No hace mucho, en plena campaña vacunatoria (30/04), la Agencia Europea del Medicamento hizo público que la Pfficer había ocasionado once muertes por trombos en Europa, hasta el momento… por supuesto, resaltó el detalle (al igual que con las otras) de la ínfima incidencia que ello supone, hasta el punto que no resulta significativa. Una docena de casos entre mogollón de millones que nos la hemos encasquetado es irrisorio.
Pero lo que a mí me llama la atención – no sé a ustedes – es por qué la opinión pública solo tiene orejas para achacarle a las otras lo que para ésta es sordera total… No me digan que no es curioso. Por cierto, y porque viene a cuento, que dicen los de Pfficer que hará falta una tercera dosis al año de la segunda, más o menos, y viene a salir la noticia cuando se está pinchando la Janssen, que es monodosis… pero nadie se ha planteado los porquéses de estas diferencias, o, si es lo mismo, o no, ponérsela al contado que a plazos…
Mas volvamos a lo que estábamos: que cómo es posible que todas las vacunas tengan una incidencia, más o menos, del 0,0001%, con una diezmilésima arriba o abajo, y solo se salve una de la quema de brujas ciudadana… “no, mire usted, me ponga cuarto y mitad de la buena, o nada, que yo soy muy mirada (o mirado) para estas cosas…”.- “Pero mire usted, señora (o caballero) que esa otra viene con oferta, y le aseguro que es igual de buena…”. Tal que así parece que nos andamos por estos roales….. El otro día también me enteré de una noticia que me dejó como una fusión de pato, o sea, patidifuso, y es que, en aqueste reyno de Mursiya, un 30% de los llamados no se dieron por escogidos. Dicho en matemática pitagórica, que solo las dos terceras partes de los que deberíamos estar, estamos, y el resto pasándose la responsabilidad social por la bragueta de la puñeta…
Y así no se consigue la inmunidad que se necesita para que esto empiece a terminarse de una jodida vez. Si dejamos nidos sin inmunizar, el virus seguirá reproduciéndose y contagiando… por culpa de una caterva de timoratos ignorantes y ceporramente desmemoriados. No se acuerdan – o no se quien acordar tales cretinos – que el pasado verano era la vacuna Pfficer el vehículo con el que nos estaban inyectando el demonio en el cuerpo, entre otras lindezas… Que le prestábamos oído e inteligencia (¿?) a que eran satanes viales porque llevaban un producto, y es cierto, llamado luciferina… Y así y de ahí, de la Pfficer, nacieron los mismos negacionistas idiotas.
Pero tenemos muy mala memoria… Bueno, en realidad lo que tenemos es una memoria selectiva, que recordamos lo que nos conviene y nos olvidamos de lo que no nos conviene. Y esto es un ejemplo más de ello. Aquí, en nuestro país, por mal ejemplo, aún andamos con un millón y medio de medio-vacunados con Astra Zéneca esperando una solución por parte de unas autoridades (cada vez más desautorizadas, por cierto) sanitarias propias, que se dejan llevar por un ciudadanaje miedoso, egoísta e insolidario para consigo mismo y para con los demás… EE.UU., Israel, Chile, y muchos otros, son países donde ya están dejando de usar las mascarillas. Son gobiernos más resolutivos y menos tiquismiquis que nuestro gallinero de yoelprimero… Otro millón más a añadir a los que tienen pendiente su total inmunización.
Existen fórmulas, maneras, modos de acelerar un proceso, que están activándose en prototipos, efectivos y operativos, en la iniciativa privada, y que están dando excelentes resultados, pero que ya no me queda espacio para exponerlos aquí… Otro día será, hermano (os prometo un bis de éste con dicha información), pero lo único palpable es que sin inmunización, volvemos al cajón…
Ya… ya sé lo de la sacrosanta libertad personal, por encima, por lo que se vé, de la seguridad general de la población. Como poco, esto resulta un tanto dudoso, pero, en fin… Lo respeto, siempre y cuando, claro, que tales personas asuman las consecuencias de sus actos sin hacer pagar a los demás por ello… Seguiremos hablando, si ustedes quieren…
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