En un principio la llamaron «la España vacía». Luego, algún retocador, o retocadora, de imágen, la bautizó como «la España vaciada«, quizá por el matiz ese de que si está vacía es porque la hemos vaciado… como la caja de las pensiones, por poner un mal ejemplo…
Jesús Arbres, que ha hecho una obra de teatro del magnífico libro «La lluvia amarilla», de Julio Llamazares, taambién hijo de esa España, dice que prefiera llamarla «la España imaginada».. Digo yo que será por olvidada.
Pero lo imaginado no siempre es real. Así que yo, con su permiso, preferiría que se la conociera por «la España ignorada«, que se ajusta mucho más a la realidad.