Existe una manera posmoderna de censura que se llama “corrección política”, y es una especie de Inquisición o Santo Oficio, que hace que, si te muerdes la lengua, puedas envenenarte, y si no lo haces, puedan suicidarte… Sí, he dicho bien: te suicidan.- Recientemente, un profesor español en Princenton, harto de un niñato de los que dan estos malhadados tiempos, le espetó en un momento de enfado: “A ver si te pones a estudiar de una vez y dejas de tocarte los cojones”. De inmediato, el chaval acudió a la autoridad del Centro para denunciar “acoso sexual verbal” del maestro. Éste fue expulsado por la rectora, anatemizado por sus compañeros, acosado por los medios y señalado por la sociedad… Acabó suicidándose.
En el ámbito feminista de los años ochenta, hubo un intento de censurar la palabra inglesa Woman (Mujer) por el peregrino hecho de que la segunda parte de la misma (Man) significa hombre. Desde esa misma ideología estúpida de la no identificación de género, ya no se puede decir “madre”, sino que lo correcto es decir “persona gestante” (lo más imbécil que he oído en mi vida) y en el caso de “mujer”, abogan por “persona menstruable”… Ítem más: una de esas damas mandó una carta a la Academia, exigiendo, sí, EXIGIENDO, que se retirase del Diccionario la tal palabra, porque “hacía llorar a los ojos”, y otro par de exabruptas – o exaburras – también exigiendo retirar el adjetivo “racional” porque resulta ofensivo para con los animales, por ser éstos seres irracionales.
Mark Twain es perseguido (sus obras, claro) por haber escrito la palabra “nigger” (negro) en ellas, y a Enid Blyton se le acusa de racista y sexista… Incluso a un catedrático nuestro, el profesor Villanueva, ha sido amenazado – repito: amenazado – por haber glosado en sus lecciones universitarias la parte en que la madre del Lazarillo de Tormes “se amanceba con un negro, ante cuya visión, el zagal exclama: ¡negro, coco!..”. O sea, la antítesis clara de toda libertad de expresión que los mismos/mismas tanto dicen defender por otro lado… Será la suya en exclusiva, claro.
Nos horrorizamos por el profesor francés degollado por el Islam radical por exhibir un su clase los dibujos e Mahoma (una denuncia interpuesta por una alumna árabe a su padre, éste al imam de turno, y el imam al sicario ejecutor). Pero no nos damos cuenta que nuestro sistema de corrección política, en el fondo, es igual de intolerante.
No mandamos asesinar físicamente, pero ejecutamos profesional y socialmente, condenamos y anatemizamos con la misma rabia y odio con que los fanáticos del turbante quitan de en medio. Exactamente igual. Yo, personalmente, rechazo ese fundamentalismo que supone lo “políticamente correcto”. No lo admito. Y procuraré no someterme a sus enfermizos dictados, ni aceptarlos. No quiero ser – como un ejemplo entre muchos – una persona de la tercera edad, eufemismo idiota para las personas mayores, o viejas, o ancianas… Y no me dá la real gana de encasquetarle a tales palabras el sentido peyorativo que desean los sicarios de la politick-correction, si no su sentido real y liberal, que es el meramente descriptivo… Así que cuando quieran, que vengan y me fusilen ante el foro.
Además, son como los del Evangelio aquél, que se fijaban en la mota de polvo y no veían la mancha… O acaso sean unos vulgares hipócritas, porque luego van y toleran cosas verdaderamente inaceptables, de pésimo gusto, y que incluso atacan sus más inalienables principios de respeto de los que se postulan defensores… Como en los nuevos juglares tipo Hasél, que machacan a la mujer… O como la superproducción para Netflix de Álex Pina y Esther Lobato, “Sky Rojo”, una coartada inasumible para el nuevo machismo: “Soy la puta favorita del proxeneta, antes era ama de casa, y antes era bióloga…”, y donde se recrean todas las aberraciones habidas contra la femineidad, golpes físicos, sexualización explícita del cuerpo femenino, escenas de humillación, donde los diálogos son a tenor de: “¿Quieres que te chupe los huevitos, cariño”, o del “¿te atreves a hacerme una mamada y que sea una obra de arte?”… o ese secuaz de turno que interroga a las prostitutas poniéndolas en fila con una teta fuera…
…¿O es que acaso – pregunto yo – esto también forma parte de lo políticamente correcto?.. ¿del buen rollito y todo eso”.. Yo no lo sé, pero sí veo que esa nueva (a)moralidad, basada en la corrección de trastocados valores, actúa con una hipocresía y un cinismo espantosos… Y eso me repele absolutamente. Tan solo se fijan en lo que quieren ver, pero no ven lo más obvio y evidente, porque eso no quieren verlo… Me asusta pensar en un mundo, una sociedad, que actúe bajo tales esquemas… Y con unos principios que más bien son finales.