Quiénes no son fieles a su Historia, están apostando por que se la roben, y que otros se apropien de ella… No hablo de tradiciones, que muchas veces son traiciones, si no de Historia, con H mayúscula. Aunque no lo crean, yo respeto las tradiciones, pero intento separar la verdad de la falsedad, de lo añadido, de la mentira. Estamos al tanto de que cada régimen político (nosotros tenemos 17 a 1) manipulan y transforman la Historia a su conveniencia, y eso resulta ya casi inevitable. Por lo menos en nuestro país… Sin embargo, las personas, los seres humanos – no hablo de la gente – tenemos la obligación moral de leer, formarnos, investigar en todas las fuentes posibles hasta encontrar lo genuino de nuestra auténtica Historia, dentro de lo posible.
Por ejemplo: la verdadera realidad es que los árabes conquistaron España en un par de años, y que costó ochocientos recuperarla. Nos guste o no nos guste, así fueron las cosas, aunque ese detalle de la rápida conquista frente a la superlentísima reconquista, lo omitamos, quizá que por una falsa vergüenza, o un falso sentido del patriotismo. Vale. El caso es que, en nuestro subconsciente colectivo, se nos ha inculcado que nosotros somos herederos directos de los godos, renunciando, aún aparentemente, a la herencia musulmana que dejan casi un milenio de historia en nuestra genética y en nuestra cultura. Inconscientemente no queremos ser descendientes de “los moros”… Pues bien, a lo mejor por eso mismo, esos “moros” de hoy, por la suya (hablo de la cultura) consideran justificado su El Al-Ándalusismo.
Es que, además, y entre otras, en Calatañazor, Almanzor no perdió su tambor, porque nunca, jamás perdió batalla alguna. No hubo tal derrota, aunque librara una batalla pasota, de mil escaramuzas por banda, viento en popa a toda vela… Como la archifamosa batalla de Covadonga no ocurrió con los aprestos y los arrestos con que nos contaron y cantaron aquellos del “por el imperio hacia Dios”, que fue más bien unas refriegas apenas, y se libraron en el monte Auseva, bastante alejado de la Cova Longa, y sin ayuda directa, ni indirecta, de ninguna “Santiña” que llevarse al coleto… Al igual que Díaz de Vivar, nuestro Cid (palabra árabe, por cierto) campeó más a favor del rey moro de Zaragoza que de su rey cristiano que le montó un Ere indigno. En realidad, fue lo que se conoce por un soldado de fortuna. Cuando lo desterraron, se vió forzado a ganarse su jornal y el de su mesnada, allá dónde estuviera la empanada, y en el único oficio que conocía el hombre: batallar.
Por eso que, si renunciamos a la legitimidad de nuestra auténtica y genuina Historia, otros vendrán que se aprovecharán. Juan Eslava Galán es un historiador completo y comprometido con la verdad, honesto y riguroso, además de dotado de un fino humor e ironía, que cuenta esa Historia como fue en realidad, y no como quisieran, o quisiéramos, que fuera. Yo les recomiendo encarecidamente que se acerquen a su obra. Les garantizo que se cabrearán, pero se divertirán y no se arrepentirán.
Se cabrearán cuando les cuente también (yo lo supe de otras fuentes, pero me alegro coincidir con él) que ni a Santiago se le apareció la Vírgen del Pilar, ni a la Virgen del Pilar Santiago alguno. Ninguno de ambos anduvo por España en carne mortal. Algo cercano a la primera, si acaso, como Magdalena, amerizó en Francia por Marsella con José de Arimatea; y el segundo, hermano de Jesús y cabeza de la Iglesia de Jerusalén, no salió de allí, y allí mismo murió, donde vivió, y no en su pretendida tumba de Compostela… En ese “campus estelae”, si acaso, fue enterrado Prisciliano, llamado “EL Apóstata”, primer mártir cristiano ajusticiado por la misma Iglesia, por cierto…
Pero esto sería otra historia de la propia Historia… Lo cierto es que benditos sean los pinguës beneficios de una Ruta Xacobea, y usted que lo vea, por los siglos de los siglos, eso sí, pero no mezclemos churras con merinas que se le ve la minina… Y sí, por mucho Códice Calixtinus que hubo que inventarse para aviar el Camino… Agora mesmo nos estamos montando y desarrollando un “bis” con etiqueta de cruz caravaqueña, a ver si escurre las mismas ganancias que su hermano el del norte.
La historia está plagada de interpolaciones e interpretaciones a conveniencia e interés de los poderosos que la mandan escribir. Y los historiadores a sueldo son los amanuenses que han de adaptarla, en lo posible, si es que ello es posible, a fin de ganarse las habichuelas. A veces, porque de ello depende su nómina, y a veces porque de ello depende su libertad, o quizá su vida… Según, claro, si “el dictaderío” es absoluto, sea fascista o comunista, populista o déspota sanguinario. Y eso hay que entenderlo, pues por naide pase…
Pero también existen investigadores, historiadores libres de perjuicios y de prejuicios, buscadores de la verdad y buceadores en profundidad, cuyo único afán es ilustrarnos y formarnos, si es que eso, naturalmente, nos importa algo… Otra cosa distinta, claro, es que nos valga el pienso compuesto que nos dan para no pensar. De eso, los pesebres abundan, y lo otro está disperso y hay que espigarlo, picotearlo y trabajárselo. Ustedes sabrán si les merece la pena… Para mí, sí, desde luego.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com