer, y por haberme pasado de rosca moral-cultureta fue sustituido rápidamente por un “ni sí ni no, sino todo lo contrario” elusivo y no alusivo… Pero fue un reconocimiento de que uno de los más arteros refugios del machismo se esconde en el furibundo feminismo. No le quise preguntar, pero ella sabía lo que decía, como sabía que yo lo sabía. Tan solo me limité a contestarle: “cuando los inquisidores se persiguen entre ellos, ganan las víctimas”, sabiendo también que ella sabría…
Quiero decir con éste de hoy que seguimos librando la misma guerra del “Vivan las caenas” desde Fernando VII. Que la ignorancia y la incultura se pueden muy bien disfrazar de machismo o de feminismo, pero que no deja de ser lo mismo. Que aquí no se persigue al hombre o a la mujer, se persigue el conocimiento. Al que tantos temen, del que tantos, y tantas, maman… Y por el que, llegado el caso, matan.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com