Se lee en letras muy gordas en la presa (hay que poner la lupa en el chirrete por la parte que mejor venda el “pescao”), que “el Papa descarta el matrimonio homosexual”… Y, según nuestras deformadas entendederas, ya está puesto en la diana para que se tire al blanco – y nunca mejor dicho – por lo de su uniforme. Luego, leemos la letra menuda, esa que no se destaca aunque sería la más razonable, y dice que “admite las uniones civiles entre ellos…”, etc., etc., etc. Naturalmente, el objetivo, que, en esta ocasión, era la crítica más que la explicación, se cumple… No hay nada que añadir a eso, pero sí que hay mucho que decir a la otro, porque no existe contradicción alguna, si no más bien todo lo contrario, es muy coherente…
El problema viene por deformación del pensamiento: el nuestro… Se nos coló en su día (no sé si por maldad, por ignorancia, por comodidad, por estrategia, o por incultura) lo del “matrimonio civil”, cuando eso es una sonora burrada, puesto que “Matrimonio” es el nombre de un sacramento, los sacramentos solo existen en la religión, y lo Civil nada tiene que ver con lo religioso… El “Matrimonio” como tal no existe en la legislación civil de un país aconfesional. Sí que existen las uniones y los divorcios, o las ajuntaeras por peteneras… pero nunca, jamás, de ningún modo, el “matrimonio”.
Es una palabra ésta meramente religiosa, y pertenece al ámbito exclusivo de la fé, de la creencia en tu iglesia. Nada que ver con los Ayuntamientos, ni con los Juzgados, ni con los Registros Civiles… solo con el cura, el confesionario o la sacristía. De ahí mismo que, cuando se dá el caso de que cada uno o una se larga por la gatera de dónde vino, el divorcio legal existe aunque la Iglesia, como tal iglesia, no lo admita. Cada cual, en su ámbito. La unión es lo legal, y el matrimonio lo subliminal… Nada que ver pues lo uno con lo otro…
De ahí que Francisco sea acorde y concorde con lo que dice: que respeta las uniones entre homosexuales, pero no admite los matrimonios entre ellos… No existe dilema alguno a la hora de casarse más allá del propio dilema personal de creencias, caso de incurrir en homosexuales que sean creyentes/practicantes… Y aún y así no debe rebasar el límite de lo personal e íntimo, ya que en la práctica no tienen ningún tipo de limitación… Nadie está obligado a casarse si no quiere, al igual que tampoco nadie está obligado a someterse a ninguna iglesia. Me refiero en las democracias y en los regímenes libres, claro… No así en las dictaduras confesionales, como la de Franco, por ejemplo cercano, donde el casado con la casada, por la Iglesia y por la posada, y el homosexual (se le decía otra cosa) en la cárcel.
Afortunadamente, hoy no es así… A pesar de lo tendencioso de algunos titulares de prensa y de algunos malabares de algunos políticos… y políticas. Y considero congruente que un Papa se atenga a las normas estrictamente de su religión sin meterse en leyes de ninguna nación… Lo que ya no entiendo es el empecinamiento intolerante de querer tergiversar las cosas. Más vale que intenten convencer a los regímenes talibanes de que respeten lo que a ellos, a veces, tanto les cuesta respetar… porque ahí callan, miran para otro lado, y ahí sí que se violan derechos humanos todos los días a mansalva. Y ninguno ni ninguna dice nada.
… ¡Que yo tenga que defender esto, Joel..!. Miren ustedes: incluso la definición “sacramento” (el matrimonio es para la Iglesia y los creyentes un sacramento) la tomó prestada esa misma Iglesia de la jura de bandera romana. Las legiones daban Sacra-Mentum al lábaro (bandera) cuando el personal se alistaba… Sacra Méntum significa eso mismo: santa palabra, palabra dada, juramento prestado es juramento sagrado, palabrica de honor… Un compromiso íntimo y personal con tu centuria, tu país, tu iglesia, tu tótem, tu tribu, o tu capitán trueno…
Para más Inri, ya que estamos en latinajos, matri-monium, es, literalmente: madre-una… Ni dos madres, ni dos padres, si no una sola madre (de hecho, de padres no dice nada, será porque puede haber muchos)… Por eso, y por unas cuantas cosas más, no veo mayor escándalo ni rasgada de vestiduras, ni mesada de cabellos, ni nada de nada, en la postura del Papa Paco, y sí toda la coherencia del mundo mundial en que éste repita lo mismo que dijo el propio Jesucristo cuando los judíos (o jodíos) saduceos quisieron tirarle de la lenga para pillarlo en un renuncio:
Dad al César lo que sea del César, y a (vuestro) Dios lo que sea de (vuestro) Dios.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
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