Le he leído una entrevista (EP 31/5) a nuestro universal director de cine Carlos Saura, que está rodando un documental sobre el arte y un par de cortos sobre la guerra civil… Sobre ésta, dice: “he vivido la guerra y me da terror que haya otra en España”… Sus recuerdos de niño no son nada buenos, como relata… hijo de un funcionario de la República, vivió bombardeos, muerte, gente y familias deshechas, delaciones y venganzas… es lógico que se le escape: “me da miedo el clima pre-bélico que, a veces, se respira en este país, la polarización…”. Es muy natural. Y hasta lógico.
Afortunadamente, yo no viví, como él, la guerra… Mi generación es la inmediatamente posterior a ella: la de los años cuarenta y cincuenta, la de la posguerra… Saura vivió la causa, yo viví las consecuencias, los efectos. No es mi interés establecer comparaciones, ni paralelismos, ni nada de nada, solo intentar analizar las diferencias entre sus temores y los míos (hablo de los de mi generación) respecto al mismo tema. Él vivió el preámbulo de muerte y destrucción de algo que existía, y yo me encontré los restos de esa aniquilación, de algo que yo no llegué a conocer. Yo viví la escasez, el oscurantismo, la persecución, la prisión y los fusilamientos; el miedo y las amenazas, desde la pérdida de la libertad condicionada que había a la condenación eterna al fuego del infierno.
Quizá esa, pequeña o grande, no lo sé, diferencia, sea lo poco que nos separa en nuestros temores y miedos… Él tiene terror a la vuelta de una guerra en España, y mi horror es a la vuelta a una dictadura… Cada cual teme su supervivencia… Y sí, ambos vemos señales, parecidas, que traducimos a recuerdos indeseables, y nos producen inquietud y desasosiego, pavor – como a los críos sus sueños terroríficos – y es que estamos viviendo, o soportando, una degradación política, una mediocridad de dirigentes, unas malas formas y peor educación, una falta de principios, una violencia tal, que no había sido vista en los cuarenta años de democracia que nos dimos tras los otros cuarenta de dictadura… Entonces, claro, pensamos que hemos involucionado, y que estamos volviendo a los tiempos oscuros y viles de la pre-guerra, a los mismos comportamientos, cainitas, los mismos partidos extremos de ideologías extremas repartiendo odio y resentimiento…
… Pero yo no creo (para ser exacto, no quiero creer) que retrocedamos al punto de una guerra civil, como teme don Carlos, ya que – eso creo – no se dan las mismas disposiciones, ni históricas, ni sociales, ni económicas, ni tampoco de conocimientos y formación, aunque se vea tan poca formación y tan poco conocimiento… Lo que no se tiene es educación, pero eso es otra historia. Entonces, los jóvenes eran presa fácil de idealismos interesados, bien por salir del hambre y la miseria, o bien para mantener los privilegios, y hoy, no es así, al menos con aquella intensidad. Hoy prima el hedonismo generalizado, no el idealismo, y eso es otra cosa, un problema distinto, una aspiración diferente… Por otro lado, el ejército guarda un perfecto y exquisito equilibro constitucional. Un factor importante, que antes no existía…
La gente, hoy por hoy, estamos más por salir todos juntos de la amenaza común de la pandemia que por otros rollos bélicos que, sabemos muy bien – o eso espero – que no arregla nada que no se pueda componer a través de las urnas… Y pienso que la Historia nos habrá enseñado algo, por poco que sea, claro. Y esto es lo que yo creo, a nivel de opinión personal, que no otra cosa…
Y aquí, en lo de la personal opinión, es donde mis dudas me dan miedo, y donde se luce el jopo de mis inseguridades… Porque, vamos a ver, todo esto es en el supuesto de que el fanatismo, el fundamentalismo, el extremismo, no existan en suficiente potencia y cantidad como para alimentar suicidas populismos… Pero, en definitiva, ¿existen, o no?.. Seamos objetivos: los perros ladran voces que nos recuerdan amenazas pasadas, eso es cierto. La cuestión es: ¿están dispuestos a morder hasta las últimas consecuencias, o es tan solo que una táctica intimidatoria para llevar a las ovejas a lo que creen su redil?..
Yo no lo sé, ni tampoco puedo saberlo a ciencia cierta… Ni Carlos Saura puede garantizar nada a nadie. Tan solo, ser sinceros y transmitir sus temores en calidad de testigo principal: “he vivido una guerra civil en España, y es terrorífico”, y quien quiera saber, que le pregunten a él y a otros, o a mí y a otros, por sus consecuencias, si es que quieren oír lo que se debe escuchar… Escuelas, institutos, universidades, son foros de enseñanza y de concienciación donde no se enseña ni se conciencia nada sobre esto, pero donde se debería estar haciendo… ¿O es que esto entra también en un pinparentalismo inquisitorio y descalificador?.. Es que esa es otra…
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