Cada vez hay menos creyentes, pero más procesiones. Es un hecho comprobado, mírenlo Vds. Y una incongruencia también, puesto que la lógica se rompe en un sangrante contrasentido. Quizá se deba a que:
Los lujosos pasos, la gran hostelería, las fastuosas hermandades, la ganancia del negocio, los ostentosos desfiles, la desbocada fiesta, los presuntuosos nazarenos, el codiciado turismo, el fervor fanático, las manifestaciones fundamentalistas de religiosidad popular… sea el Catolicismo.
Y por el contrario: la meditación interior; el Mensaje de la Palabra; las obras y no la escenificación; el “busca dentro de ti” y no fuera; el recogimiento y no la parafernalia; la ética moral y no el espectáculo… sea el Cristianismo.