(de RTVE)
Bueno, pues estamos que votamos… Las elecciones locales aún conservan un poco de la indiosincrasia de los pueblos (véase “Que vienen las Municipales” de hace semanas y/o su programa de radio), pero en las autonómicas ya se diluye en una mayor componente política, o sea, demagógica. Pues, si bien se fijan, los políticos están desapareciendo como tales para ir convirtiéndose en demagogos. Los demagogos solo sirven a su trinidad natural: a sí mismos, al partido y a las oligarquías, y por ese orden, pero no al pueblo… Al ciudadanaje, si acaso, lo justo y necesario como para que pueda seguir manteniendo bajo su voto la propia nómina y sus privilegios. Y poco más…
Aquí, en nuestra murciana región, a nivel de comunidad, tenemos entre repetir más de lo mismo o cambiar a casi más de lo mismo, pues todo se reduce al seguidismo de sus franquicias nacionales. Fíjense, por ejemplo, que cuando gobernaba Rajoy, aquí se le justificaba su política dilatoria con el tema del agua para beneficiar a Cospedal, y hoy se ataca al contrario por lo mismo… Y el de enfrente, justamente por igual motivo, hacía lo que hoy hace el de la competencia, esto es, ayer atacaba y hoy justifica… Lo que pasa es que, en la calle, una de dos: o no tenemos memoria histórica ni memoria alguna, o andamos enganchados a intereses espurios o delegados. Pero tan solo hay que consultar las hemerotecas para darnos cuenta del doble juego de ambas formaciones políticas, quiero decir… demagógicas.
Desde hace largo tiempo que asociamos nuestra marca al gobierno del PP… y la verdad es que no ha podido ser más patético y fantasmagórico, salvo, claro, el lapso de Alberto Garre (hoy autoderivado a Vox por razones que, por personal amistad, respeto) que fue de transparencia y honestidad probada; aquél que le cantaba las verdades del barquero al lucero del Mariano; y el que, precisamente por honrado fue cesado, traicionado y apuñalado. Lo demás dejó y deja mucho que desear. Valcárcel terminó trasladando sus trastos a toda prisa a Europa, porque, tras lo de Escombreras y el Aeropuerto, convenía poner tierra de por medio ante su dudosa gestión. Así y todo, por lo primero aún va a ser procesado, y por lo segundo ya le llegará el turno de oficio… Todo se andará.
Luego, Pedro Antonio Sánchez, Pas para los amiguetes, impuesto por el anterior, que se pasó toda su presidencia entre juramentos de inocencia, clamores de persecución y aspavientos de víctima – como todos actúan, por cierto – vino a terminar también corriendo porque el auditorio de su pueblo le caía encima, entre otras cosas. Por cierto, que también ha terminado juzgado y condenado. Este elemento, mentor de López Miras, por cierto, aunque ahora ese López no lo Mira, se largó pasándole los trastos al actual. Y la andadura de éste, marcada y manchada por la chapucera forma de solucionar la no menos vergonzosa moción de descabalgadura montada por Psoe y Ciudadanos, comprándolos con indignidad a base de cargos públicos, y un más que dudoso pasteleo de amiguismos y favores con asuntos que puede que también acaben en los juzgados , es el que se nos presenta ahora para revalidarse, no sin antes haberse cargado le ley de limitación de mandatos que, el por ellos escupido, Garre, había impuesto como norma ética.
La otra opción es José Vélez. El representante siglado del Psoe en esta región, que, una vez abandonado su cómodo y bien remunerado puesto en la Delegación de Gobierno, opta para quitarle el trono a Mira ese López, y auparse él en la taifa… Por supuesto, que esto no deja de ser mas que una opinión muy personal mía de mera “observancia” del personaje, si se me permite decirlo, pero a mí me da la sensación de que es otro demagogo más en busca de su arca perdida. Uno más del montón de los que pululan por auparse en los aledaños del poder y rascar posiciones. Eso también lo hay en todos los pueblos…Pero nada más.
Lo único que le he visto en todo su trayecto es criticar a López Miras en todo y por todo. Por sistema. Exactamente lo mismo que López Miras critica, por igual sistema, a Pedro Sánchez. Porque esos son sus papeles, y a ellos solo se aplican. No tienen más rol ni valía para sus partidos que ese. Y punto pelota. Oposición ciega al otro y genuflexión igual de ciega al suyo. Cuando vienen por estos lares malabares, se pegan a su figura para salir en la foto y que se note que ellos está ahí, y san-se-acabó. Él igual que su competidor cuando éste sale zumbando a besarle el anillo a san Feijóo tras haber dado la espalda a Casado y matarile a su amigohermano el ciezano. También el Mar Menor lo usan ambos dos como arma arrojadiza para atacarse mutuamente, teniendo todos mucho que ocultar y más por qué callar.
Estas son las opciones de bloque entre las que nos dan a elegir. Es muy posible que en un sistema de listas abiertas, donde los candidatos no son impuestos por sus partidos en listas cerradas, como es el caso de esta semidemocracia, esta pobreza y bajeza, esta mediocridad de elegibles, no existiría… En todo caso sería de la entera responsabilidad de la ciudadanía. Pero así, no. Así se nos endilga aquello que solo sirve al interés momentáneo y relativo de las siglas, no al interés de la gente, que es cómo y para lo que se montó el invento.
Sea como fuera, el caso es que tenemos personajes que se parten el alma por sentar culo en plaza, y se les nota tanto que ni se molestan en disimularlo. Lo demás resulta anecdótico… Miren ustedes, hagan un ejercicio de abstracción, quítenle las banderas y carteloides con las que posan, y pónganse a pensar: López Miras muy bien pudiera servir al Psoe, como José Vélez podría valer al PP. Ya que ambos, en el fondo, se sirven y valen para sí mismos. Nada hay diferente del uno al otro, solo hacen lo que se les ordena desde sus respectivas arribas. Hoy existen en política los cambios de nómina, igual que los futbolistas los de clubes, o si no, miren a los periféricos y transvasables. Y la mudanza existe porque la ideología no existe. Es una chapa en la solapa por la que ser fichado por un buen sueldo para un buen cargo. La política se está diluyendo en la demagogia, y ya nadie los distingue. Eso es todo.
A los ciudadanos solo nos queda la esperanza de que sean buenos gestores, y honrados y transparentes, piensen lo que piensen o como piensen, en rojo o en azul. Con eso ya nos vale. Que gestionen bien y que sean honestos, sobre todo esto último. Que miren más por los ciudadanos que por ellos mismos, y tampoco por los sátrapas de sus partidos… Pero, por favor, que cada cual se responda a sí mismo con absoluta sinceridad: ¿de verdad es lo que hay?.. Yo solo veo un atajo de oportunistas. A lo peor es que tengo que cambiarme de ojos, porque éstos ya no me valen…
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com