De todas las formas y maneras de delincuencia que la Iglesia Católica, como curia, ha desarrollado, incluido el expolio de las inmatriculaciones (derecho para atribuirse propiedades ilegítimas promulgado por Franco y ratificado por Aznar); la peor de todas, con largueza y sin ninguna duda; la que está provocando el mayor deshonor y desprestigio mundial, es lo de la pederastia eclesial… España, de momento al menos, es el país más remolón en investigar los casos, y sus obispos los que más trabas ponen al actual Papa… Nuestra Conferencia Episcopal Española es absoluta y tajantemente negacionista de tal hecho.
Lo sabía ya aquel cardenal Ratzinger, cuando, antes de ser Papa, fue Presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fé – antiguo Santo Oficio – cuando se le escapó aquella frase: “¡Cuánta suciedad en nuestra Iglesia!”, que lanzó a los cardenales llegados a Roma en 2.005 para enterrar al polaco Juan Pablo II, y que fue importante en su selección como Benedicto XVI (las hemerotecas son muy chivatas), y que, al menos en apariencia, en su papado intentó varias veces – o eso se asegura – limpiar esa misma basura. Pero eso era un poco, o un mucho, como lo de nadar y guardar la ropa.
Por un lado, vendía lo de “tolerancia cero”, y por otro, como ocurrió en la explosión de casos en EE.UU. en que dejó caer que era una especie de venganza por parte de Bush, al haber condenado él la Guerra de Irak desde el Vaticano… O incluso un “capote” echado aquí, en Murcia mismo, donde acudió en 2.002 a presidir un curso de cristología, siendo primado, donde dijo: “salta a la vista que la información de la prensa no está guiada por pura voluntad de transmitir la verdad, si no por un goce de desairar a la Iglesia y desacreditarla lo máximo posible” (columnista J.G. Bedoya)…
Hipócritas palabras. Lo mismo que las que pronunció hace unos pocos años al mismo respecto, pero ante otra audiencia, claro: “En Roma empezó el cáncer, y aquí debe ser extirpado”, parafraseando a Adriano VI cuando entró en esa misma Roma gritando a sus cardenales: “¡sois todos unos bribones!”, por la misma causa… Nuestro buen emérito recordó la frase 500 años después, como si en ese medio milenio no hubiera pasado nada, cuando la santa institución ha estado cometiendo sodomía y pederastia desde tiempos inmemoriales.
Pero… por si faltaba algo a su inmoral disimulo, hace apenas unas pocas semanas, la propia iglesia católica alemana, ha destapado que, cuando él mismo fue arzobispo de Münich, entre 1.977 y 1.981, encubrió casos de pederastia entre sus curas… ¿Cómo se puede reprochar públicamente lo que se encubre en privado?.. y nada menos que todo un pontífice. De pena. La misma doble moral usó en el intento de atajar los afanes de riqueza de la misma jerarquía católica, y los abusos y desafueros del IOR (Instituto de Obras para la Religión), eufemísticamente hablando, claro, pues en realidad es la Banca Vaticana.
Francisco, sí que lo está intentando, sin más falsedad ni disimulo que la justa y que le impone su curia. El – humillante – encuentro entre el cardenal Omella y Pedro Sánchez, en la lujosísima Casa de la Iglesia de Madrid, ha sido obligada por el actual titular del Vaticano para que se comience a restituir lo robado por la iglesia española al patrimonio nacional y privado en el caso de las inmatriculaciones… La rácana respuesta por parte de los obispos españoles es devolver un ridículo 0´03% de todo lo esquilmado desde Aznar acá, para mayor insulto. Unas mil de 33.000 aprx. Lo que sí es cierto, y está demostrado y comprobado, aunque no reconocido, es que tal ha sido el proceso y cual el afán de indigna propiedad, que muchos de nuestros obispos son los mayores propietarios de bienes terrenales en sus respectivas diócesis.
Así que Dios guarde y conceda vigor y larga vida a Francisco, a ver si fuera capaz de doblegar a su atajo de cardenales y obispos y “deconstruir” una Iglesia rica y de ricos, para construir una iglesia pobre para los pobres; enterrar a la que se sirve de los pobres y resucitar a la que sirva a los pobres; no la que roba y abusa de los críos… Lo que pasa es que esto no se podrá lograr hasta que los llamados “creyentes” abandonen el dejarse manejar bajo los dogmas, las prácticas y las coacciones; las prepotencias y las amenazas, y a veces, hasta el chantaje… Hay que re-elegir a Cristo, y no a una jerarquía de clérigos que, ya con el solo hecho de constituirse en esa superior jerarquía, es pecado de lesa vanidad… Y ni pobreza, ni castidad, ni ebediencia, eminencia.
Así que, como ni nuestra Iglesia, ni nuestro Gobierno, van a hacer nada para restituir a las víctimas de pederastia y ni a las de robo (Yolanda Díaz no tocó nada de eso en su cacareada visita bajo mantilla a Francisco), si alguien conoce alguno de los casos de tapada, callada, e incluso comprado silencio, de pederastia, escriban la denuncia en abusos@elpais.es donde solo la iniciativa privada puede poner nombres a la vergüenza… O si no, sigamos desempeñando el rol de cómplices y víctimas. Puede que ese mismo sea nuestro vergonzoso papel.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com